En busca de pistas de las víctimas extremeñas del holocausto
Una carta del gobierno francés informaba en 1952 a la familia de Juan García Garriso, vecino de Granja de Torrehemosa (Badajoz), de su fallecimiento en un campo de concentración una década atrás.
Era un documento oficial enviado al domicilio familiar por el Ministerio de antiguos combatientes y de víctimas de la guerra de Francia, que certificaba que Juan había sido deportado y encerrado en Gusen, un subcampo de Mauthausen, donde murió.
Era una de las cartas que en los años 50 recibieron numerosas familias españolas. Tiene gran valor porque arroja algo de luz sobre un capítulo negro de la historia del que existe muy poca información.
La historia ha determinado hasta el momento que en torno a 300 extremeños fueron víctimas del exterminio nazi, aunque los investigadores tienen indicios de que fueron más. Ahora se coordinan en una red para dar forma a una realidad casi desconocida, de la que queda mucho por conocer.
Lo hacen bajo el paraguas de la delegación en Extremadura de la Asociación Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo en España. El objetivo es recuperar la memoria de quienes murieron o padecieron cautiverio en las cárceles y campos del III Reich alemán.
El trabajo consiste en la búsqueda de familiares, al mimo tiempo que rastrean ficheros, listados y toda la información que existe. Un trabajo voluntario y arduo del que queda mucho por hacer según cuentan los investigadores.
Hay constancia de muchas personas que huyeron hacia Francia cuando el franquismo se hizo fuerte en España, y de las que no se ha vuelto a saber nada. José Hinojosa, responsable de la Asociación Amical de Mauthausen en la región, cuenta el caso de otro vecino de Granja de Torrehermosa desaparecido en los años 40. Existen indicios suficientes para pensar que fue asesinado en uno de estos campos de concentración, aunque no está en el listado oficial de extremeños víctimas del holocausto.
¿Cómo se investigan los casos?
Los trabajos de investigación parten de alguna pista, de alguna premisa que les permita atar hilos. Una tarea en el que se ponen en contacto con asociaciones de los lugares en los que se intuye que estas personas pudieron haber estado.
Pedro Benítez Romero, otro de los representantes de la delegación de Extremadura, explica su trabajo de investigación para recabar datos sobre otra víctima de holocausto, natural de La Zarza (Badajoz). Se sabe que esta persona fue capturada en la frontera francesa con Austria, de modo que se puso en contacto con una asociación de este país. Simplemente aportando el nombre y los apellidos estas asociaciones envían a los familiares de manera gratuita detalles sobre las víctimas. De dónde estuvieron y por donde pasaron.
Información de primera mano con la que reconstruir qué ocurrió. Se da la paradoja de que este investigador tiene dos parientes desaparecidos: uno en España víctima de franquismo y otra víctima del holocausto nazi. Ha llegado a acumular más información de la víctima del holocausto que de la víctima del franquismo.
Relata cómo en otros países de Europa están a “años luz” respecto a España en el estudio y la búsqueda de la verdad para las víctimas del ‘fascismo’. Así denuncia que en España sigue habiendo instituciones que no facilitan en absoluto esta labor investigadora.
¿Quiénes fueron las víctimas españolas del Holocausto?
Entre las víctimas en los campos de exterminio había antiguos combatientes republicanos. Su llegada a Francia coincide con el ‘gran éxodo‘ republicano de personas que huyen del país ante el avance franquista. Entre ellos, también había extremeños que se exilian a Francia.
Hay soldados que se alistan en la resistencia francesa frente al avance de los nazis y que finalmente son capturados. Explica el historiador Pedro Benítez que hay documentación que confirma que otros se alistaron en el cuerpo de trabajadores españoles, personas que no luchaban sino que trabajaban con los franceses como mano de obra. Además hubo civiles capturados por la Gestapo, incluidas personas refugiadas que igualmente acabarán deportadas a los campos de concentración.
Muchos de los prisioneros fueron internados en Mauthausen y subcampos como el de Gusen, donde se agolpaban miles de españoles. Recuerda la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura cómo el 16 de mayo de 1945, una vez liberado Mauthausen, todos los comités nacionales de presos del campo redactaron un juramento que firmaron deportados de múltiples nacionalidades y que decía así: “Al fin las puertas de uno de los campos más terribles y más sangrientos se abren, las del campo de Mauthausen. Partiendo en todas las direcciones, volveremos libres a nuestros países liberados del fascismo”.
Los apátridas
Uno de los problemas que encuentran los españoles es su estatus de apátridas. Mientras en otros países los deportados supervivientes eran recibidos con salvas, como verdaderos héroes, el caso de los españoles era bien diferente. Se trataba en su mayoría de personas que habían luchado en defensa de la República o que simpatizaban con ella y no podían regresar a casa.
De hecho fueron identificados en el interior de los campos con un triángulo azul invertido con una ‘S’, que les identificaba como españoles apátridas. Personas a las que su país, con la dictadura militar en el gobierno, no reconocía. “Nuestros compatriotas se vieron obligados a vivir un segundo exilio en Francia y en otros países, que en muchos casos ha durado hasta nuestros días y que en otros acabó con sus vidas en los meses posteriores debido a las dificultades económicas, a las secuelas físicas y psíquicas de sus pasos por los campos de concentración”, recuerda la asociación extremeña de memoria histórica.
Para la asociación de memoria histórica el mejor homenaje que se les puede dar es, “como puro ejercicio democrático, que se conozca su historia. Durante muchos años la historia de nuestros deportados ha estado sepultada bajo un manto de olvido, desmemoria e indiferencia”.