Apenas unas horas después del robo de joyas en el Louvre parisino, un santuario de Álava, el de Oro, ha sufrido en la noche del lunes al martes su particular expolio de patrimonio. En concreto, ha desaparecido una de sus dos campanas, una gran pieza de bronce —algunas fuentes estiman que podría pesar cerca de dos toneladas— y la Ertzaintza ha iniciado ya una investigación, según confirman fuentes policiales. “Menudo disgusto. Esto era algo perfectamente planificado”, cuenta a este periódico Encarni Urquiza, presidenta de la junta rectora de Nuestra Señora de Oro, entidad gestora del templo y la persona que acudió a la Policía este martes para presentar una denuncia.
Urquiza, que desde su casa en Murgia, la cabecera del término municipal de Zuia, divisa en un alto el santuario de Oro, tiene “muy claro” que el golpe se produjo “de noche” y con una “muy buena planificación”. Aunque solamente hay misas y actividad los domingos, el resto de jornadas, durante el día, hay excursionistas, ganado atendido y, en general, movimiento. Sería imposible. Un miembro de la junta rectora es de los que suben todos los días del año. El lunes estuvo allí y el lunes estaba la campana en su sitio, garantiza. El martes, sin embargo, llamó “llorando” a Urquiza al percatarse de lo sucedido. Ella misma subió “en zapatillas” a comprobarlo. Y era verdad.
Desde Oro avisó a la Policía, pero en la comisaría de la Ertzaintza le dijeron que no había patrullas disponibles para subir. Tuvieron que acercar a Urquiza a la capital, a Vitoria, para formalizar la denuncia. No tiene constancia de que ningún agente se haya personado hasta el momento en el lugar para inspeccionarlo. Fuentes oficiales reseñan que sí hay una investigación abierta pero no ofrecen más detalles.
Urquiza explica que los ladrones rompieron inicialmente un candado para acceder al campanario, que es independiente al cuerpo principal de la iglesia, a la que aparentemente no accedieron. Es allí donde están los mecanismos manuales para hacer sonar las campanas, aunque están automatizadas. Después, tuvieron que desengachar la campana de un una especie de “yugo” que la ancla a la estructura y, a la vez, permite que suene cada día a las 12 y a las 18 horas. Esa estructura ha quedado “arrancada” y “toda tirada”, cuenta la denunciante.
¿Y para bajarla? Es obvio que no la lanzaron. No hay un gran agujero o marcas en el suelo que sugieran que pudiera haber sido así. “Tuvieron que llevar alguna polea, grúa o similar. Y, para hacer eso, tienen que ser más de uno, más de dos y más de tres. Si no, es imposible”, relata. Al posarla después sí que causaron algún daño en el suelo, pero no muy grande. ¿Y cómo se la llevaron? “No creas que es pequeña. Es una señora campana. En un coche o incluso en una furgoneta cualquiera no puedes. Se te hunde por el peso”, aventura. Añade que, además, necesariamente tuvieron que bajar con luces desde el alto. “Si no, se hubiesen estrellado”, explica.
Urquiza confía en que la Ertzaintza les informe de los avances de la investigación. Se trata de una pieza originaria de Palencia, aunque no tienen muchos datos sobre su historia o su posible valor, más allá de sospechar que el bronce, fundido, puede ser introducido en el mercado. La campana que se mantiene en Oro es aún más grande. “Tendremos que tener una reunión para ver qué hacemos poque es perfectamente posible que vengan a por ella también”, sostiene. La Diócesis de Vitoria explica que sí hay algunos precedentes de golpes similares ocurridos hace algunos años y tiene constancia de otros robos en la zona de Zuia.