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El joven gallego detenido en las Marchas de la Dignidad espera el juicio que lo puede llevar a la cárcel

Emilio Cao interviene en una manifestación convocada en su apoyo en O Carballiño

Marcos Pérez Pena

El próximo 19 de marzo Emilio Cao, un joven de O Carballiño de 21 años de edad, será juzgado en Madrid, acusado de agresión y atentado a la autoridad, cargos que niega con rotundidad. La Fiscalía pide para él una pena de 5 años y 8 meses de cárcel y el pago de 600 euros de multa. Hace ya casi cuatro años, el 22 de marzo de 2014 Cao fue detenido en Madrid. Entonces tenía 17 años, estaba integrado en el colectivo Estudiantes sin Futuro y había viajado con la Columna gallega de las Marchas de la Dignidad para participar en la masiva manifestación que reclamaba “pan, trabajo y techo” en el momento más duro de la crisis económica.

La policía cargó durante el acto final de la marcha, mientras aún hablaba Diego Cañamero, y 24 personas fueron detenidas, entre ellas Emilio Cao. “Las Marchas tenían un servicio de orden, para impedir que hubiera conflictos con la policía, pero los antidisturbios lo ignoraron. Pudieron coger a cualquiera. Yo estaba con compañeros a los que no detuvieron de puro milagro. A ellos o a cualquiera de la columna gallega”, cuenta. “Me cogieron, me tiraron al suelo, me aplastaron la cabeza con el escudo contra el suelo. Eso fue complemente innecesario, no había ninguna posibilidad de que yo pudiera escapar”, recuerda.

Fue trasladado después a la comisaría, donde no supo hasta el día siguiente de que había sido acusado, siendo sometido a un trato degradante, según relata: “Allí estuvimos muchas horas de pie contra una pared blanca, sin poder hablar con los compañeros que teníamos del lado, que estaban también detenidos. Estuvimos horas así, los policías vigilando para que no nos girásemos y no nos moviésemos. Y solo cuando a ellos les dio la gana, nos bajaron a los calabozos”

Cuatro años después de aquello, Emilio Cao intenta llevar una vida normal, aunque reconoce que está “expectante” ante lo que pueda pasar en el juicio. “El abogado me dice que en teoría no debería preocuparme, que no tengo antecedentes, pero ya sabemos cómo ve esto”, dice. Hay precedentes recientes que llevan a pensar en una pena reducida o incluso en la absolución total, personas con acusaciones parecidas como la zaragozana Raquel Tenías, detenida también aquel día en Madrid y para quien la Fiscalía solicitaba cuatro años de prisión y fue finalmente absuelta. Sin embargo, otras situaciones incrementan la preocupación de Cao, como la condena de tres años y medio al rapero Valtonyc o las penas de prisión para los jóvenes de La Insurgencia por el contenido de las letras de sus canciones.

“Esos temas asustan bastante. El nivel de represión es tremendo. Lo vemos todos los días en Catalunya, en los juicios a raperos, o en las detenciones y condenas por hacer murales. La justicia en este país es cada vez más un significante vacío”, dice. “Con el nivel de conflictividad social que estamos viviendo, es más que posible que esto aumente”, añade.

“La lógica judicial funciona así. Buscan generar miedo, que la gente se aleje de las cosas”, asevera. Sin embargo, él ha seguido haciendo una vida normal, la misma vida que -destaca- quedaría “destrozada por completo” si finalmente es condenado. El pasado año comenzó la carrera de Filosofía, y está ya en segundo curso. “Llevo una vida normal y no la he modificado por esta acusación. Sigo manteniendo mi militancia política, sigo manifestándome, sigo participando en asambleas. Sigo estudiando, trabajo en los veranos, le echo una mano a mi padre cuando puedo”, asegura.

La desproporción entre lo sucedido y la pena solicitada ha despertado en toda Galicia una ola de solidaridad con Cao, demostrada ya a finales de 2016 en una manifestación que recorrió las calles de O Carballiño, y que se ha reproducido nuevamente esta semana en las redes sociales con la etiqueta #AbsoluciónEmilioCao, que llegó a ser trending topic en todo el Estado.

Emilio Cao quiere agradecer todo el apoyo que está recibiendo, de personas próximas, compañeros y compañeras de militancia, y también los cientos de mensajes de personas que no conoce personalmente, llegados de toda Galicia y de otros partes de España: “Tengo una enorme gratitud con todas las personas que me están apoyando. No pensé que fuera a ser tan viral”. Sin embargo, pide que no se personalice la situación en su caso particular: “Esto no es un caso aislado. No quiero que se personalice en mí. Mi situación la está sufriendo mucha gente, por eso debemos extender el espectro de la solidaridad a todas las personas que están padeciendo esto en cualquier punto del Estado y las que lo sufrirán en el futuro. Porque esto va a peor. Debemos cuidarnos unos a los otros, tejer red”.

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