El Brexit agita el debate en Alemania sobre el futuro de la UE: ¿hacia un Gobierno europeo?
Un día después del referéndum del Brexit, la canciller alemana, Angela Merkel, describió la votación de los británicos como un “punto de inflexión” en la historia del continente. Casi un mes después del comienzo de la era Brexit, la política alemana se encuentra cada vez más dividida frente al nuevo escenario: ¿será el catalizador de una UE más fuerte o hará más difícil el cambio?
Para el Partido Socialdemócrata (SPD), socio de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) de Merkel en el gobierno de coalición, las secuelas de la votación representan una oportunidad magnífica para hacer entender a los votantes que su programa es distinto al de la canciller –algo que todos los socios menores de gobierno de la CDU han intentado sin éxito durante los últimos 11 años– y que los socialdemócratas quieren reformar la UE. Con las elecciones federales de 2017 y el SPD bajando en las encuestas, necesitan un perfil político más fuerte.
El presidente de los socialdemócratas y vicecanciller, Sigmar Gabriel, dio un paso al frente cuando dijo que el Brexit debía entenderse como una oportunidad para crear una UE con mayor apoyo del pueblo, que no fuera considerada simplemente como una “camisa de fuerza”.
Su colega en el SPD y presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, aprovechó para sugerir en un artículo de opinión publicado por el periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung que había llegado la hora de convertir a la Comisión Europea, el cuerpo ejecutivo de la UE, en un “genuino gobierno europeo”, que rinda cuentas al Parlamento Europeo y a una cámara que represente los puntos de vista de los gobiernos nacionales.
Los democristianos respondieron de inmediato a Schulz tratando de quitarle peso al momento. “Debemos dar un poco de tiempo a la gente. Las cosas en Europa están pasando muy rápido para la gente”, dijo el presidente de la Comisión de Asuntos Europeos del parlamento alemán, Gunther Krichbaum.
“Aquí, En Europa, hemos estado estancados en una crisis desde hace nueve años y, en tiempos difíciles, la gente busca a alguien para que los guíe y los oriente; y lo más probable es que esa guía provenga de estados nación”, explica Krichbaum a the Guardian. “Debemos llegar a un compromiso con esa gente. No solo los estados miembros tienen que hacer de esa meta su trabajo, también la Comisión”.
Según Krichbaum, cambiar la arquitectura de la UE “requeriría cambios en los tratados”: “No creo que eso sea realista ahora mismo. No estoy pidiendo que regresemos a las naciones estados, pero no creo que un gobierno europeo sea una perspectiva realista en este momento”.
El partido de Merkel ya ha hecho saber que espera que Schulz deje la presidencia del Parlamento Europeo cuando finalice su mandato, en enero de 2017, para que lo suceda alguien de centro derecha.
¿Una Comisión Europea más política?
La principal división ideológica dentro de la política alemana es sobre la Comisión Europea: ¿debería tener un carácter más o menos político tras el Brexit? Según Almut Möller, del gabinete estratégico del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, “todos los partidos se dan cuenta de que la situación requiere soluciones políticas, pero la Comisión Europea no está a la altura, ese es el dilema”.
Para el director del Instituto Jacques Delors de Berlín, Henrik Enderlein, “hay dos roles posibles que la Comisión Europea puede asumir más adelante, ya sea como un organismo político fuerte capaz de tomar la iniciativa en momentos de crisis y áreas políticas clave, o como un organismo tecnocrático que solo se encarga de proteger los tratados”. “Por el momento, la Comisión es un híbrido de ambas cosas y eso tiene que cambiar”, valora.
Pero muy pocos legisladores alemanes creen que la crisis actual se pueda resolver con un cambio en la cúpula, como pareció sugerir un parlamentario anónimo que, tras la votación del brexit, pidió la renuncia del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Todos saben de la antipatía que Wolfgang Schäuble siente hacia Juncker: en el Ministerio de Finanzas de Alemania, que la Comisión Europea mostrara flexibilidad con Francia en asuntos fiscales se recibió como un golpe a la credibilidad de toda la UE. “Si no respetamos nuestras propias pautas, no debe sorprendernos que la gente tampoco nos respete”, dijo un democristiano.
Pero la opinión de Schäuble ya no representa como antes el estado de ánimo de la mayoría de los alemanes, ni de su partido. En la intimidad y tras las secuelas que dejó la decisión de Reino Unido de abandonar la UE, varios democristianos han cuestionado la habilidad del ministro para trabajar con personas. Un artículo reciente del periódico Süddeutsche Zeitung describía a Schäuble como “el solista”.
Merkel sentirá que le debe algo a Juncker debido al apoyo de la Comisión Europea durante la crisis de los refugiados. Una gran cantidad de alemanes conservadores respeta a Juncker por haber reducido la producción de la Comisión, que ha dictado muchas menos pautas que cuando estaba a cargo su predecesor. Como dice Krichbaum, “hay que reconocer que Jean-Claude Juncker le ha dado un lavado de cara a la Comisión Europea”.
Una opinión muy sostenida dentro del Gobierno alemán es que Juncker (61) habría dejado su cargo si Reino Unido hubiese votado por permanecer en la UE. Asegurarse la continuidad de Londres dentro de la UE le hubiera dado a Juncker la excusa para retirarse, ya que, según se dice, tiene problemas de salud. Tras la renuncia de David Cameron, la presión sobre Juncker y Merkel para proporcionar estabilidad política es mayor que nunca.
Algunos parlamentarios alemanes todavía ven “más posible que no” que Juncker deje su cargo antes de las elecciones al Parlamento Europeo en 2019. En cualquier caso, parece más seguro hacer los cambios en 2017 que en este momento.
Si, en enero, Schulz fuera reemplazado por un parlamentario de centro-derecha, las pautas tácitas de la política europea demandarían que la presidencia del consejo quedara en manos de un miembro de la centro-izquierda. Los candidatos propuestos hasta ahora son Pascal Lamy, ex director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Helle Thorning-Schmidt, ex primera ministra danesa, y Enrico Letta, ex primer ministro italiano.
Traducción de Francisco de Zárate