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The Guardian en español

¿Estamos ante la segunda ola del coronavirus o es que la primera no llegó a terminar?

Una joven se somete a una prueba PCR en la ciudad china de Wuhan.

Peter Beaumont y Emma Graham-Harrison

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La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido de que la pandemia de COVID-19 se desarrolla en “una gran ola” y no hay evidencias de que tenga un comportamiento estacional similar al de la gripe y otros coronavirus, como el resfriado común.

Según Margaret Harris, portavoz de la OMS, debatir si estamos ante una segunda ola, un rebrote o un retorno estacional no es la mejor forma de entender la propagación de la enfermedad. “La gente sigue pensando en términos de estaciones y lo que tenemos que entender todos es que estamos ante un nuevo virus que se comporta de manera diferente”, dijo durante una sesión informativa virtual desde Ginebra en la que también pidió mayor vigilancia para ralentizar un contagio que parece acelerarse con las reuniones masivas.

Harris también advirtió de que no se debe pensar en varias olas del virus: “Va a ser una gran ola, va a subir y a bajar un poco, lo mejor es aplanarla y convertirla en algo que quede a ras del suelo”. Este miércoles, Mike Ryan, jefe del programa de emergencias, ha explicado que, más que por olas, el virus se comporta resurgiendo cuando se ejerce menos presión sobre él.

Lo cierto es que la cuestión de la segunda ola se ha convertido en polémica, muy comentada por políticos (incluido Boris Johnson) y medios de comunicación, pero muy mal definida, por lo general. Sin una definición científica consensuada, se habla de “segunda ola” para referirse a cosas muy diferentes, desde picos de contagios localizados en una zona determinada hasta crisis nacionales en toda regla.

Por esta razón, algunos expertos han decidido evitar la expresión 'segunda ola'. “En epidemiología es un término que no usaríamos para el momento actual, ya que el virus no ha desaparecido, está en nuestra población, se ha extendido a 188 países hasta ahora, y en este momento lo que estamos viendo son picos localizados o un retorno localizado de un gran número de casos”, asegura Linda Bauld, profesora de Salud Pública en la Universidad de Edimburgo.

El exdirector de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, Tom Frieden, también cree que el concepto no ayuda porque “da a entender que el COVID-19 actúa como la gripe”.

La definición varía en función de la perspectiva

Para complicarlo aún más, la definición varía en función de la perspectiva que se adopte. Desde un punto de vista global como el de la OMS, la pandemia aparece como un gran brote único todavía en aceleración, con cifras mundiales que se han duplicado en las últimas seis semanas.

La cosa es más compleja cuando se mide la propagación en un territorio, región o incluso dentro de cada país. A veces, lo que puede parecer una segunda ola es simplemente el desfase al experimentar la epidemia entre diferentes zonas del mismo país. En Estados Unidos, una gran y desigual primera ola se desplazó en un principio de forma intermitente y luego comenzó a avanzar a mayor velocidad.

Keith Neal, profesor emérito en Epidemiología de Enfermedades Contagiosas de la Universidad de Nottingham, considera que se ha convertido en un “término mediático”, además de científico. “Lo que estamos viendo son picos en muchos países, en Leicester [Reino Unido] y en otros lugares. Algunas personas pueden llamarlos olas, pero si es así, estamos ante decenas de ellas. Incluso en Australia [en Victoria] hay claramente un repunte, pero es que allí la enfermedad estaba en un nivel bajo, así que se ha convertido en un término poco preciso”.

Para Melissa Hawkins, profesora de Salud en la Universidad Americana, no es correcto hablar de una 'segunda ola' en países donde la enfermedad simplemente ha progresado de manera desigual. “EEUU, en su conjunto, no está en una segunda ola porque la primera ola nunca llegó a detenerse. El virus simplemente se está propagando en nuevas poblaciones o resurgiendo en lugares que bajaron la guardia demasiado pronto”, escribió en The Conversation. El comentario es válido para otros países con rebrotes.

En los inicios de la epidemia en Reino Unido, y después de repasar la historia de 10 epidemias provocadas por enfermedades respiratorias desde 1889, el Centro de Medicina Basada en Evidencia de la Universidad de Oxford publicó que “la mayor parte de lo que pensamos sobre las segundas olas viene de la gripe española de 1918-20, en la que se contagiaron 500 millones de personas a nivel global y por la que se estima murieron entre 20 y 50 millones”.

Tom Jefferson y Carl Heneghan, los autores del artículo, también escribieron que “la existencia de una ola implica una falta de circulación viral que probablemente es una ilusión”. “Las oleadas también deben ser visibles y, en su mayoría, rítmicas. No parece haber ningún patrón o ritmo en las epidemias resumidas en la tabla, y sus alzas y bajas solo son visibles debido a los efectos sobre el cuerpo humano y a su impacto en la sociedad.”

La enfermedad no respeta las fronteras terrestres, tampoco cuando las autoridades tratan de sellarlas. Tal vez el único lugar que parece haber eliminado completamente la enfermedad es Nueva Zelanda, un país insular que restringió prácticamente todas las llegadas.

Para Keith Neal, antes que encontrar la palabra exacta para referirse al aumento de casos, lo más importante es una buena política de salud pública para gestionar el incremento. Para saber si estuvimos o no ante una segunda ola es posible que tengamos que dejar pasar más tiempo, advierte. “El problema es definir cuando tenemos o no una segunda ola. En la gripe española fue bastante evidente, pero solo cuando pasó. Las cifras que está manejando la OMS para todo el mundo siguen aumentando, así que como pandemia estamos en la primera ola”.

Traducido por Francisco de Zárate.

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