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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

¿República? Vale, pero, ¿cuál?

Miembros del Congreso sentados en el hemiciclo durante una sesión plenaria celebrada en el Congreso

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Hay que reconocer el mérito del emérito en el hecho de que la república se esté poniendo de moda. Como hay que reconocer a Pablo Iglesias el acierto de unir a las fuerzas políticas más dispares (derecha incluida) en la defensa de los exiliados antifranquistas al término de la guerra civil. Que fueron, parafraseando la copla, los verdaderos exiliados de España, y no los de Puigdemont, por mucho que el dirigente de Podemos se empeñara en sostener lo contrario. Pero, mira por dónde, a veces las ocurrencias más tontas provocan reacciones inesperadas, hasta el punto incluso de reactivar la memoria histórica, tan deslegitimada por quienes ahora parecen reivindicarla.

Y, por otra parte, tampoco pasa nada ni se hunde el país por que la forma de Estado (monarquía o república) se incorpore al debate político. Y menos aún cuando la institución monárquica tiene tanto que explicar a la ciudadanía española sobre las correrías de su anterior titular. Ahora bien, para que este debate sea productivo, deberíamos despojarlo de ciertos aditamentos propios del folklore partidista del momento y empezar a aclarar qué república es la que deseamos y, sobre todo, en qué valores republicanos se basa.

Visto lo que hay, no tengo demasiado claro cuál es el modelo de república que vaya a sustituir a la monarquía parlamentaria propia de nuestro sistema constitucional. ¿Hablamos de la tercera República Española? ¿Nos estamos refiriendo a la República Vasca defendida por la autodenominada Izquierda Abertzale? ¿O, más en versión PNV, (donde, según el consejero Erkoreka, ya no quedan monárquicos), sería una confederación de repúblicas de los territorios históricos de Euskadi? ¿O habría que poner el acento en una República Catalana apoyada tan sólo por un 51 % de independentistas? ¿Y, si es así, de un 51 % de votantes o de parlamentarios? ¿Nos encaminamos hacia un conglomerado de repúblicas independientes por lo que fue el antiguo solar hispano?

A veces las ocurrencias más tontas provocan reacciones inesperadas, hasta el punto incluso de reactivar la memoria histórica, tan deslegitimada por quienes ahora parecen reivindicarla

Hasta el momento, lo único que sabemos es que la reivindicación republicana no pasa de ser la excusa para darle cuerda a los independentismos irredentos propios de quienes “ni se doblegan ni se doblegarán” frente al Estado, porque tienen un “relato” que les impide condenar a ETA y sus crímenes; o de aquéllos (o aquéllas) que insisten en que “lo volverán a hacer” y, si ganan las elecciones, proclamarán de nuevo unilateralmente la República Independiente de su Casa. Y luego están los que, con urgencias electorales de por medio, tratan de equiparar la situación de los exiliados españoles con la huida de España de quien, ciscándose en la legalidad (constitucional, estatutaria, española y catalana), hizo algo tan poco republicano como pasarse por arco del triunfo las instituciones democráticas de su país, apropiarse del Parlamento de Cataluña para sus fines partidistas, convocar un referéndum ilegal, proclamar ilegalmente una república de quita y pon y marginar políticamente a una buena mitad de la población de la comunidad autónoma.

Decir, como ha dicho Iglesias, que el expresidente de la Generalitat ha tenido que huir por defender unas ideas supone dar por sentado que, ahora mismo, España tiene exiliados políticos; que, ahora mismo, y por tal motivo, España tiene un Gobierno con un claro déficit democrático, contrario a la libertad de expresión y, en consecuencia, firme partidario del “delito político”. Lo cual nos llevaría a preguntarnos, también ahora mismo, qué hacen dentro de ese Gobierno Pablo Iglesias y sus correligionarios, tan republicanos como son, y tan de izquierdas? La verdad, no veo mejor manera de tirar piedras contra su propio tejado; a no ser que Unidas Podemos esté pensando seriamente en abandonar su “colaboracionismo” con Pedro Sánchez y volver a la calle para seguir luchando contra el “régimen del 78”.

Una hipótesis que no parece nada razonable, teniendo en cuenta que nadie a estas alturas está dispuesto a jugar fuera de los márgenes de la Constitución. Una Constitución avalada por más de cuarenta años de democracia. La que, entre otras cosas, restauró las libertades básicas, amplió derechos y libertades de los ciudadanos, puso en marcha sistemas de bienestar y protección social, y jubiló el garrote vil años antes de que la República francesa hiciera lo propio con la guillotina. Y también la que ha hecho posible a lo largo de toda su existencia el pluralismo político y las alternativas de Gobierno, encauzando incluso la emergencia de nuevas corrientes sociales (15-m, por ejemplo) y de partidos creados hace tan sólo siete años que ahora gozan de influencia notable.

Buena prueba de ello es que, en el marco de esta Constitución y de la monarquía parlamentaria que consagra, hoy tenemos en España un Gobierno en el que están presentes socialistas, comunistas y republicanos. Sí, efectivamente, hay republicanos (y republicanas) en un Gobierno de España que supuestamente los persigue. No es como para hablar mal de nuestro sistema político. Tal vez no sea perfecto. Seguramente es revisable. Pero, si, hoy por hoy, tuviéramos que optar entre la monarquía parlamentaria y las repúblicas de Otegi, Maddalen Iriarte, Puigdemont, Pere Aragonès, Laura Borrás e Iglesias (en su versión más rugosa), a mí no me quedaría la menor duda. Yo optaría por la primera, por la monarquía parlamentaria. Y lo haría, además, por simples convicciones republicanas.

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