En Moncloa están felices con el acuerdo que Pedro Sánchez ha logrado con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, que atribuyen a un ejercicio de diplomacia basado en la “ambigüedad constructiva”, que permite a cada una de las partes reivindicar el éxito de su negociación. Unos cambios en la redacción de la declaración conjunta de la cumbre que arranca este martes en La Haya –que da un cierto margen a la interpretación, según fuentes gubernamentales– y una carta firmada del puño y letra por Rutte permitieron al presidente del Gobierno anunciar un “acuerdo positivo”, pero, sobre todo le dio oxígeno para no comprometerse a disparar en unos 80.000 millones de euros el gasto militar –hasta un 5% del PIB–, una decisión complicada ante el electorado de izquierdas y de sus socios de legislatura, más allá de irrealizable desde el punto de vista de las finanzas públicas de un Gobierno progresista.
La alternativa, es decir, haberse mantenido en el 'no' que le comunicó por carta a Rutte el pasado viernes habría supuesto el bloqueo de una cumbre de la OTAN a la que Donald Trump llegaba con una exigencia muy clara para sus socios, especialmente los europeos: tenían que subir el gasto militar al 5%. Y negarse en rotundo podría haber tenido consecuencias incalculables en el marco de la Alianza Atlántica teniendo en cuenta la volatilidad del presidente de EEUU.
El rechazo lo manifestó Sánchez, aunque otros países también tenían dudas o reticencias a pactar un aumento histórico del gasto en defensa, y fue el que impulsó el nuevo entendimiento en el marco de la OTAN.
Rutte salva así su primera cumbre y también la primera desde el retorno la Casa Blanca de Trump, quien ha llegado a amenazar con dejar de proteger bajo el artículo 5 a los aliados que no cumplan con los compromisos de gasto militar y con desentenderse de la seguridad del Viejo Continente. Con una redacción más ambigua de la declaración final, pero que sigue manteniendo el objetivo genérico de gasto del 5%, y una misiva a Sánchez dándole manga ancha en el porcentaje del PIB que España dedica a la defensa, siempre y cuando cumpla con los objetivos de capacidades pactados ya en la alianza atlántica, logró el consenso de los 32 estados miembros. Hasta entonces faltaba el sí de España.
Así, Rutte ha reconocido este lunes en su rueda de prensa previa a la cumbre de La Haya, que España solo ha acordado los objetivos operacionales y que hay discrepancia respecto a qué porcentaje de PIB tendrá que gastar España para llegar a ellos, si bien el holandés reconoce que España no se ha comprometido a un porcentaje de gasto determinado.
En esa discrepancia entre la OTAN y el Gobierno de España, Rutte afirmó que sus cálculos no coinciden con los de Sánchez. El presidente aseguró, en virtud de los técnicos del ejército, que se necesitará en torno al 2% o el 2,1% del PIB para cumplir con los objetivos de capacidades que le corresponden a España para sus compromisos de seguridad trasatlántica de la próxima década.
Sin embargo, tanto antes como después de la comparecencia de Sánchez, en la OTAN aseguraban que esas capacidades requieren de un aumento considerablemente mayor del gasto.
En concreto, Rutte ha apuntado a la cifra que se ha pactado en el conjunto de la organización: un 3,5% para el gasto militar puro y duro (a esa cifra habría que sumar un 1,5% correspondiente a gasto asociado a defensa, como protección de infraestructuras críticas, interoperabilidad, movilidad, ciberseguridad, etc.), ha respondido el holandés en la rueda de prensa previa al arranque de la cumbre que se celebra en La Haya.
“España cree que puede alcanzar esos objetivos con un porcentaje del 2,1%. La OTAN está absolutamente convencida de que España tendrá que gastar el 3,5% en conjunto”, ha respondido Rutte a los periodistas.
Por el momento, la OTAN y España ganan tiempo. El secretario general 'salva' la cumbre y los aliados que querían un compromiso de aumento récord del gasto militar (EEUU, pero también los del este de Europa) se llevan un triunfo. Por otro lado, Sánchez 'vende en casa' que España ha conseguido una flexibilización y el escrutinio de si cumple o no con los requisitos que le han impuesto en la OTAN llegará más adelante, con el análisis de los planes que “periódicamente” tendrán que presentar los estados miembros. Y esos procesos, en el seno de la organización, se entierran en la opacidad. Así que ni siquiera está claro que España se vaya a llevar públicamente un rapapolvo por incumplir. Y si lo hace, será más adelante. La primera revisión formal de esos objetivos de capacidades será en 2029, si bien en los informes anuales que publica la OTAN figura el porcentaje de PIB de gasto en defensa de cada país.
Las declaraciones finales de las cumbres de la OTAN, que se aprueban por consenso, no son legalmente vinculantes como puedan ser las de un Consejo Europeo ni existen mecanismos como en la UE para hacerlas cumplir: son declaraciones que fijan compromisos políticos entre los 32 socios, y, en este caso, el Gobierno de España evita el compromiso del 5% con cambios en la declaración y la carta aclaratoria del secretario general de la OTAN, así como su comparecencia de este lunes en la misma línea.
El acuerdo le quita presión al Gobierno ante la inexistencia de Presupuestos en un momento en el que la continuidad de la legislatura se encuentra tocada por los escándalos de corrupción tras las revelaciones sobre el ya exsecretario de Organización del PSOE Santos Cerdán. Y esa negociación de las cuentas públicas, que ni siquiera ha comenzado y no hay visos de que lo haga próximamente, se complicaría aún más si el Gobierno tiene que añadir décimas multimillonarias en la partida de defensa en contra del criterio de sus socios de izquierdas.
Lo que no concreta el Gobierno de Pedro Sánchez es a qué responde ese cálculo del 2,1% del PIB.
Fuentes gubernamentales apuntan a que la medición se hace conforme a la métrica tradicional que hasta ahora se ha tenido en cuenta en la OTAN y que a partir de esta cumbre cambiará. Pero, ¿incluye esa cifra ya extras del denominado gasto en defensa asociado y fijado por la OTAN en un 1,5%? ¿El 2,1% responde únicamente al gasto militar puro y duro o el total en defensa será superior si se incorporan partidas como la ciberseguridad, movilidad o protección de infraestructuras críticas? No hay una respuesta concreta, las fuentes afirman que la nueva métrica aún no está configurada.
La información sobre los objetivos de capacidades es clasificada. Por el momento, Rutte se ha limitado a poner unos ejemplos: se tienen que multiplicar por cinco los sistemas de defensa aérea, adquirir miles de tanques y vehículos blindados y millones de cartuchos de munición. Con eso quiere hacer una OTAN “más fuerte, más justa y más letal”. Y es que el secretario general de la OTAN ya ha advertido en varias ocasiones de que el mundo los aliados no están en guerra, pero tampoco en periodo de paz.
De hecho, en vísperas de que los líderes se reunieran en La Haya, Trump decidió atacar instalaciones nucleares de Irán arrastrado por Benjamín Netanyahu. Y mientras la Unión Europea clamaba en solitario por una solución diplomática, la República Islámica respondía con misiles en las bases militares de Irak y Qatar. Para entonces, una ciudad blindada, La Haya, aguardaba la llegada de los jefes de Gobierno de la OTAN, que en esta ocasión ha relegado a Ucrania a un segundo plano por la diferente posición con respecto a esta guerra de Joe Biden y Donald Trump.
Volodímir Zelenski no estará con ellos en el plenario, como sí ocurrió en las dos citas anteriores, y el apoyo a ese país se abordará en el ámbito de los ministros.