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Ayuntamientos gallegos y portugueses reclaman la reapertura de la frontera más transitada entre España y Portugal

Protesta de alcaldes gallegos y portugueses en la frontera

Daniel Salgado

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Cinco de los siete pasos más transitados entre el Reino de España y la República de Portugal se encuentran en Galicia. De ellos, cuatro permanecen cerrados como consecuencia de las medidas adoptadas contra el coronavirus. La epidemia partió por la mitad una de las eurorregiones con más historia y mayor dinamismo de Europa: la que integra el sur gallego con el norte portugués. Sus alcaldes quieren que los dos Estados atiendan ahora a su realidad y reabran los puentes antes de la fecha decretada ayer por el Gobierno portugués, el 1 de julio. Para presionar, han comenzado a movilizarse.

La vía que une Tui (Pontevedra) con Valença do Minho (Portugal) registra el tráfico más elevado de toda la frontera hispano portuguesa. Fue la única de las gallegas que permaneció abierta durante los dos meses de confinamiento y se convirtió en ruta obligada para miles de trabajadores transfronterizos. “Con la desescalada, el problema se agrava. La gente vuelve a sus puestos de trabajo y el tráfico es cada vez mayor”, señala el alcalde socialista de Tui, Enrique Cabaleiro. La Raia -así se conoce en Galicia la frontera con Portugal- es en esa zona “industrializada y urbana”.

Según los cálculos de Cabaleiro, no pocos comercios de la villa que gobierna dependen hasta en un 40% de clientela portuguesa. Al otro lado del río Miño sucede lo mismo, pero a la inversa. “Pero no se trata únicamente de una cuestión económica”, añade, “esta situación también tiene una afectación social, cultural, compartimos equipamientos públicos...”. El regidor se ha sumado a una docena de primeros ediles gallegos y lusos en una serie de actos simbólicos para reclamar el levantamiento de barreras. Este miércoles se han desplazado al puente internacional que une el ayuntamiento de Tomiño (Pontevedra) con el de Vilanova da Cerveira (Portugal) y han desplegado en grandes letras su S.O.S.

“Necesitamos que, por lo menos, la movilidad de la frontera de Tui se permita en más sitios”, coincide Xosé Manuel Rodríguez, alcalde de As Neves, del BNG. En su localidad, operarios manuales, empleados en manufacturas o comerciantes se intercambian con los de la otra orilla del Miño, en Monção. Lo que normalmente serían unos 14 kilómetros se convierten en 51. Deben viajar a Tui, cruzar el río hasta Valença y, de allí, desplazarse a Monção. Al final de la jornada, lo mismo. Peor todavía lo tienen en Arbo (Pontevedra), zona vinícola y célebre por la lamprea, que para llegar a Melgaço, al otro lado de su puente internacional, están ahora obligados a recorrer 100 kilómetros.

“En Arbo hay muchos trabajadores portugueses en las bodegas, en nuestro parque empresarial, o en el comercio, como autónomos”, indica el primer edil de la localidad gallega Horacio Gil (PP), “que se ven ahora obligados a hacer 200 kilómetros diarios, al tener que ir a Tui para pasar la frontera”. Gil lamenta “el enorme coste económico” de una situación que determina la vida en una zona “en que la frontera es muy permeable. Hay incluso niños que viven aquí y van a la escuela en Melgaço”.

Los regidores exigen a los gobiernos español y portugués que la frontera desparezca de nuevo. “Por las impresiones que intercambiamos entre los alcaldes de ambos lados, la situación es parecida en cuanto a la epidemia”, argumenta Horacio Gil, quien asegura que “por supuesto, la prioridad es la salud. La apertura debe ser coordinada y controlada”. Quieren reparar un territorio cuya historia, naturaleza y sociedad actual no se entiende ya con las aduanas en funcionamiento. Tampoco con la circulación restringida.

“El Gobierno del Reino de España y el Gobierno de la República portuguesa no son conscientes de lo que sucede”, resume Xosé Manuel Rodríguez, “es un grave error que paga la ciudadanía”. También Cabaleiro, primer edil de Tui, así lo cree: “¿Por qué abren la frontera en Extremadura y no aquí? Tenemos más posibilidades de que nos contagie alguien de Madrid que alguien de Porto, por poner un ejemplo”, considera. Con el virus más o menos bajo control en las dos orillas del Miño, entiende llegado el momento de “coordinar una fecha de apertura”.

Realidad social, no política

Eixo Atlántico es una entidad sin ánimo de lucro que promueve “la cooperación” entre Galicia y Portugal. Su secretario general, Xoán Vázquez Mao, describe la frontera como “una realidad social y económica. Son los barrios de una ciudad, no una entelequia política”. Por eso le preocupan los efectos de un cierre más extendido de lo estrictamente necesario. “Muchos comercios portugueses abrieron en función de sus clientes gallegos, pero no les sirve de mucho, porque los clientes no llegan”, sostiene.

Vázquez Mao explica que la influencia de la frontera, en realidad, abarca “unos 50 kilómetros, casi hasta Vigo en Galicia y hasta Braga en Portugal”. “Para algunos negocios portugueses, con la frontera cerrada es como si continuasen confinados. Lo mismo sucede del lado gallego”, dice. Como ejemplo, coloca los despachos de bacalao, los estancos o la gasolinera de Tui -“donde trabajan 13 personas, porque muchos portugueses van a respostar allí y ahora, con las retenciones en el puente internacional [el único abierto] no lo hacen”. Pero no es pesimista. No percibe un problema estructural. “La eurorregión no se va a debilitar, porque es una realidad ciudadana, no política”, afirma, “ahora, ¿van a aguantar todos los negocios? No, claro”.

La realidad política, a su juicio, va, como acostumbra a suceder, por detrás de la social. “La Xunta carece de política exterior. En esa área es un desastre”, declara, “y Madrid ve la cuestión como un problema de relaciones entre Estados. Hay un diálogo defectuoso entre cancillerías. Dan el mismo trato a los portugueses y los gallegos que a los turistas ingleses o alemanes”.

Contra esa desidia es contra la que se manifestaron este miércoles los alcaldes de A Guarda, O Rosal, Tomiño, Tui, Salvaterra de Miño, As Neves, Arbo y Crecente en la ribera gallega del Miño y de Caminha, Cerveira, Monção y Melgaço en la portuguesa. “Se ve que el Gobierno autonómico de Extremadura sí se movió convenientemente y argumentó la necesidad de permeabilizar la frontera”, señaló el director de la Agrupación Europea de Cooperación Tranfronteriza Uxío Benítez, “aquí, a pesar de que por la frontera de Tui circularon 200.000 coches durante el confinamiento, la Xunta no está ni se le espera”.

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