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The Guardian en español

Al Shabaab prohíbe la ayuda humanitaria a gente que se muere de hambre

"Estas zonas reciben quizá entre el 10% y 15% de lo que está llegando a las zonas controladas por el Gobierno o con presencia de actores humanitarios", cuenta el director de Save the Children en el país.

Jason Burke

Los terroristas islamistas de Al Shabaab en Somalia han prohibido la asistencia humanitaria en las zonas que controlan, lo que ha forzado a cientos de miles de personas a elegir entre la muerte por inanición y enfermedad o un castigo brutal. Además, Somalia está sufriendo su peor sequía en 40 años, pero a los efectos de la catástrofe climática se suma la guerra y el mal gobierno.

Al Shabaab ha asegurado a la gente que se les castigará —y posiblemente ejecutará por espionaje— si tienen algún contacto con agencias humanitarias. Las entrevistas con la población que reside en las zonas controladas por la filial de Al Qaeda en el centro y el este del Estado africano muestran una población al borde de la catástrofe en la que ya está muriendo un número importante de menores y adultos.

Las estrictas leyes antiterroristas de Reino Unido y Estados Unidos también están disuadiendo a las organizaciones humanitarias en la entrega de asistencia de emergencia vital, sostienen estos mismos organismos.

Aunque trabajadores gubernamentales en cooperación afirman que el inmenso esfuerzo y las donaciones de la gran diaspora somalí han evitado hasta ahora una repetición de la hambruna de 2011, cuando murieron 250.000 personas, la situación se ha deteriorado en los últimos meses. Alrededor de 500.000 personas más necesitan ayuda humanitaria, lo que suma un total de 6,7 millones de personas en necesidad. Al menos la mitad se enfrenta a la inanición si no recibe asistencia.

Una de las razones por el gran número de víctimas hace seis años fue el bloqueo impuesto por Al Shabaab sobre la asistencia humanitaria y las ONG internacionales y locales que no cumplían sus estrictos requisitos.

De la moderación al bloqueo

Esta vez, parecía que Al Shabaab había adoptado al principio una política más moderada. Los analistas afirmaron que esta posición sugería que los líderes de la organización estaban preocupados por que no se les culpase, una vez más, por no dar ayuda o permitir que esta llegase a las comunidades necesitadas. Sin embargo, parece que su postura se ha endurecido desde finales de junio, posiblemente a causa de luchas internas de poder.

Tiyeglow, una población en la región de Bakool que está en su mayoría controlada por Al Shabaab, se ha visto gravemente afectada, según informa su alcalde nombrado por el Gobierno. “La gente en Tiyeglow se muere de hambre. De pronto, Al Shabaab ha parado a las organizaciones humanitarias que estaban intentando llegar a la gente hambrienta de la zona. Por eso algunas personas han empezado a huir en búsqueda de ayuda alimenticia”, explica Ibrahim Abdirahman Mohamed.

Los menores de cinco años están en una situación especialmente peligrosa porque la tasa de desnutrición está creciendo y si este bloqueo de Al Shabaab continúa, seremos testigos de la muerte de cada vez más niños”, advierte Mohamed.

Un estudio de Save the Children publicado el mes pasado muestra que los casos de desnutrición aguda han aumentado en cuatro de nueve distritos evaluados en el centro y sur del país. En el distrito de Mataban, el 9,5% de los menores de cinco años sufre desnutrición grave. El estudio se centra en zonas dominadas ampliamente por Al Shabaab.

Hassan Noor Saadi, director de Save the Children en Somalia, asegura que cualquier tipo de asistencia que llega a las zonas controladas por Al Shabaab es “una respuesta muy restringida”. “Estas zonas reciben quizá entre el 10% y 15% de lo que está llegando a las zonas controladas por el Gobierno o con presencia de actores humanitarios”, añade.

Prohibido huir

Más de dos millones de personas, una quinta parte de la población de Somalia, vive en zonas controladas por Al Shabaab. El grupo terrorista ha atacado en varias ocasiones a trabajadores humanitarios y continúa lanzando ataques diarios contra objetivos del Gobierno. Además, en algunas poblaciones hambrientas y débiles, los líderes extremistas han ordenado a la gente quedarse donde está para así servir como escudo humano.

Más de 700.000 personas han huido de sus hogares en Somalia, 200.000 de ellos en solo los dos últimos meses. Prácticamente todos han abandonado zonas controladas por Al Shabaab en una apuesta desesperada por encontrar asistencia médica y alimenticia.

Abdiya Barrow, de 48 años y madre de siete hijos, cuenta a the Guardian que huyó de Tiyeglow andando durante siete días para llegar a Baidoa, donde sus tres hijos más pequeños estaban recibiendo tratamiento por diarrea y desnutrición.

“Cuando empezó la sequía, Al Shabaab nos dijo que solo podríamos aceptar comida de organismos de ayuda relacionados con organizaciones islámicas, pero finalmente dijeron que no. Cualquiera que sea descubierto trayendo ayuda alimenticia será ejecutado por las sospechas del grupo terrorista de que las agencias de ayuda están aliadas con el Gobierno de Somalia”, lamenta Barrow. “La vida era muy mala. No hay alimentos ni agua. La gente moría a diario. El día que huí con mi familia, un vecino y su hijo murieron de hambre”, añade.

En algunas poblaciones, los líderes de Al Shabaab han impedido a los residentes abandonar sus casas. Mohamed Osman, que vive en Buale, una población en la región de Jubbada Dhexe, golpeada por la sequía, afirma que el grupo terrorista no permitió a los trabajadores humanitarios operar en la zona y advirtió a la población local que serían castigados si intentaban recibir ayuda del exterior.

“[Al Shabaab] advirtió a los residentes de que no se fuesen porque decían que no querían que el pueblo se quedase vacío, pero... no hay nada que comer. Un kilo de arroz cuesta unos 3,5 euros. ¿Quién se puede permitir eso? Los niños y las mujeres se están muriendo”, cuenta Osman.

“Te matan acusándote de espía”

Una mujer de Buale, que prefiere no dar su nombre por razones de seguridad, cuenta que su hija de cuatro años murió de diarrea el mes pasado. “Mi hijo de cinco años ahora está enfermo, está gravemente desnutrido. Al Shabaab no nos da nada y encima no deja que las organizaciones de ayuda lleguen hasta nosotros. Si hablas o pides ayuda humanitaria, te matan acusándote de espía”, añade.

Abdirahman Mohamed Hussein, miembro del Gobierno encargado de la supervisión de la ayuda humanitaria en Jubalandia, señala que es probable que la situación en las zonas controladas por Al Shabaab empeore en las próximas semanas. “La situación degenerará en hambruna si la gente de estas poblaciones no consigue comida pronto. Estamos muy preocupados por la situación de ahí”.

Al Shabaab se enfrenta a una nueva campaña militar lanzada por Mohamed Abdullahi Mohamed, presidente de Somalia, y apoyada por Estados Unidos.

Hussein explica que los extremistas utilizan a la población local como escudo humano porque quieren que estos pueblos sigan siendo “santuarios para los líderes terroristas de Al Shabaab”. “No quieren que la gente se vaya porque les preocupa que pueda haber un bombardeo si se van los civiles”, añade.

Un reciente informe de Naciones Unidas sostiene que “Somalia no está todavía fuera de peligro”. Otros análisis sugieren que existe un “elevado riesgo de hambruna en 2017”. La temporada de lluvias de este año ha sido decepcionante. Partes de Somalia ya sedientas solo han recibido la mitad de la lluvia habitual.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha designado recientemente a Somalia como una “zona de hostilidades activas”, lo que da mayor autoridad a los comandantes a la hora de lanzar bombardeos aéreos, ampliando el alcance de posibles objetivos y relajando las restricciones designadas para evitar víctimas civiles. También ha autorizado el despliegue de fuerzas regulares estadounidenses en Somalia por primera vez desde 1994.

Estados Unidos se retiró de Somalia en 1993, cuando grupos armados tiraron dos helicópteros del Ejército en Mogadiscio y arrastraron por las calles de la ciudad los cuerpos de los soldados estadounidenses que iban en la nave.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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