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Bachelet padre, el militar fiel a Allende ridiculizado por Bolsonaro

Michelle Bachelet en su juventud, junto a su padre Alberto.

Meritxell Freixas

Santiago, Chile —

A una semana de que se cumplan 46 años del golpe de Estado de Pinochet en Chile, el presidente de Brasil Jair Bolsonaro no ha tenido nada mejor que hacer que atacar a la expresidenta chilena Michelle Bachelet citando a su padre, un militar demócrata torturado que murió preso, mientras celebraba aquella victoria de Pinochet contra “los comunistas”.

Michelle Bachelet, actualmente alta comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, había hecho público un informe en el que mostraba su preocupación por los “ataques” contra los defensores de los derechos humanos y el incremento de muertes de personas negras a manos de la policía en el Brasil de Bolsonaro. El mandatario le respondió a través de Twitter, acusándola de “seguir la línea de Macron” y de “entrometerse en los asuntos internos y la soberanía brasileña”.

Luego le espetó: “Olvida que su país no es una Cuba gracias al personal de Pinochet, que derrotó a la izquierda en 1973, entre estos comunistas su padre, militar de la época”.

Víctimas de la represión

El padre de la expresidenta de Chile, Alberto Bachelet, era general de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) cuando fue detenido por primera vez durante la dictadura. Murió en 1974, a los 51 años, tras sufrir un infarto en la Cárcel Pública de Santiago después de ser sometido a torturas, aplicadas por sus propios compañeros de la FACH en el tercero de sus arrestos.

Lo mantuvieron encapuchado largo tiempo, fue golpeado y le clavaron objetos punzantes en las uñas. “Me encontré con camaradas de la FACH a los que he conocido por 20 años, alumnos míos, que me trataron como un delincuente o como a un perro”, escribió en una carta dirigida a su hijo en 1973.

Antes, en tiempos de la UP, Alberto Bachelet fue nombrado por Allende secretario de la Dirección Nacional de Abastecimiento y Comercialización, a cargo de dirigir las Juntas de Abastecimiento y Control de Precios (JAP), una suerte de comités de racionamiento que gestionaban la escasez de alimentos y suministros que afectaba al país. Con la llegada del golpe, lo identificaron como parte del grupo de militares que se opuso al levantamiento liderado por Pinochet y fue juzgado por “traición a la Patria” en un Consejo de Guerra. En junio de 2012, un informe pericial del Servicio Médico Legal demostró que Alberto Bachelet había muerto a causa de las torturas.

Su hija Michelle tampoco escapó de la tortura. La expresidenta habló públicamente de este episodio en un reportaje emitido por la televisión chilena en 2014. La exmandataria relató su detención en 1975 junto a su madre, Ángela Jeria, y su paso por el centro de tortura Villa Grimaldi, donde 240 personas fueron ejecutadas o figuran como desaparecidas, según cifras del propio espacio de memoria.

“Recibí tortura psicológica, esencialmente, y algunos golpes, pero no me 'parrillaron'”, dijo en referencia a la aplicación de descargas eléctricas. “Tuve suerte comparada con tantos otros, muchos de ellos murieron”, añadió. También mencionó al hombre que en ese tiempo era su pareja, el dirigente socialista Jaime López Arellano, quien actualmente figura como desaparecido: “Me encantaría saber lo que pasó realmente con él: si está desaparecido, si está muerto, si está en algún otro lado”, dijo.

Tras su liberación, Bachelet y su madre se vieron obligadas a exiliarse, primero en Australia y luego en Alemania. Según cifras oficiales, los 17 años de dictadura de Pinochet dejaron más de 3.000 muertos y 38.000 torturados en Chile.

Reacciones de todos los sectores

Menos en el caso de la principal afectada, que ha evitado responder a las provocaciones de Bolsonaro, las palabras del presidente brasileño desencadenaron una sucesión de réplicas de toda la clase política chilena. El presidente chileno Sebastián Piñera compareció en una breve rueda de prensa sin preguntas y tomó distancia de su homólogo, convertido en uno de sus principales aliados en la región. “No comparto en absoluto la alusión hecha por el presidente Bolsonaro respecto de una expresidenta de Chile y, especialmente, en un tema tan doloroso como la muerte de su padre”, declaró.

Mientras, el ministro de Exteriores chileno, Teodoro Ribera, se reunía con su par de Economía brasileño Paulo Guedes, en Brasilia, en otra muestra más de los vínculos entre ambos países, tras el encuentro de la semana pasada entre los dos jefes de Estado por los incendios de la Amazonía.

El rechazo a las declaraciones de Bolsonaro se extendió a todos los grupos de la oposición, sin excepción. El presidente del Partido Socialista chileno –donde Bachelet milita desde inicios de los setenta–, Álvaro Elizalde, lamentó que Piñera no hubiera mostrado una reacción “más enérgica” en contra de su aliado, aunque valoró que “marcara distancia”.

En cambio, los líderes del Partido Republicano, la nueva formación de la extrema derecha chilena, salieron sin titubeos a apoyar al brasileño. José Antonio Kast reprochó a Michelle Bachelet que “sus críticas no se basan en hechos, sino en su postura ideológica”, y el diputado Ignacio Urrutia sostuvo que “Bolsonaro no se equivoca” y que “el desarrollo de Chile es el resultado directo de la revolución económica y social de ese gobierno”, en alusión a la dictadura pinochetista.

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