Mujeres que buscan empoderarse en tiempos de guerra
En los primeros y apasionantes días de la revolución siria, los opositores del régimen de Bashar al Asad y defensores de los derechos humanos vieron una oportunidad. “Las mujeres eran verdaderamente activas y estaban muy presentes”, cuenta la escritora y periodista Samar Yazbek. Pero según fue avanzando la guerra, parte de esta esperanza se perdió. “La guerra se hizo extremadamente violenta y los derechos de las mujeres pasaron a un segundo plano. Pero, a pesar de la horripilante intensidad del conflicto, todavía quedan mujeres activistas que trabajan para generar vida y mantener una sociedad civil, tanto metidas en el corazón de la guerra como en situación de refugiadas”.
Estas activistas están luchando para que las mujeres tengan un lugar no solo en la mesa de negociaciones sino también en la Siria de posguerra. Mientras que el caos de la guerra causa una gran agitación social, estas mujeres están luchando para que las chicas y las mujeres se empoderen y tengan igualdad a la hora de acceder a la educación y a la representación. Este deseo concuerda con el objetivo 5 de desarrollo sostenible de la ONU.
En el año 2012, Yazbek ganó el premio Pen Pinter, un prestigioso galardón de literatura. Utilizó el dinero para poner en marcha Women Now for Development, una de las numerosas organizaciones que tratan de desafiar a las normas del patriarcado tradicional. Al principio, el trabajo se centraba en ayudar a las mujeres para que pudieran mantenerse económicamente. A medida que la violencia se intensificó y la revolución se fue militarizando, las labores se adaptaron hacia la protección y el apoyo a través del desplazamiento.
“Quería ayudar a construir una sociedad democrática”, cuenta Yazbek. “Ahora mismo parece muy lejana, pero la ambición es crear reservas de sociedad civil que puedan unirse para reconstruir Siria después de la guerra”.
Incluso durante la relativa normalidad de vida anterior a la guerra estaba claro que las mujeres estaban sufriendo discriminación. En noviembre del año 2011 un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) halló que una de cada tres mujeres en Siria sufrían violencia machista. Diversas leyes sirias son una desventaja para las mujeres: la pena por los homicidios por “honor” es más blanda que por otro tipo de asesinatos, y no hay legislación específica que prohíba específicamente la discriminación por cuestión de género.
El código de la familia siria limita los derechos financieros de las mujeres dentro del matrimonio si trabajan fuera del hogar y si no tienen el consentimiento del marido. En ocasiones, el régimen sirio ha sido cínico sobre su compromiso con los derechos de las mujeres, mostrándose como una opción segura en comparación con el nivel de misoginia de los grupos extremistas.
Luchan contra la guerra y el patriarcado
Con frecuencia, esto ha sido más aparente que real, por ejemplo, utilizando a mujeres como portavoces mientras las siguen manteniendo fuera de papeles con influencia real, y fracasando a la hora de tomar cualquier acción sobre leyes discriminatorias. Y Yazbek señala que en las zonas de Siria en manos de ISIS y otras facciones religiosas, la situación para las mujeres ha empeorado drásticamente. “Nosotras ya estábamos luchando contra el patriarcado y la dictadura antes de la guerra. Ahora no solo tenemos que luchar contra eso sino también contra el extremismo religioso”.
Women Now dirige siete centros, dos en Líbano y cinco dentro de Siria. Empezaron como un pequeño grupo de apoyo para unas pocas familias asentadas en territorios en manos de los rebeldes en Siria, pero la organización se ha expandido hasta convertirse en una gran red para las mujeres. Además de dar apoyo psicológico, formación profesional (en inglés e informática, entre otros estudios) y empoderamiento económico, tiene un objetivo muy claro: conseguir que la voz de las mujeres se escuche. Desde el entorno familiar hasta las convenciones de paz.
“Tratamos informar a las mujeres sobres sus derechos y crear conciencia”, cuenta Ola El-Jindi, encargada de la dirección de programas en la ONG. “Esta es la oportunidad que nos da la guerra, la de empoderar a las mujeres. Si no lo utilizamos bien, será otro desastre de la guerra. Tenemos que utilizar esta oportunidad para mejorar las cosas”.
En el centro de Women Now en Chtoura, una ciudad en el valle de la Becá en Líbano, durante todo el día entran y salen las mujeres y sus hijos; el centro es un espacio seguro en el que las mujeres pueden expresar sus ideas, participar en política y luchar contra la soledad, uno de los aspectos más duros para los refugiados. En un cuarto adyacente a la oficina principal, dos mujeres sirias, Noor y Hala, me cuentan cuáles son sus sueños. “Me gustaría poner en marcha un negocio –dice Hala, que lleva un niqab–. Me encantaría diseñar vestidos de noche”.
“Quiero conseguir un trabajo para mandar a mis hijos a una buena escuela”, cuenta Noor, que está aprendiendo inglés en el centro. “Ahora siento que tengo un propósito, no solo sirvo a mi familia y a mis hijos, sino que también hago cosas para mí”.
Está claro que existen enormes diferencias entre las mujeres que viven como refugiadas, en una situación económica compleja, y las mujeres más privilegiadas que ya participan en la política siria. “Nuestro objetivo es empoderar a las mujeres en sus vidas cotidianas y hacer que sean capaces de representarse a sí mismas”, comenta El-Jindi. “Es muy duro hacer que la voz de las mujeres se escuche. Existe una enorme brecha entre las mujeres en Ginebra y las mujeres que están en este centro. Pero nuestro principal objetivo no es solo que participen en las convenciones de paz. Es hacer que las mujeres se empoderen lo suficiente como para participar en general”.
En muchos lugares alrededor del mundo –entre los que se incluyen Reino Unido después de la Segunda Guerra Mundial– la guerra puede ser un punto de inflexión para el empoderamiento de las mujeres. Mientras que los hombres están ausentes, luchando o muertos, las mujeres deben abandonar sus roles tradicionales. Esto es lo que está pasando en Siria, donde las mujeres están manteniendo a la sociedad en medio de la guerra trabajando como doctoras, médicos y enfermeras.
La historia reciente muestra también que la presencia de la mujer en las conversaciones de paz es vital. En 2014, cuando las mujeres sirias estaban todavía excluidas del proceso, la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPSF, por sus siglas en inglés) mantuvo una conferencia en Sarajevo en la que se reunieron mujeres sirias y bosnias. El partido bosnio compartió sus experiencias sobre cuando quedaron fuera de las negociaciones en las negociaciones de paz de Dayton en 1995, en la que no hubo mujeres presentes.
Según la WILPSF, la exclusión de mujeres en el proceso de paz bosnio “ha tenido consecuencias concretas tanto para la sociedad en general como para las mujeres... y su posibilidad de ser reconocidas como agentes para el cambio en procesos posteriores”.
Women Now quiere asegurarse de que las preocupaciones de la gente quedan reflejadas, y de que se llevan a cabo sesiones de asesoramiento con mujeres, apoyándolas a anotar recomendaciones y peticiones, en las que después obtengan una respuesta de la comisión de la oposición y del equipo de Staffan de Mistura, enviado de la ONU a Siria.
“No hay nada bueno en una guerra”, recuerda El-Jindi. “A las mujeres se les fuerza a ser recolocadas, y a trabajar a la vez que cuida de sus familias. Nos han forzado a cambiar. No lo hemos elegido. Pero ahora, no vamos a retroceder a una posición anterior”.
Traducido por Cristina Armunia Berges