Las líneas verdes
En estos días de convulsión política, de grandes esperanzas y de críticas airadas, de mucho trabajo y de cierta desorientación, no dejo de escuchar por todas partes, cuando se habla de confluencia, la referencia a las “líneas rojas”, esas líneas que no vamos a traspasar, esas líneas que son innegociables, esos principios básicos irrenunciables.
Y hablamos de confluir, de cooperar, del apoyo mutuo pero no nombramos explícitamente todas esas líneas verdes donde esperamos sembrar y hacer florecer nuestras semillas.
El otro día, en esta vorágine que es internet llegué hasta la web de una ONGD que ofrecía, como modo de financiarse, unos regalos muy especiales para bodas: bombas de semillas. Pensé, casi sin querer, que precisamente esto es lo que estamos ofreciendo ahora con las manos abiertas las personas que nos hemos adentrado en la política formal ante la urgencia del presente que se desmorona a nuestro alrededor.
De modo que quiero poner nombre a todas las líneas verdes que se abren para cooperar, todos esos temas urgentes en los que sin trabajar juntos seguiremos retrocediendo. Porque en las grandes palabras siempre estamos de acuerdo, y los discursos parecen una copia fiel los uno de los otros. Se puede escuchar a una diputada autonómica del Partido Popular hablando de la responsabilidad social empresarial... pero ¿eso en qué se traduce? ¿Se traduce en que vamos a aplicar a todas las empresas, para su evaluación, las herramientas creadas por la Red de Economía Alternativa y Solidaria? ¿Vamos a evaluar la calidad de su oferta de empleo, relación empleo-sueldo-beneficios, estabilidad-temporalidad, niveles de contaminación y medidas para contrarrestar el impacto medioambiental, solidaridad con las necesidades de las minorías (enfermedades crónicas, familias desplazadas del sistema por la propia dinámica del mismo, ...)?
Creo que pocas empresas van a estar dispuestas a someterse de manera voluntaria a una auditoría social y sin embargo, como sociedad que quiere mantenerse en el futuro, es para nosotras un requisito indispensable.
Hablamos de lo público: sanidad, educación, servicios sociales, y no dejan de ser a grandes rasgos puntos para la confluencia, pero también temas para el debate, pues según el tipo de Estado que tengamos en mente, nos decantaremos por parámetros amplios o por parámetros rígidos, por legislar para controlar o legislar para acoger.
Decimos “Democracia” pero es una palabra que no se llena del mismo contenido en todas las mentes.
Decía Agustín de Hipona, que no es santo de mi devoción, pero que con su reflexión sobre lo que es y lo que no es un estado, no puedo estar en desacuerdo: “... si el Estado es la empresa del pueblo, y no hay pueblo que no esté asociado en aceptación de un derecho, y tampoco hay derecho donde no existe justicia alguna, la conclusión inevitable es que donde no hay justicia, no hay Estado.” (De civitate Dei, XIX, 21, 1) Bajo mi punto de vista y dado que las personas de este Estado nos hemos ido quedando sin derechos laborales, sociales, medioambientales, energéticos y de autogestión, las líneas verdes son aquellas que me ofrecen justicia para cada persona de la comunidad por otorgar a cada persona el mismo valor.
Las líneas verdes, las que van a dar fruto, son aquellas donde quienes queremos más democracia, más radical, nos encontraremos: paridad, primarias con listas abiertas, garantías sociales, defensa de lo público, la economía al servicio de las personas, nuevos modelos energéticos, más cultura para ser una sociedad más crítica, defensa de los derechos de los animales, que no están en el planeta para ser usados/maltratados... Esas son las líneas verdes desde las que vamos a llegar a ser una sociedad más libre y por supuesto, más justa.