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Nuevos testimonios del 'Me too' describen una cultura de impunidad para los hombres influyentes en el cine francés

La actriz francesa Judith Godrèche en la 72 edición del Festival de Cannes, en Francia.

Amado Herrero

París —

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En una serie autobiográfica que acaba de estrenar en la televisión francesa, la actriz Judith Godrèche establece un juego de espejos entre su vida y su carrera, entre el pasado y el presente. Continuos saltos en el tiempo entre sus primeros pasos en el cine en los años 80 y la actualidad, con el deseo de retomar su trabajo en Francia después de más de diez años en Estados Unidos y, también, tras hacer las paces con el pasado.

Un pasado que asoma en flashbacks a lo largo de la serie en la que habla –sin dar nombres– de su relación con un director de cine cuando aún era adolescente. Aunque fuera de Francia es más conocida por su participación en producciones estadounidenses (El hombre de la máscara de hierro), Judith Godrèche debutó en cine a los 12 años y a los 17 ya había conseguido su primera nominación a los César, con Désenchantée de Benoît Jacquot, el director con el que vivió en pareja durante seis años. Una relación que comenzó cuando Godrèche tenía 14 años y Jacquot 39.

El 7 de febrero, el diario Le Monde publicó una investigación sobre esa relación, un relato de los hechos basado en varias entrevistas, con Godrèche y con personas cercanas, además del acceso a la denuncia que la actriz ha presentado y a varios documentos de la época. “Es una historia como las de los niños que son secuestrados y crecen sin ver mundo y que no pueden pensar nada malo de su captor”, escribe la actriz en la denuncia. “Quería que Benoît aceptara ser mi amigo, no poseerme, no quería su cuerpo. En poco tiempo, me daba asco”.

El artículo relata violencia física, verbal y sexual, un control asfixiante ejercido por el cineasta y una voluntad de aislarla cada vez más de su entorno –a pesar de que los padres estaban al corriente de la relación y firmaron la emancipación antes de la mayoría de edad para que la actriz pudiera instalarse con Jacquot en París–. El director, por su parte, habla de una relación amorosa, aunque sostiene que no se acostaron hasta que ella cumplió 15 años (edad de consentimiento legal en la época).

Surgen más casos

Como en otros episodios del 'Me too', un primer testimonio sirvió de detonante para que otras mujeres se hayan decido a dar el paso. Un día después, Le Monde publicó nuevos testimonios de varias actrices sobre el director, describiendo un mismo patrón: presión, control psicológico, violencia y un comportamiento posesivo, siempre sobre actrices jóvenes –de entre 15 y 23 años en el momento de los hechos– con las que buscaba iniciar una relación a la vez personal y profesional. El control llegaba a ámbitos como la comida o la longitud del corte de pelo.

La actriz y directora Julia Roy, por ejemplo, relata escenas de manipulación, dominación, violencia física y acoso. Vahina Giaconte, 17 años en el momento de los hechos, cuenta que se resistió a las insinuaciones del director y cómo “después de aquello, su actitud cambió, era frío, distante y odioso” y no volvió a rodar con ella. Jacquot, por su parte, ha negado ciertos hechos –los más graves–, ha reconocido otros –las agresiones más leves– y dice lamentar que Francia haya importado de Estados Unidos un “neopuritanismo bastante aterrador”.

Testimonio en directo

La mañana siguiente a la publicación del primer artículo, Judith Godrèche acudió a una entrevista en la radio pública. La periodista Sonia Devillers le preguntó por la rivalidad personal y profesional entre Benoît Jacquot y otro importante director del cine francés, Jacques Doillon. Godrèche acabó revelando en directo que también sufrió dos agresiones sexuales por parte de este director, con el que rodó La Fille de 15 ans, estrenada en 1989. La película cuenta la historia de una adolescente enamorada de un chico de su edad, de la que a su vez se enamora el padre del chico –que, en una decisión de última hora, acabó interpretando el mismo Doillon–.

Godrèche relató una escena de sexo con Doillon que necesitó 45 tomas, rodada en presencia de la pareja del director, Jane Birkin. “Besó a Judith Godrèche 20 veces seguidas, preguntándome cuál era la mejor toma. Fue una agonía”, escribió Birkin entonces en su diario, publicado en 2018 (Munkey Diaries). Además, los archivos personales de Godrèche contienen dos cartas que afirma haber recibido de Jacques Doillon en la misma época.

De nuevo, ese primer testimonio permitió a otras mujeres contar su experiencia. Anna Mouglalis (protagonista de Baron Noir) relata una agresión sexual, Isild Le Besco (que también ha denunciado “violencia psicológica o física” por parte de Benoît Jacquot) cuenta a Le Monde que Doillon la retiró del proyecto cuando se negó a acostarse con él. Según AFP, la fiscalía de París, que había anunciado la apertura de una investigación por un posible delito de abuso de menores implicando a Benoît Jacquot, había ampliado el caso a Jacques Doillon.

Cultura de impunidad

De manera más general, la denuncia y los testimonios describen una cultura de impunidad para los hombres más poderosos de la industria. También la utilización de una posición de poder para ejercer violencia sexual. Esta semana, en un artículo de la revista L'Obs, la actriz Sarah Grappin describe “la relación de control” similar que mantuvo con el director Alain Corneau en los años 90, cuando ella solo tenía 16 años y él 52.

Este último mes, el caso de Gérard Depardieu también había vuelto a los titulares, después de que el pasado diciembre un programa de investigación de la televisión pública francesa emitiera extractos de un documental rodado en Corea del Norte en 2018 en el que Depardieu participaba y que nunca llegó a emitirse.

Las imágenes muestran al actor encadenando crudos comentarios sexuales sobre todas las mujeres con las que se cruza, puntuados de gruñidos y carcajadas. Un comportamiento que varias investigaciones en Le Monde Mediapart, con el apoyo de más de una docena de testimonios, habían descrito y que era un secreto a voces en el cine francés.

“Lo que vemos en las investigaciones es que Gérard Depardieu es un hombre de poder. No agredía a otras estrellas, no atacaba a Catherine Deneuve o a Fanny Ardant, la mayoría de testimonios que nos llegan son de figurantes, maquilladoras, etc.”, explicaba hace unos días la periodista Raphaëlle Bacqué, autora de una serie de reportajes sobre Depardieu en Le Monde. “Porque a menudo eso es la agresión sexual o la violación: no una cuestión de erotismo o deseo, sino de poder”.

En total, se han presentado cuatro denuncias por agresión sexual contra el actor, la última conocida el pasado viernes, por una presunta agresión sufrida por una asistente durante un rodaje en 2014. La actriz Hélène Darras acusó a Depardieu de agredirla sexualmente durante otro rodaje en 2007 (archivada por prescripción de los hechos). El actor fue imputado en diciembre de 2020 por violación y agresión sexual tras la denuncia de la joven actriz Charlotte Arnould. El pasado diciembre la periodista y escritora española Ruth Baza presentó una denuncia por violación.

Además, esta semana se ha sabido también que la fiscalía ha solicitado la apertura de un juicio sobre uno de los casos que sirvió de catalizador del 'Me Too' en el cine francés. En 2019, la actriz Adèle Haenel acusó de acoso y agresión sexual al director Christophe Ruggia, por hechos ocurridos en 2002, cuando la actriz tenía 12 años. “Me reconforta mucho leer en este auto de procesamiento que los hechos están suficientemente bien caracterizados, corroborados por las declaraciones de los testigos, y que mis declaraciones son coherentes y precisas”, ha declarado la actriz a Mediapart. “Es una etapa más del proceso judicial pero, obviamente, es importante”.

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