Negocios familiares y ambiciones personales: por qué Trump corteja por todo lo alto al príncipe saudí

Está detrás del asesinato de un periodista colaborador de un medio estadounidense, The Washington Post. Es un país con vínculos con los atentados del 11-S, el mayor ataque sobre suelo estadounidense desde Pearl Harbor. Y Arabia Saudí es un país en el que se violan de forma flagrante los derechos humanos, donde las mujeres son ciudadanas de segunda, son perseguidos los colectivos LGTBI y no existen libertades políticas ni de información.

Pero al presidente de EEUU todo eso le importa poco; lo que le importa a Donald Trump es que los negocios de su familia vayan bien en Arabia Saudí y en los países del Golfo; y que Riad suscriba una de sus mayores obsesiones diplomáticas y geopolíticas: los acuerdos de Abraham, que impulsó en su primer mandato y que suponen un reconocimiento de Israel por parte de los países árabes y musulmanes.

De momento, Mohammed bin Salman fue recibido este martes en Washington con todos los honores: cazas sobrevolando la Casa Blanca a su llegada, caballería, redoble de tambores y una cena de gala con 200 invitados en lo que queda del Ala Este, con mesas decoradas con rosas blancas y velas.

En la cena del martes por la noche, el presidente y la primera dama, Melania Trump, vestidos de gala, dieron la bienvenida al príncipe heredero en la alfombra roja, antes de agasajarlo con una cena a la que asistieron figuras destacadas del sector tecnológico como Jensen Huang, CEO de Nvidia; Elon Musk, fundador de Tesla; Tim Cook, CEO de Apple; el golfista Bryson DeChambeau y el futbolista Cristiano Ronaldo.

La cena consistió en un costillar de cordero con costra de pistacho y una pera con una mousse de cobertura de postre.

El esfuerzo por agasajar a quien está detrás del asesinato de un periodista, según los propios informes de los servicios de información de EEUU durante la presidencia anterior de Trump –el asesinato de Jamal Kashoggi ocurrió en 2018–, tocó su techo en la cena de gala cuando Trump designó ante Bin Salman a Arabia Saudí como un “aliado principal” fuera de la OTAN –una distinción en gran medida simbólica que otorga ciertos beneficios en materia de defensa, comercio y seguridad–.

Al mismo tiempo, el presidente de EEUU anunció el compromiso saudí de invertir un billón de dólares en la economía estadounidense –sin especificar cuándo, durante cuanto tiempo ni en qué ni dónde–.

“La alianza entre nuestras dos naciones es de las más importantes del mundo”, ha dicho este miércoles Trump en un foro sobre las relaciones con Arabia Saudí. “Y juntos, el príncipe heredero y yo estamos forjando una alianza más fuerte y poderosa como nunca lo fue antes”.

Lavado de imagen

Desde que Mohammed bin Salman (MBS) se convirtió en príncipe heredero en 2017 ha impulsado una serie de reformas en el reino que han sido calificadas de cosméticas por grupos de derechos humanos saudíes, árabes e internacionales, ya que las libertades fundamentales de los ciudadanos siguen estando muy restringidas, sobre todo en el caso de las mujeres –a pesar de que el príncipe reconoció algunos derechos básicos a las saudíes–.

El príncipe, que en pocos años se hizo con las riendas del país, ha sido acusado de silenciar las voces críticas y de acabar con cualquier opositor o figura crítica en el reino e, incluso, más allá de sus fronteras. 

En los últimos años, las ONG han registrado un aumento considerable de las ejecuciones de presos condenados a muerte: más de 320 en lo que va de año, 59 de ellos por acusaciones “políticas”, según la Organización Europea-Saudí para los Derechos Humanos. La ejecución el pasado mes de junio de Turki al Jasser –un periodista que expuso la corrupción y los abusos por parte de la familia real–, apunta al “uso de la pena de muerte para aplastar el disenso pacífico”, según Human Rights Watch.  

Al mismo tiempo que reprime a su población, MBS ha ofrecido promesas de apertura y modernidad con la organización de grandes eventos, como el Mundial de Fútbol de 2034. El príncipe ha invertido una gran cantidad de petrodólares en limpiar la imagen de Arabia Saudí e impulsar ambiciosos proyectos, siendo también el director del Fondo de Inversiones Público del reino (PIF, por sus siglas en inglés). 

“Son cosas que pasan”

En sus reuniones con Bin Salman, Trump no solo no pide cuentas por el asesinato de Kashoggi, sino que lo justifica. La corresponsal en la Casa Blanca de la cadena de televisión ABC, Mary Bruce, preguntó en el Despacho Oval a Bin Salman por Jamal Kashoggi, asesinado en el consulado de Arabia Saudí en Turquía en 2018, y el presidente de EEUU reaccionó enfurecido.

“Hablas de alguien que fue muy polémico”, respondió Trump: “A mucha gente no le gustaba ese señor del que hablas; te cayera bien o mal, son cosas que pasan, pero él no sabía nada al respecto. Y podemos dejarlo así. No tienes por qué avergonzar a nuestro invitado”.

La ONU concluyó que existían “pruebas creíbles” de que el príncipe heredero de Arabia Saudí y otros altos cargos fueron los responsables de la ejecución y reclamó que fuera investigado por ese asesinato. “La conclusión de la relatora especial es que el señor Kashoggi ha sido víctima de una ejecución extrajudicial deliberada, premeditada y de la que el Estado de Arabia Saudí es responsable bajo la legislación internacional de derechos humanos”, señalaba el informe de 100 páginas elaborado por Agnes Callamard, relatora especial de la ONU. También la CIA le señaló directamente por su “apoyo por las medidas violentas para silenciar a disidentes en el extranjero, incluido Kashoggi”.

La corresponsal de ABC también preguntó por el papel de Arabia Saudí en los atentados del 11 de septiembre. “No es la pregunta lo que me molesta, sino tu actitud. Creo que eres una pésima periodista. Es la forma en que haces las preguntas. Empiezas con un hombre muy respetado y le haces una pregunta horrible, simplemente terrible. Y podrías haberle hecho la misma pregunta con amabilidad”, ha saltado Trump, para después amenazar a la cadena: “Creo que deberían revocarle la licencia a ABC, porque sus noticias son falsas y erróneas”.

La organización Human Rights Watch afirmaba este miércoles: “Existen pruebas contundentes de que el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman aprobó el brutal asesinato de Jamal Khashoggi en 2018. Esta afirmación no deja de ser cierta simplemente porque se haya vuelto política y económicamente inconveniente para el presidente Trump. Su indiferencia ante este asesinato es la verdadera vergüenza, no las exigencias mundiales de verdad, justicia y rendición de cuentas por el crimen”.

Negocios familiares

Donald Trump fue preguntado en el Despacho Oval por los conflictos de interés que atravesaban su relación con los gobernantes saudíes. Pero él intentó quitárselo de encima como hace siempre: “Los negocios son cosa de mis hijos, no tienen nada que ver conmigo. Además, tampoco tienen tanto en Arabia Saudí”.

Según informa, The New York Times, los negocios de la familia Trump en Arabia Saudí son variados. Entre ellos, se encuentra la construcción de un complejo con la marca Trump en uno de los mayores desarrollos inmobiliarios estatales de Arabia Saudí, Diriyah, al frente de cuyo consejo de administración se encuentra el príncipe Bin Salman. Se trata de un proyecto de 63.000 millones de dólares.

La familia, además, planea construir una torre Trump en la ciudad costera de Jeddah, y se han anunciado otros dos proyectos en Riad, la capital saudí. Además, en septiembre se publicó que también construirían un complejo llamado Trump Plaza en Jeddah: 1.000 millones de dólares para levantar “residencias de lujo”, oficinas y un “eje verde inspirado en Central Park”.

Si el negocio inmobiliario es intrínseco a Donald Trump, también lo es el golf, deporte que practica cada fin de semana en alguno de sus campos. Y la LIV Golf, una liga profesional del fondo soberano saudí, ha organizado torneos en el Trump National Doral Golf Club, cerca de Miami.

Además, relata The New York Times, el fondo soberano saudí aportó 2.000 millones de dólares a un fondo de inversión dirigido por Jared Kushner, yerno de Donald Trump y persona que cultivó los lazos con el príncipe saudí durante el primer mandato del presidente republicano.

En septiembre, la firma de Kushner y el fondo soberano saudí se asociaron con otro inversor para hacerse con la empresa de videojuegos Electronic Arts en una operación valorada en unos 55.000 millones de dólares.

Los Acuerdos de Abraham

En el anterior mandato de Donald Trump, y gracias a las presiones y contraprestaciones estadounidenses, varios países firmaron los llamados Acuerdos de Abraham de normalización de relaciones con Israel: Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán.

Ahora, EEUU e Israel presionan para ampliar los acuerdos, y el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, ha dicho que Líbano y Siria son los siguientes objetivos. No en vano el nuevo líder sirio, Ahmad Al Sharaa; fue agasajado hace unos días en la Casa Blanca por el propio Trump, que levantó las sanciones al país comandado por alguien por el que EEUU ofrecía 10 millones de dólares hace escasos meses.

Pero el país que verdaderamente ambiciona Trump incorporar a ese esquema de acuerdos es Arabia Saudí, que estaba casi convencido en vísperas del 7 de octubre de 2023.

Pero para dar el paso, Arabia Saudí necesita un horizonte para el Estado palestino. “Tener una buena relación con todos estos países es algo positivo”, ha dicho Mohammed bin Salman, “queremos formar parte, pero también queremos asegurarnos de garantizar una vía clara hacia la solución de los dos Estados. Hoy hemos tenido una conversación productiva con el presidente sobre cómo trabajar en ello para que se dé lo antes posible la situación adecuada. Queremos la paz para los israelíes, queremos la paz para los palestinos, queremos que coexistan pacíficamente y haremos todo lo posible”.

Y Trump añadía: “No quiero usar la palabra compromiso, pero hemos tenido una muy buena conversación sobre los Acuerdos de Abraham. Hablamos de un Estado, de dos Estados, hablamos de muchas cosas. Seguiremos discutiéndolo, pero creo que tienen una muy buena impresión de los Acuerdos de Abraham”.

F-35 camino de Riad

Trump había abierto la puerta a la venta de F-35 de fabricación estadounidense al país árabe este domingo, pero se guardó la formalización del anuncio para el martes. A falta de los detalles del acuerdo, algo habitual en cada anuncio relacionado con el presidente de EEUU, The Associated Press explica que algunos miembros del Pentágono y otras agencias de EEUU se opusieron a la venta debido a la posibilidad de que China pudiera tener acceso a la tecnología estadounidense por sus estrechos lazos con Arabia Saudí.

“En mi opinión, ambos países están en un nivel en el que deberían tener lo mejor de lo mejor”, dijo Trump refiriéndose a Arabia Saudí e Israel, que ya cuenta con F-35 estadounidenses: “Israel está al tanto y estará satisfecho”.

No obstante, Israel presiona para que la entrega de los F-35 discurra en paralelo a la normalización de las relaciones por la vía de los Acuerdos de Abraham.

Trump también anunció que Estados Unidos y Arabia Saudí han abordado un acuerdo más amplio sobre asuntos militares y de seguridad durante la visita, y que Estados Unidos seguiría adelante con un acuerdo nuclear civil con Arabia Saudí. Al mismo tiempo, firmaron un acuerdo para la compra de casi 300 carros de combate estadounidenses por parte de Riad.