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Cómo un camarero de la discoteca Tito's pasó de testigo clave en el caso contra el magnate Cursach a acabar imputado

El extestigo protegido 29, tras su comparecencia ante la Justicia en septiembre de 2020.

Esther Ballesteros

Mallorca —

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Fue uno de los testigos clave del caso Cursach, centrado durante varios en levantar las alfombras de un supuesto entramado político-policial dirigido a salvar los intereses del considerado rey de la noche mallorquina Bartolomé Cursach, unos hechos que finalmente quedaron en agua de borrajas tras no haber sido acreditados durante el macrojuicio celebrado el pasado año contra el magnate y otros 16 acusados. Bajo la condición de testigo protegido 29, Daniel Corral, excamarero de la discoteca Tito's, buque insignia de Cursach, denunció en su día que el mismo establecimiento por el que décadas atrás habían pasado Marlene Dietrich, Ray Charles o Charles Aznavour lo frecuentaban ahora agentes de la Policía Local de Palma a quienes se agasajaba con servicios de prostitución, alcohol y drogas a cambio de salvaguardar la buena marcha de los negocios de Cursach.

Con una ristra de acusaciones que coparon gran parte de la actualidad balear y nacional –aseguró, incluso, haber visto cómo la droga era transportada desde un velero amarrado frente a Tito's para después ser introducida en maletines dentro de la discoteca–, Corral, al igual que otros de los testigos principales del caso Cursach, está siendo investigado en la actualidad por un presunto delito de falso testimonio y ha sido citado a declarar este jueves en un Juzgado de Instrucción de Palma.

Varios informes de la Policía Nacional, así como la Fiscalía Anticorrupción, han echado por tierra la versión de este testigo, al que los inspectores llegan a calificar como “el más peligroso” de cuantos declararon ante el exjuez Manuel Penalva y el exfiscal Miguel Ángel Subirán, quienes, por su parte, se encuentran a las puertas del banquillo bajo peticiones de condena de más de cien años de prisión a raíz de las presuntas irregularidades que habrían cometido mientras instruían la macrocausa. Ambos juristas, sobre quienes pesan presuntos delitos de detención ilegal, obstrucción a la justicia, prevaricación judicial y revelación de secretos, niegan haber delinquido para construir a la carta sus investigaciones en torno a Cursach y reclaman su absolución.

“Auténtico misil teledirigido”

En sus atestados, la Policía Nacional llega a tildar a Corral de “auténtico misil teledirigido” por parte de Penalva y Subirán contra todo aquel que, de algún modo, entorpeciera sus investigaciones, “despreciando una vez más las más mínimas normas de la justicia, la ética y, por qué no decirlo, la humanidad”. En esta línea, los inspectores ponen de manifiesto que se trataría de una “persona taimada, inteligente, que fabrica pruebas con una preparación que raya lo profesional” y detrás de la cual tenía “a todo un juez, un fiscal y un grupo de policías que lo amparan de forma presuntamente delictiva en su propio interés”.

“Los ahora investigados [en alusión a Penalva y Subirán] solo cuentan con el testimonio del testigo, que ante la falta de datos u otros testimonios que lo avalen será apoyado de forma dirigida por otros testigos de la organización criminal”, llegan a señalar los funcionarios policiales. Por su parte, Anticorrupción, dos semanas antes de que, el pasado mes de junio, arrancara el juicio contra Cursach, retiró las acusaciones más graves que durante los últimos años habían planeado sobre el magnate de la noche mallorquina. Entre ellas, por “falta de verosimilitud”, las relativas a las supuestas orgías que, según apuntaban las investigaciones iniciales, fueron celebradas en Tito's.

El presidente del TSJIB descarta coacciones a testigos

Con los datos aportados por la Policía Nacional sobre la mesa, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears (TSJIB), Carlos Gómez, encargado de investigar los métodos supuestamente empleados por exjuez y exfiscal para apuntalar sus acusaciones, acabó descartando, sin embargo, que los antiguos investigadores del caso Cursach conformasen un grupo criminal y que coaccionasen tanto a Corral como a otros testigos para que mintiesen con el objetivo de reforzar sus acusaciones acerca de un supuesto entramado mafioso. A su juicio, Penalva y Subirán actuaron “en la convicción” de que aquellos a quienes investigaban eran culpables: “Que un juez y un fiscal lleguen a la convicción de la culpabilidad de las personas investigadas y que, por ello, deseen su condena, no es constitutivo de delito alguno”, afirmaba en uno de sus autos.

El magistrado recalcaba que solo en el caso de que Penalva y Subirán “tuviesen conciencia de que el testigo les mentía y, a pesar de ello, dieran credibilidad a sus manifestaciones y con base en ella actuasen y dictasen resoluciones, su conducta podría ser considerada delictiva”, precisando, acto seguido, que “no existen en autos indicios de ello”. Por este motivo, el magistrado acordó remitir las pesquisas relacionadas con los principales testigos del caso Cursach al decanato de Palma para que fuesen los Juzgados de Instrucción los que investigasen si aquéllos incurrieron, 'motu proprio', en delitos de acusación o denuncia falsa. Uno de esos Juzgados es el que ha citado a declarar esta semana a Corral.

Tras ello, los fiscales de Madrid personados en la causa, Tomás Herranz y Fernando Bermejo, impugnaron el auto mediante un escrito en el que acusaban a Gómez de “rebasar” sus funciones a la hora de descartar hechos que, según alegaban, debían ser examinados en juicio y sobre los que, abundaban, planean sólidos indicios de criminalidad. Los dos investigadores se amparaban, además, en sentencias como la que, en 1996, dictó el Tribunal Supremo para condenar al juez Luis Pascual Estevill por detención ilegal y prevaricación. Sostenían, incluso, que “la decisión de guiar las declaraciones” testificales no fueron “un hecho aislado, sino una forma de trabajar”. Finalmente, Gómez dejó a los antiguos investigadores del caso Cursach a las puertas del banquillo por varios delitos pero desechando, de nuevo, que aleccionasen a los testigos a los que interrogaron.

El extestigo 29 denuncia un “complot”, amenazas y acoso

Por su parte, el ahora investigado se ha ratificado hasta ahora en las declaraciones que prestó en su día ante Penalva y Subirán y asegura que “en ningún momento” fue “forzado a decir algo que no quisiera y mucho menos el fiscal Miguel Ángel Subirán y el juez Manuel Penalva”, como aseguró ante los medios tras declarar como imputado, en septiembre de 2020, ante el TSJIB. Durante su comparecencia, Corral tildó de “falso” lo manifestado en los informes de la Policía Nacional, aseguró que las imputaciones contra él obedecen a un “complot” e incluso apuntó a la existencia de una “campaña de acoso brutal” contra su persona.

El extestigo asegura, además, haber sufrido numerosos episodios de amenazas y acoso tras su paso por el caso Cursach. También denunció el trato que habría recibido en una reunión en Madrid por parte de uno de los fiscales que han investigado a Penalva y a Subirán, unos hechos que el propio fiscal niega con vídeos y audios que demostrarían que no fue así. Asimismo, dos de los abogados personados en su día en el caso Cursach se encuentran a las puertas del banquillo a raíz de las supuestas amenazas denunciadas por Corral.

La Policía Nacional, sin embargo, asevera en uno de sus informes que el extestigo 29 “es una persona enfermiza, calculadora y que no duda en acosar o denunciar de forma mendaz a todo aquél con el que se obsesiona o al que se enfrenta”, haciendo hincapié en cómo, a cambio de reconocer a una serie de policías locales presuntamente beneficiados por Cursach, “obtiene la protección incondicional del grupo organizado”. “Presenta a sus víctimas como verdaderos sicarios del grupo mafioso Cursach, que amenazan y agreden de forma continua”, abundan los funcionarios policiales, quienes inciden en que, al igual que otros testigos, “presuntamente inventará agresiones que conllevarán a las condenas de personas inocentes y que serán el aval de lo que no pueden demostrar con pruebas”.

Los inspectores abundan en que, cuando el extestigo 29 “es descubierto por algunas de las personas con las que mantiene desencuentros y denunciado, realiza contradenuncias en las que se presenta como víctima, denunciando los mismos hechos que sus víctimas, para lo que tiene un perfecto manejo de los métodos judiciales y policiales a fin de no ser descubierto”. “En este sentido, utiliza teléfonos prepago a nombre de terceros con los que amenaza y se autoamenaza, prepara unas declaraciones con otras y realiza contradenuncias a cualquier hecho que lo incrimine”, añaden.

Las acusaciones contra tres investigados del caso Cursach

El atestado sostiene que su conducta se remonta a varios años antes de que arrancaran las investigaciones del caso Cursach. Según el relato de la Policía Nacional, Corral “había acosado, al menos, a un joven con el que se obsesionó y con el que al parecer trató de mantener una relación sentimental sin conseguirlo”. Tiempo después le volvió a suceder lo mismo con un montador de cocinas, Adrián V., a quien conocía desde hacía años. Cuando éste inició una relación con una joven, el testigo inició “una espiral de celos y acoso” y comenzó a atacar “mediante artificios” a todo el entorno de la pareja. Involucrándoles, incluso, en el caso Cursach.

“A partir de ahí, el testigo va tejiendo una telaraña que atrapa a todo aquél” que se relaciona con la pareja, hasta tal punto de que Adrián, que “trabaja de forma ordenada y sin tacha, será encarcelado en varias ocasiones y acabará viviendo sin encender la luz en su domicilio para que no sepa que se encuentra en su interior por el acoso que sufre, haciendo pequeñas compras para poder demostrar dónde está en cada momento ante posibles denuncias falsas, traicionando sus más profundas creencias religiosas a cambio de salir de prisión”. Los policías señalan que, como consecuencia de estas acusaciones, Adrián V. acabaría cuatro veces arrestado en el marco del caso Cursach y dos, enviado a prisión “de forma presuntamente injusta”.

Por su parte, la joven, Alexandra P., “cuyo único delito fue ser pareja del anterior durante un año aproximadamente, se convirtió para los ahora investigados en una exprostituta que planeó incluso acabar con la vida del testigo 29”. Según la Policía Nacional, su supuesto acosador habría logrado arrinconarla, que su familia la hostigara e incluso que su hermano, Florian P., acabara en prisión. Sobre éste, Corral denunció haber sido agredido por él, unos hechos que la Policía considera que no se produjeron y fruto de los cuales, “con pruebas y testigos falsos, lograron que entrara en prisión preventiva” y fuese finalmente condenado a tres años de cárcel tras “serle negadas las más mínimas posibilidades de defensa, siendo engañado el tribunal por los investigados y dejándolo huérfano de pruebas elementales que ahora han aflorado”. Asimismo, el extestigo 29 acusó a Florian P. de ser “sicario de Cursach, para el que ni siquiera ha trabajado”, apostillan los inspectores.

Son precisamente Adrián V., Alexandra P. y Florian P. quienes dirigen la acusación contra el extestigo 29 en la causa por la que ha sido citado a declarar este jueves.

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