EN PRIMERA PERSONA

La vida de un periodista en Hong Kong: “Mi carrera está acabada, mis amigos están en la cárcel y soy un extraño en mi ciudad”

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Diez semanas después del abrupto final de mi carrera como periodista, me encontraba detrás de la caja registradora en un McDonald's. Mis días como reportero en el diario hongkonés Apple Daily, que fue obligado a cerrar en junio de 2021, eran muy ajetreados. Ahora, tomo un pedido tras otro en una cadena de comida rápida.

En cierto sentido, mi nuevo trabajo se parece mucho a mi antigua vida de redactor de noticias, en la que trabajaba muchas horas para proporcionar a un gran número de personas de todas las clases sociales su dosis diaria de noticias de última hora. La diferencia es que ahora trabajo con comida en lugar de información.

Intento aceptar mi nueva vida, pero me cuesta desprenderme de algunas de mis antiguas rutinas diarias. Todas las mañanas sigo pasando una hora frente al ordenador, leyendo las últimas noticias, pero cada vez es más difícil encontrar medios independientes y de calidad.

Recibes las mismas notificaciones de noticias de última hora de parte de varios medios de comunicación, pero todos se ajustan al posición oficial. El 4 de junio, el aniversario de las protestas de la Plaza de Tiananmén, parece haber sido borrado de la historia. En lo que ahora es llamada “la nueva normalidad”, no hay vigilia con velas para llorar a los muertos.

La web del Apple Daily ha sido borrada de internet sin dejar rastro alguno. Una enorme cantidad de historia ha dejado de ser pública, limpia y vacía como una plaza después de una matanza.

Habiendo pasado la mitad de mi vida en los medios de comunicación, el instinto periodístico está grabado profundamente en mi cabeza. Incluso tras haber pasado meses fuera de una redacción, pienso instintivamente en cómo gestionaría una gran historia cuando aparece en las noticias. Después de que Rusia invadiera Ucrania, soñé que dormía dentro de un tanque en Kiev junto a mi fotógrafo. Podía oír las balas que golpeaban el tanque, hasta que desperté con una fuerte lluvia que golpeaba la ventana de mi habitación.

A veces me siento como un gnomo de jardín, arrinconado y cómodamente ignorado. Otras veces me siento angustiado e impotente cuando pienso en mis colegas detenidos.

A algunos de ellos los conozco desde hace muchos años. En nuestra vida anterior, uno se unió a mí para una caminata benéfica de 100 kilómetros en Japón. Otro venía a menudo a hacer senderismo conmigo. Rodeados de naturaleza, veíamos juntos los amaneceres y las puestas de sol. Compartíamos dumplings calientes en los días fríos después de haber terminado otra agotadora caminata. Hemos reído y hemos llorado juntos.

Aunque llevan casi un año detenidos, aún puedo sentir su presencia.

Ahora, a pesar de seguir siendo hermosa, Hong Kong está demasiado tranquila. Si bien no me he marchado para empezar una nueva vida en otro lugar, soy un extranjero en una ciudad extraña. Últimamente, me he estado formando para ser electricista, tomando clases junto a muchos otros que se han quedado sin trabajo. Aún cuando reúno los requisitos, no existen garantías de un trabajo estable.

Es difícil tratar de poner en palabras mis emociones ante lo que nos ha pasado a todos, así que en su lugar compartiré un extracto de una carta que recibí de un compañero periodista, que actualmente está en prisión.

“A pesar de todo, la vida nos empujará hacia adelante, como un arroyo que lleva a los peces hambrientos y a los que duermen río abajo. El viento fuerte nos llevará hacia el mañana, sin importar si estamos ansiosos o tranquilos”.

* Norman Choi era el jefe de reportajes del Apple Daily antes de que el periódico cerrara en junio de 2021.

Traducción de Julián Cnochaert.

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