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Análisis

Qué suponen los ataques con drones acuáticos contra buques insignia rusos

El buque de guerra ruso "Almirante Makarov" de la Flota rusa del Mar Negro frente a la ciudad portuaria de Sebastopol, en julio de 2019.

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El ataque tuvo la emoción de una trepidante incursión de un comando y, además, fue filmada en directo. Sin embargo, la incursión del sábado pasado al amanecer contra la flota rusa atracada en el puerto de Sebastopol no fue ejecutada por soldados de élite, sino por dieciséis drones no tripulados, nueve aéreos y siete acuáticos. La estrategia de Ucrania plantea preguntas sobre si el ataque representa un momento revolucionario en la historia militar.

Hace tres años, antes de su accidentado paso por Downing Street, Dominic Cummings (estratega político británico, director de la campaña a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y durante 16 meses consejero jefe del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson) escribió:  “Un adolescente podrá activar un dron desde su móvil para hundir una de estas plataformas multimillonarias”, en referencia a los dos nuevos portaaviones de la Marina Real Británica, construidos con un coste total de 7.440 millones de euros. En esta ocasión, puede que tuviera razón.

Lo cierto es que a medida que la guerra ha ido avanzando, Ucrania ha encontrado la forma de amenazar e incluso infligir graves daños a la flota rusa del Mar Negro. En abril hundió uno de los buques insignia de la flota rusa, el Moskva, con un misil de largo alcance. Ahora sus nuevas armas de ataque son ingeniosas, pero al fin y al cabo son simples drones suicidas.

El uso de drones acuáticos es especialmente interesante. El hallazgo de un dron acuático en la bahía de Omega, en la entrada de Sebastopol, por parte de los rusos causó un gran revuelo el mes pasado entre los analistas navales. Se cree que es el mismo tipo de dron que se utilizó el pasado fin de semana para embestir contra la flota rusa, como se aprecia en las imágenes filtradas a un periodista ucraniano.

El analista naval H.I Sutton, muy activo en redes sociales, ha indicado que cree que la embarcación se había desarrollado modificando una moto de agua comercial. Está rodeada por un casco de aluminio con, probablemente, mechas diseñadas por Rusia en la parte delantera para activar una ojiva situada justo detrás. Situada en un soporte, una cámara controlada a distancia, con una lente de infrarrojos, transmite una señal de vídeo al centro de mando y control de Ucrania.

La estrategia de crear drones a partir de piezas que se pueden comprar fácilmente en el mercado recuerda el método que ha utilizado Turquía para construir los drones aéreos Bayrakter TB2. Permite producir armas que son relativamente baratas. Recientemente, los rebeldes hutíes también han utilizado embarcaciones teledirigidas similares contra barcos navales saudíes en el puerto del Mar Rojo. “En las guerras del futuro los drones serán una amenaza constante y cuantitativamente relevante”, ha avanzado Sutton. 

Tras el ataque con drones del pasado fin de semana, los expertos ucranianos han indicado que están particularmente impresionados por el hecho de que la marina del país haya sido capaz de coordinar este ataque a una distancia de más de 160 kilómetros de la costa bajo su control, aprovechando la fuerza cuantitativa –tanto en el mar como en el aire– para llegar a la zona fuera del puerto y posiblemente incluso dentro de él. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se desconocen los daños causados por el ataque, a pesar de todo el revuelo que ha generado.

Armas baratas y muy eficaces

Como han identificado los analistas que han analizado el vídeo filtrado, un objetivo clave del ataque es el buque insignia Admiral Makarov; la fragata más moderna de Rusia en el Mar Negro. Una de las filmaciones termina precisamente en el momento en que llega al barco, lo que sugiere que ha explotado, pero se desconoce el alcance del impacto. El martes circuló por Internet una foto del Makarov en el puerto, sin daños, pero no está claro en qué fecha fue tomada.

Sin embargo, incluso si los daños del Makarov y de otros buques son leves, la armada rusa se verá obligada a revaluar su presencia en la bahía. Desde hace tiempo se sabe que los buques de guerra son más vulnerables en la costa o cerca de ella, ya que es donde tienen menos capacidad de maniobra y donde más les cuesta poner en juego todo su armamento. En este caso, la flota rusa, tal vez subestimando a su oponente, puede haber sido culpable de lo que Sidharth Kaushal, un experto naval del thinktank Rusi, llama “inflexibilidad táctica”, al haber permanecido en la costa de Crimea durante demasiado tiempo, en una zona donde era más vulnerable a un ataque oportunista.

Tras el ataque en Sebastopol, muchos expertos navales han indicado que la estrategia de utilizar naves no tripuladas no es una novedad y han citado precedentes como los barcos de fuego utilizados en numerosas ocasiones desde la antigüedad. En este sentido, Kaushal ha señalado que las nuevas armas de Ucrania son básicamente “ torpedos autopropulsados”. También son, según el experto, armas baratas y potencialmente muy eficaces en zonas congestionadas como el Golfo Pérsico o, como ha descubierto Ucrania, el norte del Mar Negro.

Traducción de Emma Reverter

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