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El Gobierno cierra la economía informal del pimiento de Padrón a pie de carretera

Pimientos de Padrón.

Daniel Salgado

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La costumbre no siempre se adapta a la legalidad vigente. Ni viceversa. Las vendedoras de pimientos de Padrón –de Herbón según la terminología oficial– que ofrecían su producto en los arcenes de la Nacional 550 lo están comprobando en carne propia. La ley de carreteras, aprobada en 2015, impide su actividad por “no ser un servicio público de interés general”. Si hasta ahora la habían realizado sin problemas es porque nadie había preguntado. Pero la solicitud de permiso de una de ellas para instalar un carromato provocó la actuación de las administraciones.

Una de las habituales en el tramo de la N-550 que va de Padrón al enlace con la vía rápida de O Barbanza fue la que desató la situación actual. Acudió al Ayuntamiento de la localidad para pedir autorización de ocupación de vía. Quería instalar un “carricoche”, explica el concejal Javier Guillán (PP), responsable de Mercados. Es decir, ampliar el negocio. Lo usual es que las mujeres muestren su producto sobre una banqueta, usen otra para sentarse y una sombrilla. Desde el Ayuntamiento enviaron la solicitud, plano de ubicación incluido, al Ministerio de Transportes y Movilidad, del que dependen las carreteras y los terrenos de dominio público de titularidad estatal.

La respuesta del Ministerio no tardó. Y fue negativa. En ella remitían, dice Guillán, al articulo 46.2 de la ley 37/2015, que hace referencia a las travesías urbanas y a los límites de la competencia del Ministerio. Fuentes de este aclaran a elDiario.es que otro apartado de la norma también fundamenta su posición, el 29.4: “Solo podrán realizarse obras, instalaciones u otros usos en la zona de dominio público cuando la prestación de un servicio público de interés general así lo exija [...] o cuando se justifique debidamente que no existe otra alternativa técnica o económicamente viable”. La venta ambulante de pimientos de Padrón no encaja ni en el interés general ni en la ausencia de alternativas, señalan.

Las afectadas prefieren no hablar. Son cuatro las que habitualmente trabajan en el lugar. El concejal Javier Guillán asegura que les ha propuesto otros emplazamientos para que coloquen sus pimientos a la venta, pero de momento no han aceptado. Uno de ellos es en las proximidades de la plaza de abastos. “No quieren, porque dicen que los coches no las ven”, afirma el edil. Es precisamente Guillán quien se ha encargado de formalizar lo que hasta ahora había sido comercio informal. “Era una costumbre, y nunca nadie lo había mirado. O miraban para otro lado”, dice.

El pimiento de Padrón es una variedad del chile llegada de América en el siglo XVI. Fueron los misioneros del convento franciscano de Herbón quienes los introdujeron en Galicia. De su exposición al sol, dicen, depende si pican o no. Raro es el establecimiento de restauración en la comunidad que no los incluye en su carta. La parroquia de Herbón da nombre a la denominación de origen que protege legalmente el popular vegetal. Su presidenta, Milagros González, opta por no opinar sobre la polémica de las vendedoras de carretera. “No quiero problemas”, dice. Fuentes del consejo regulador entran más en detalle: “Ningún miembro de la denominación de origen vende en la carretera. Ahí el producto no va embolsado ni contraetiquetado”.

El Ayuntamiento de Padrón comparte esa preocupación por la regulación. “No podemos mirar para otro lado. No puede haber competencia desleal. Esto no es lo de antes. Si es peor o mejor, no lo sé, pero debe ser para todos igual”, considera. Para ello entiende que aquellas personas que comercien con pimientos deben darse de alta como vendedores ambulantes y autónomos, además de sacar el carné de manipulador de alimentos. Y que no en ese tramo de la N-550 pero sí en el Santuario da Escravitude o en las inmediaciones de la plaza de abastos estará legalmente permitido vender pimientos de Padrón.

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