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Doble asalto ultra de DeSantis: Florida prohíbe abortar después de seis semanas y limita la educación sexual en aulas

Fotografía de archivo del gobernador de Florida, Ron DeSantis. EFE/EPA/JUSTIN LANE

Javier de la Sotilla

Washington —

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Florida se ha unido esta noche a la lista de los estados con mayores restricciones al aborto en Estados Unidos: su Congreso estatal, ampliamente dominado por los republicanos, ha aprobado un proyecto de ley que prohíbe el aborto después de seis semanas de gestación, en vez de las 15 actuales. Horas después, en la madrugada, se ha convertido en ley con la firma del gobernador Ron DeSantis, carismático ultraconservador y futurible aspirante a liderar el Partido Republicano.

“Estamos orgullosos de apoyar la vida y la familia en el Estado de Florida”, ha escrito en un comunicado, “aplaudo a la legislatura por aprobar la Ley de Protección del Latido, que expande las protecciones provida”. Esta medida prohibirá el aborto, aproximadamente, en el momento en el que se da el primer latido del feto, en un plazo en el que muchas mujeres ni siquiera son conscientes de su embarazo, tras el mes y medio de gestación. Ello supone, de facto, una prohibición casi absoluta del aborto, que situará a Florida a la altura de otros estados sureños, como Alabama, Misisipi y Luisiana. Estos estados, históricamente más conservadores, iniciaron el verano pasado una carrera antiabortiva tras la derogación del derecho a nivel federal.

El gobernador está decidido a contentar a los votantes más radicales de su partido, a pesar de que la medida es fuertemente impopular entre los moderados, así como entre el conjunto de los estadounidenses, y podría jugarle una mala pasada electoral si se quiere presentar a las elecciones presidenciales de 2024. Bajo el mandato de DeSantis, que fue reelegido en noviembre después de una contundente victoria, Florida ha protagonizado el mayor retroceso de todo el país en cuanto al aborto desde la decisión del Tribunal Supremo. Hace un año, el estado permitía a las mujeres abortar hasta las 24 semanas de embarazo (medio año), una ley que fue recortada hasta las 15 (casi cuatro meses) y que ahora se reduce más de la mitad.

Ya son 13 los estados que prohíben el aborto en casi todos los casos y la gran mayoría se encuentran en el sur del país. Pero Florida, que hasta hace poco era considerado un “swing state” (con una mayoría muy disputada entre demócratas y republicanos) ha hecho un viraje del centro hacia la ultraderecha, capitaneado por el carismático DeSantis. Y el congreso estatal, con amplia mayoría conservadora, está siguiendo los designios del líder en el nuevo curso legislativo. Este jueves, la medida contra el aborto ha recibido 70 votos a favor y 40 en contra.

La restricción del aborto a partir de las seis semanas contará con excepciones en caso de violación, incesto o tráfico de personas, siempre que la persona embarazada tenga la documentación que lo demuestre. En estos casos, la restricción comenzaría a partir de las 15 semanas, como dictamina la ley en la actualidad. Además, se prohibirá expresamente el suministro telemático de medicación abortiva, que solo podrán ser administradas en persona.

Aun así, la vigencia de la ley antiabortiva dependerá de la confirmación del Tribunal Supremo de Florida, que todavía está valorando una impugnación sobre la ley anterior, de 15 semanas. Desde la derogación del derecho al aborto, la resistencia para defenderlo se encuentra ahora en los tribunales de los estados conservadores que lo han prohibido, como Texas, donde la semana pasada un juez llegó a paralizar provisionalmente la administración de mifepristona, uno de los medicamentos más utilizados en país para la interrupción de embarazos.

Ataque a la educación sexual: “No digas menstruación”

De forma paralela, DeSantis también tiene sobre su mesa otro polémico proyecto de ley, que supondrá una nueva persecución de la libertad educativa en las escuelas públicas. Después de prohibir el año pasado a los profesores enseñar materias relacionadas con la orientación sexual, la identidad de género y el antirracismo, ahora los republicanos están dispuestos a restringir la educación sexual para los menores de 12 años. Entre los contenidos que busca censurar, se encuentra la pedagogía sobre las enfermedades de transmisión sexual y sobre la menstruación.

La iniciativa legislativa fue aprobada por la cámara baja a finales del mes pasado y ahora espera la ratificación del gobernador de Florida. Una vez haya pasado este trámite, la prohibición entrará en vigor el próximo 1 de julio, momento a partir del cual aplicará a todas las aulas inferiores en el sexto grado. Y del sexto al decimosegundo grado (de los 12 a los 18 años), solo los profesores que obtengan la aprobación del distrito podrán enseñar contenidos de educación sexual a sus alumnos.

“Normalmente, los ciclos menstruales empiezan entre los 10 y 15 años”, recordó en la Cámara de Representantes la demócrata Ashley Viola Gantt al republicano Stan McClain, el hombre que propuso la legislación. “¿La ley prohibirá las conversaciones sobre menstruación a las niñas de cuarto y quinto grado (10 y 11 años), que ya la estarán teniendo?”, preguntó, y McClain respondió afirmativamente, matizando que el objetivo “no es castigar a las niñas pequeñas”.

Los profesores y las escuelas “tendrían que ser un lugar seguro”, reiteró Gantt, “si queremos preparar a nuestros niños para convertirlos en adultos formados, les tenemos que informar sobre sus cuerpos, creo que esto es algo básico”. Numerosas organizaciones de derechos humanos han denunciado que prohibir la educación sexual tiene efectos directos sobre la salud de los niños y, además, les quita capacidad para denunciar los casos de abuso por parte de un adulto.

Según un estudio hecho en 2019 por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, en inglés), más de la mitad de los estudiantes ya habían tenido relaciones sexuales antes del 12º grado (17-18 años); y de los sexualmente activos, la mitad no habían utilizado condón durante su último encuentro sexual.

Los opositores a la ley la han bautizado como “No digas menstruación” (“Don't say period”), en referencia a la “No digas gay”, aprobada hace menos de un año y que el congreso se ha dispuesto a ampliar en este nuevo curso. De hecho, a pesar de que la nueva iniciativa legislativa (HB 1069) hace referencia a la educación sexual, algunos de sus puntos también servirán para reforzar las restricciones sobre aquello que los jóvenes pueden aprender en las aulas sobre el género y la orientación sexual. Concretamente, incrementará el poder que ya tienen los padres para restringir aquello que los alumnos leen en las bibliotecas escolares.

Además, servirá para imponer en las escuelas la visión cerrada sobre la identidad sexual que defiende DeSantis en su estado, que ya restringe la participación de las personas trans a las competiciones deportivas escolares y ha paralizado la financiación pública a los tratamientos de afirmación de género. Concretamente, esta nueva ley define que el “sexo” es masculino o femenino “en función de configuración del cuerpo de la persona para un rol reproductivo específico”, de tal manera que el sexo está determinado por sus “cromosomas sexuales, hormonas sexuales naturales y genitales internos y externos presentes al nacer”.

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