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El gobierno de Macri, con apoyo peronista, saca adelante los recortes exigidos por el FMI

Esteban Bullrich (Cambiemos) abrió la sesión defendiendo los presupuestos de Macri

Víctor David López

Las exigencias del Fondo Monetario Internacional tras el préstamo de 57.000 millones de dólares y los temores de buena parte de la población argentina están ya registrados en la denominada ley de leyes, la del 'Presupuesto de gastos y recursos de la administración nacional'. El texto, tras más de 13 horas de debate, ha sido aprobado este miércoles con holgura en el Senado (45 votos a favor, 24 en contra y 1 abstención), adonde llegaba tras haber conseguido la media sanción en la Cámara de Diputados (138 votos a favor, 103 en contra y 8 abstenciones) el pasado 25 de octubre. Mauricio Macri había prometido que el FMI no impondría recortes, sin embargo, la sugerencia del texto al déficit cero dibuja una realidad diferente.

A pesar de estar en el centro de una enorme crisis económica, social y política, el Gobierno argentino ha conseguido sacar adelante el presupuesto de los grandes recortes solventando su minoría (la alianza Cambiemos cuenta con 108 diputados en una cámara de 257 y con 25 senadores de un total de 72) con llamativa facilidad. El secreto está en el necesario impulso recibido de una parte del peronismo, aquella liderada por Miguel Ángel Pichetto en el Senado, enfrentado con Cristina Fernández de Kirchner. Ambos, aprovechando la visibilidad de la ocasión, convirtieron sus butacas en la Cámara Alta en la parrilla de salida para las elecciones presidenciales de 2019.

El senador Esteban Bullrich, de la coalición liderada por Macri, fue el elegido para abrir la sesión, poniendo sobre la mesa el presupuesto y los argumentos del Gobierno. Lo definió como “un primer paso para eliminar la grieta, dejar atrás esa verdad precarizada y mirar el futuro unidos, con honestidad en el debate, con humildad en la crítica y con la verdad como luz”.

Su colega Ángel Rozas (Unión Cívica Radical) reconocía previamente que “este presupuesto no es la mejor solución, pero es el posible”, añadiendo que ni un solo ciudadano argentino estaría contento con un cálculo que dice que el país decrece.

Lo cierto es que los datos económicos están lejos de ser prometedores. El peso sigue  hundido tras una devaluación de cerca del 50% (la peor de los mercados emergentes este año), y la inflación sigue siendo muy alta. En septiembre se filtró un documento del Gobierno que calculaba para este año un 42% de inflación, una cifra que duplica los pronósticos del Ministerio de Economía hasta no hace mucho, y que incluso algunos analistas consideran optimista. Mientras, los tipos de interés se han disparado al 70% para intentar contener la devaluación. La economía se ha contraído ya un 4,2% en el segundo semestre, y la fórmula de la administración Macri profundizará la contracción del PIB.

“Demos juntos este paso, firme y consensuado”, continuaba Bullrich, presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda, “hacia una nación más fuerte y hacia una Argentina mejor”. Pero los datos son los que son: la cifra total de 4,1 billones pesos esconde recortes reales del 39% en vivienda y urbanismo, 29% en educación, 23% en ciencia e investigación, 21% en salud, 11% en universidades, 19% en políticas de igualdad de género, y las jubilaciones progresando por debajo de dicha inflación.

Quedan afectados, además, el Fondo Federal Solidario, el subsidio al transporte y la tarifa social eléctrica. Como contrapunto, los 1.400 millones de dólares que Argentina pagará al FMI solo en concepto de intereses de su préstamo. La mejor descripción, horas antes del último debate, la dejó el propio ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, en un desliz freudiano en la Comisión Nacional de Valores: “Esto nunca se había hecho en la Argentina sin que caiga el Gobierno, nunca se había hecho un ajuste de esta magnitud”.

El peronismo más combativo contra Macri no se ahorró ningún ataque. “En áreas estratégicas no caben las mezquindades de la coyuntura”, manifestaba en la sesión de votación la senadora Norma Durango. “A una crisis hay que enfrentarla con más cultura –añadía– más educación y con más ciencia”. María de los Ángeles Sacnun sospechaba que para la aprobación del presupuesto en la Cámara de Diputados habían tenido prisa por la visita del FMI, y en el Senado había prisa porque hay que “entregarle un trofeo al G20” en la cumbre de final de mes en Buenos Aires.

José Mayans, que ha protagonizado varios roces con Pichetto, jefe de su bloque, durante los últimos días, se desmarcaba de la línea establecida considerando que la propuesta proviene de “un endeudamiento brutal como consecuencia del fracaso económico. Un presupuesto 'invotable', que va a empeorar, no va a mejorar”.

Uno de los momentos más esperados de la noche, por supuesto, era la intervención de Cristina Fernández, cuyos problemas judiciales van en aumento. La expresidenta, con la vista en las elecciones de 2019, confirmó que lo que se debatía no era una ley de presupuesto sino “una ley de déficit cero”. Recordando que una cosa así “en ningún país dio resultado”.

Bajo la observación de la expresidenta, las medidas incluidas en el texto “profundizan el sufrimiento de la población argentina”, siendo además “un sacrificio inútil”. “Ninguno de los que estamos aquí sentados tenemos autoridad moral suficiente para decirle a la gente que tiene que sacrificarse”.

Un sector del peronismo apoya a Macri

La clave de los definitivos apoyos de Macri ha sido Pichetto, que ha abanderado con firmeza una suerte de responsabilidad social republicana. El interés de la provincias con gobernadores peronistas, endeudadas y con necesidad de confirmación urgente de remesas, se ha encargado del resto. Pichetto forma parte, además, de una nueva alianza –junto con Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti– creada para competir con Macri y ser una alternativa a Cristina Fernández Kirchner.

A Pichetto, que ha negociado directamente con el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, se le escaparon del bloque peronista Argentina Federal dos senadores, pero consiguió frenar una fractura abierta de última hora que amenazaba con poner en peligro la aprobación del presupuesto. “El que vamos a tratar aquí no es el proyecto original del poder ejecutivo”, aclaraba el líder peronista. “Ha tenido reformas importantes, fundamentalmente en la estructura del gasto de las provincias”. Se refería Pichetto a las correcciones establecidas por parte de su bloque a cambio del apoyo al presupuesto, y que suman 24.000 millones de pesos.

Pichetto recalcó que el presupuesto no le gusta, pero que forma parte de un marco de emergencia. “Hay actores y sectores que van a perder. Y van a perder mucho más si no se coloca un plano de discusión racional y responsable”.

“Perdimos la elección. Tenemos un presidente desde hace tres años porque nos ganó la elección”, señalaba. “La oposición no hace los presupuestos en Argentina; eso es una responsabilidad del que gana”, señaló Dalmacio Mera, socio de Pichetto.

Gobierno y parte de la oposición ha venido negociando también, para suavizar la situación en esta parte final de año e incluyéndolo en el acuerdo, una paga extra (bono) para varios sectores de trabajadores, que alcanzaría los 5.000 pesos (con el cambio actual, unos 138 dólares).

La senadora peronista María Eugenia Catalfamo (provincia de San Luis), de Unidad Justicialista, analizó la situación para eldiario.es antes de las votaciones. “Este proyecto debería haber sido devuelto al Poder Ejecutivo para que finalmente nos enviara a los legisladores una propuesta propia, soberana”, comentaba la parlamentaria sanluiseña, “que contemplara la angustiosa situación económica de los argentinos, con acuerdo de todas las provincias, y no un presupuesto dictado por el FMI”.

“Nuestro voto negativo al presupuesto no es una especulación electoral”, asegura. Todas las cuantías resultantes de los recortes, según la senadora, se dedicarán “al pago de intereses de deuda que fue generada por el propio gobierno de Cambiemos para sostener un modelo de crecimiento basado exclusivamente en la bicicleta [el famoso carry trade, maniobra de compraventa de divisas] y la especulación financiera”.

Desde la Juventud Peronista, Fede Aroma, secretario general en Mendoza, y director de cultura de Maipú (Mendoza), cree que el Gobierno necesitaba “comprar votos”, y se resignan al hecho objetivo de que “siempre hay especuladores y traidores”. Aroma se niega a entender a Pichetto, peronista como él: “Sabe mejor que nadie que a Cristina en 2011 se le dejó sin presupuestos siendo él presidente de bloque en la Cámara de Senadores. No puede hablar de falta de responsabilidad. La necesidad de gobernabilidad a esta altura es una excusa para no transparentar lo que está pasando atrás”.

Fuera del ámbito peronista, las críticas al presupuesto y al apoyo del bloque de Pichetto continúan. Gabriel Solano (Partido Obrero), legislador de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Izquierdas, hace hincapié en que “el acuerdo con el peronismo también incluye a la CGT [Confederación General del Trabajo], que acaba de levantar un paro que ciertamente nunca convocaron, con este bono que finalmente nadie sabe cómo va a funcionar, porque de acuerdo al decreto parece que puede ser descontado de una futura paritaria [comisiones, según convenios colectivos, entre trabajadores y patronales]”.

Ante las votaciones del Senado, aunque se consideraban un mero trámite tras la aprobación en la Cámara de Diputados, las concentraciones y manifestaciones no faltaron a la cita, obligando a fortificar la Plaza del Congreso de la capital porteña, rodeada de vallas a lo largo de las avenidas Rivadavia, Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen.

Los recortes ya son oficiales. Macri toma aire y el peronismo, dividido, ha inaugurado una campaña electoral cuya primera vuelta está fijada para dentro de once meses, el 27 de octubre de 2019.

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