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Silencio y luto en Belén, sin celebraciones de Navidad en plena guerra de Gaza

Belén, en la Cisjordania ocupada, no ha colocado su enorme árbol en la plaza del Pesebre, ni abierto el tradicional mercadillo navideño en la calle de la Estrella.

Bethan McKernan

Belén (Cisjordania) —
26 de diciembre de 2023 22:23 h

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Poco antes de Navidad, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, el patriarca latino de Jerusalén, explicaba que no podía dejar de pensar en un versículo de la Biblia. “Cuando María y José llegaron a Belén, ella dio a luz a Jesús en un pesebre porque 'no había sitio para ellos”, dijo a unas 5.000 personas durante la misa de medianoche de Nochebuena en la ciudad palestina donde los cristianos creen que nació Jesús.

“No había sitio para ellos”, repitió, citando el evangelio de Lucas. “Parece que este año no hay sitio para la gente de Gaza... Aunque su sufrimiento clama sin cesar al mundo entero”.

Este año se han cancelado las celebraciones navideñas en toda la Tierra Santa, mientras la región llora la muerte de unos 20.000 palestinos a causa de la actual guerra entre Israel y Hamás.

Sin celebraciones

El domingo por la noche, las calles de Belén, en la Cisjordania ocupada, deberían haberse llenado de peregrinos y turistas, paseando al son de la música navideña. Sin embargo, esta Nochebuena todos los establecimientos comerciales y restaurantes estaban cerrados.

La plaza del Pesebre, junto a la basílica de la Natividad, levantada en el lugar donde se cree que nació Jesús, tenía una atmósfera lúgubre y triste, sin adornos. Por primera vez en la historia de la plaza, no había ningún árbol de Navidad en el centro.

Las celebraciones en Belén suelen culminar con un desfile y una misa católica de medianoche en Nochebuena en la iglesia de Santa Catalina. Normalmente, el aforo se llena con meses de antelación, pero este año se preveía tan poca asistencia que la orden franciscana, que asigna las entradas y se ocupa de la seguridad del evento, prescindió de los protocolos habituales. En su lugar, el servicio de oración estuvo abierto a todo el mundo.

Tras un desfile silencioso de los obispos y patriarcas de Jerusalén, los bancos de la iglesia se llenaron inesperadamente. Palestinos de diversos credos y de muchas zonas diferentes habían atravesado los puestos de control israelíes para ir a Belén a presentar sus respetos a los muertos de Gaza y rezar por la seguridad de los vivos. Algunos llevaban la kufiya blanca y negra asociada a Palestina. El ambiente era silencioso y triste.

“No os abandonaremos”

Antes de que estallara la guerra, tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, en el que murieron 1.140 personas, la pequeña comunidad cristiana de Gaza contaba con unas 1.300 personas. Ahora se cree que esa cifra está más cerca de las 800.

La iglesia católica de la Sagrada Familia, en la ciudad de Gaza, se ha convertido en un refugio improvisado, pero ha sido blanco repetido de los ataques aéreos israelíes. La semana pasada, Pizzaballa declaró que el Ejército israelí había sitiado la iglesia y disparado y matado a dos mujeres cristianas. El Papa Francisco condenó el ataque. Las Fuerzas de Defensa de Israel han negado tener conocimiento del mismo.

Este año, el Papa Francisco ha dedicado su bendición del día de Navidad en la Basílica de San Pedro del Vaticano a hacer un llamamiento a la paz en el mundo, recordando que la historia bíblica del nacimiento de Jesús en Belén transmite un mensaje de paz, pero Belén es ahora “un lugar de dolor y de silencio”.

En la misa de Nochebuena en Santa Catalina, Pizzaballa explicó a los fieles que cada diciembre pide permiso a las autoridades israelíes para hacer una visita pastoral a Gaza. Reflexionó sobre la resistencia y la paciencia de la comunidad. “No os abandonaremos”, afirmó, dirigiéndose a los habitantes de la Franja de Gaza, que afrontan una Navidad como ninguna otra.

Traducción de Emma Reverter.

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