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Bacalao todopoderoso: el secreto que se esconde tras los enormes peces de Noruega

La pesca del bacalao se ha intensificado en los últimos cinco años | Waldemar Krause/Innovation Norway

The Guardian

David Crouch —

Hace cuarenta años, la esposa del director del periódico local de las remotas Islas Lofoten al norte de Noruega tuvo una idea para impulsar su minúscula circulación. El periódico empezó a regalar una bolsa de café y a dar un certificado a cualquier pescador que desembarcara con un bacalao de más de 30 kilos.

Ahora los registros del periódico, minuciosamente recopilados durante décadas, dan testimonio de las notables consecuencias del cambio climático y del control de la pesca a largo plazo.

La captura del 'monstruo bacalao' se ha disparado en los últimos cinco años, debido a que estos peces se han podido dar un buen festín de bancos de capellanes que se crían en aguas más cálidas. Mientras tanto, la pesca comercial ha sido estrictamente controlada permitiendo a los peces madurar y crecer... crecer y crecer.

Los pescadores están capturando un número inaudito de kaffetorsk, o bacalaos del café, y el Lofoten Post ha tenido que regalar aproximadamente media tonelada de café este año. Hasta el pasado fin de semana, ya se habían capturado 490 gigantes, frente a los 289 del pasado año y los 49 de 2010. El más grande pesó 45 kilos.

“La pesca comercial y la pesca con caña son extremadamente importantes en Lofoten, y el kaffetorsk se ha convertido en un concepto, casi en una marca”, dice Kai Nikolaisen, periodista del periódico local. “Camino por el muelle y los pescadores dicen mira, es el tipo de los kaffetorsk. Cuando empecé en este trabajo en 2006, solo teníamos una docena de estos peces cada año”.

Los pescadores comerciales apoyan las poco científicas observaciones del Lofoten Post. “Hemos visto muchos bacalaos grandes esta temporada, eso es un hecho. Este año parece haber sido extraordinario”, explica Jan-Erik Indrestrand desde la asociación profesional de pescadores Norwegian Fishermen's Association.

Un bacalao de más de 40 kilos

Los pescadores vienen desde el extranjero para disfrutar de los tiempos de abundancia. El mes pasado, un jubilado llamado Bert Williams pescó un animal de 42 kilos, el más grande jamás capturado por un británico, más al norte de la costa de Sørøya. Dos semanas antes una sueca, Marica Eriksson, batió el récord mundial femenino al capturar un ejemplar de 38 kilos.

La aparición masiva de bacalao es un fenómeno que se debe en parte al cambio climático, que ha expandido enormemente el área en la que el bacalao puede alimentarse, según Knut Korsbrekke, un especialista del Institute of Marine Research en Bergen. Sin embargo, Noruega también empezó a limitar las zonas de captura comercial en 1980, y esto está dando sus frutos, asegura. En 1989, después de un “caso de enfriamiento extremo” en el Mar de Barents en el que la población disminuyó rápidamente, Noruega y Rusia acordaron cerrar la industria pesquera completamente.

“Intenta hacer eso en la Unión Europea”, dice Korsbrekke, que compara el “gran éxito” de la gestión de la pesca en el Ártico con la del Mar del Norte, donde la pesca excesiva ha significado que la población de bacalao sea todavía una cuarta parte del tamaño que tenía en 1970. La población de bacalao en el Mar del Norte es un “terrible desastre”, explica, debido a que los países regatean sobre las cuotas. Por el contrario, Noruega y Rusia tienen una larga historia de exitosa cooperación.

“Gestionar la población de bacalao no es ingeniería aeroespacial, es mucho más complicado que eso”, comenta Korsbrekke.

Cada hembra pone unos ocho millones de huevos, de 1,3 milímetros de espesor; en el periodo de desove al comienzo de la primavera, la densidad de huevos puede llegar a 28.000 por metro cuadrado. Si todos los huevos del Mar de Barents se colocaran uno al lado del otro, se podrían extender por más de un billón de kilómetros, ha calculado el científico.

Cambio climático y gestión humana

Pero solo dos huevos por cada hembra sobreviven para convertirse en un pez maduro. Este tarda entre 10 y 15 años en crecer hasta los 30 kilos, y quizá pueden llegar a los 20 –la edad de los peces se puede calcular contando el crecimiento de los anillos del hueso del oído, como los árboles. Y mientras que algunos bacalaos pueden llegar a vivir 30 años, la posibilidad de que vivan tanto tiempo depende de la disponibilidad de comida y de las tasas moderadas de captura.

Las condiciones favorables que se han dado gracias al cambio climático ya se dieron en el pasado. En la década de 1930 se vivió un periodo cálido similar, momento en el que la población de bacalao se disparó y enormes flotas de barcos de arrastre descargaron cientos de millones de toneladas antes de la guerra. Pero no es fácil predecir si la actual tendencia de gran abundancia de bacalao en el Mar de Barents continuará, explica Indrestrand. Rusia informa de que hay “enormes cantidades” de pequeños ejemplares en las grandes profundidades del este, posiblemente relacionado con la caída de las temperaturas.

“Es normal que los peces más grandes lleguen primero, mientras que al final de la temporada vemos población mixta y ejemplares más pequeños y más normales”, apunta Indrestrand. “Entonces los grandes bacalaos no reflejan la situación real de la población”.

Los pescadores comerciales solían estar en desacuerdo con los científicos a la hora de exigir controles de población, recuerda Korsbrekke. “Sin embargo, hemos llegado a un nivel de confianza. Estamos trabajando para los pescadores también, para crear un ecosistema saludable que pueda ser explotado de manera sostenible. Tan pronto como se den cuenta de que nuestros objetivos coinciden, cooperarán”.

Los pescadores noruegos han tenido su parte de suerte. Con el calentamiento climático aproximadamente se ha duplicado el área en la que el bacalao puede crecer y alcanzar tamaños tan impresionantes. Pero también están recogiendo los frutos de la intervención humana. “Vale la pena utilizar los recursos de una manera racional”, concluye el especialista.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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