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Los mosaicos romanos que aparecieron días atrás en Mérida, de nuevo enterrados bajo la calle

El mosaico hallado en Mérida por las obras de canalización de gas

Jero Díaz Galán / Efe

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El extenso y rico patrimonio con que cuenta Mérida y las nuevas tendencias sobre conservación hacen que los mosaicos romanos que siguen apareciendo en la ciudad ya no sean recuperados, sino que, una vez documentados por los arqueólogos, vuelven a ser cubiertos por una capa de arena y enterrados bajo el pavimento de sus calles.

Eso es lo que ha ocurrido con los dos mosaicos de finales del siglo III o principio del siglo IV d. C que las obras de canalización del gas han sacado a la luz recientemente en la calle Benito Toresano, uno de ellos policromado, con motivos geométricos y en buen estado de conservación, que ha hecho que muchos emeritenses se acercaran hasta allí para contemplarlo e inmortalizarlo en fotografías antes de que volviese a ser enterrado.

Muy atrás quedan, como cuenta el director del Consorcio de la Ciudad Monumental, Félix Palma, los años del “desarrollismo” cuando la fiebre constructiva en la ciudad sacó a la luz gran parte de los más de 130 mosaicos romanos descubiertos en Mérida desde principios del siglo XIX hasta la actualidad.

Solo en la Casa del Anfiteatro, datada a finales del siglo I d.C y considerada como una de las viviendas mejor conservadas del mundo romano, perduran más de 700 metros cuadrados de mosaicos, que pueden ser recorridos ahora nuevamente por los visitantes a través de una pasarela de cristal que protege el patrimonio, tras su reapertura en 2020 después de una larga obra de adecuación integral del recinto.  

Antes se les ponía cemento

En los años 50, 60 o 70, según Palma, “se extraían todos ellos y se les colocaba debajo una capa de cemento”, no solo para los que posteriormente se guardaron o se expusieron en el impresionante Museo Nacional de Arte Romano diseñado por Rafael Moneo, sino también para los que se conservan en el mismo lugar en el que fueron encontrados en la casas romanas del Mitreo y el Anfiteatro, algo que con el tiempo se ha demostrado que “hacía daño” a su propia conservación. 

Y es que las técnicas y las políticas de restauración y mantenimiento del patrimonio van evolucionando con el tiempo, de tal forma que el director del Consorcio de la Ciudad Monumental, arqueólogo también de profesión, está convencido de que “ahora sería muy complejo poder restaurar el frente escénico” del Teatro Romano de Mérida como hizo Menéndez Pidal en los años 60.

Hasta el bellísimo e impresionante mosaico cosmogónico, “la joya de la corona” de Mérida, pues está considerado como “uno de los mejores de todo el Imperio Romano” y sobre el que existe una amplísima literatura arqueológica, fue levantado y consolidado con cemento tras ser descubierto en 1966 para permanecer en su emplazamiento original en la Casa del Mitreo, con una cámara de ventilación por debajo, algo que sería impensable en la actualidad. 

Dejarlo en el lugar

“Las tendencias ahora, a no ser que sea estrictamente necesario, por cuestiones de obra o porque el mosaico pudiera estar en peligro, es que permanezca in situ en su contexto original garantizando totalmente su conservación”, insiste Félix Palma, por lo que estos restos se vuelven a enterrar, después de que quedan perfectamente documentados y localizados. 

Así, solo se libran de volver a ser sepultados aquellos que aparecen en un recinto que va a ser visitable en su conjunto, como ocurre con los mosaicos hallados en el yacimiento de Huerta de Otero, muy próximo al río Guadiana, y que ha sacado a la luz los restos de otra imponente “domus” (casa) que alberga las termas más importantes encontradas hasta ahora en la ciudad.

No obstante, el director del Consorcio reconoce que “en ese pan nuestro de cada día” que es en Mérida el de encontrar restos romanos en cuanto se hace una obra, si apareciese un nuevo mosaico que fuese excepcional, toda esa política de mantenerlo in situ y volver a enterrarlo para facilitar su conservación saltaría por los aires. “Entonces -dice- se haría todo lo que hubiera que hacer para recuperarlo” y exponerlo.

Zonas nobles y Grado Superior

El patrimonio musivario de la antigua Augusta Emérita es tan extenso y tan variado que la ciudad regaló a la Asamblea de Extremadura, para la colocación en el frente de su nuevo hemiciclo, en 2002, un mosaico de grandes dimensiones con una escena de caza del siglo VI d.C, que precisamente fue encontrado en 1978 en la misma calle, Benito Toresano, donde han aparecido los dos últimos. 

Y a modo de recompensa, lo que da idea de lo que es Mérida, en este mismo edificio que acoge el Parlamento extremeño, cuando varios años después se hicieron las obras para convertir el antiguo hemiciclo en lo que es ahora la llamada Sala de la Autonomía, también apareció bajo el pavimento de la estancia un peculiar mosaico del siglo I ó II d. C con cabezas de medusa, consideradas elementos protectores de las casas romanas y que ha sido cubierto por un suelo de cristal que ahora pisan diputados y visitantes.

Al margen del propio patrimonio, uno de los más importante de la antigua Roma, la cultura del mosaico sigue tan viva en la Mérida actual que la Escuela de Arte y Superior de Diseño de la ciudad cuenta con un Ciclo de Grado Superior de Mosaicos; son habituales los talleres para niños y desde 1991 la empresa “Ex Officina Antea”, que hereda su nombre de los talleres romanos, realiza mosaicos y reproducciones de otras piezas de la antigüedad, tesela a tesela con piedras naturales, como se hacía hace 2.000 años.

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