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La vieja guardia de la política chilena resurge en el segundo proceso para redactar una nueva Constitución

Miembros de la recién conformada Comisión Experta para el proceso constituyente posan en la antigua sede del Congreso en Santiago de Chile.

Meritxell Freixas

Santiago de Chile —

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Antiguos ministros, exparlamentarios y viejos asesores de todos los colores debutaron este lunes en el arranque del segundo proceso constituyente de Chile como miembros del llamado Comité de Expertos, encargados de redactar un primer borrador de nueva Constitución.

Sin expectativas ni interés ciudadano en el nuevo recorrido, las coaliciones tradicionales de centro-izquierda y derecha se repartieron la presidencia y vicepresidencia del órgano, respectivamente. “Sé que muchos no se sienten convocados porque están escépticos de este proceso (...) Los malestares de nuestra sociedad son profundos y se requerirá tiempo para generar confianzas”, dijo la presidenta de los expertos, Verónica Undurraga, doctora en Derecho de la Universidad de Chile, en su primer discurso.

La vieja guardia de la política chilena reaparece en esta nueva etapa en las figuras de los expertos y en las listas de candidatos al Consejo Constitucional que se elegirá en mayo para modificar el proyecto inicial y redactar un texto definitivo.

Entre los reflotados como expertos están los exministros del expresidente Sebastián Piñera Teodoro Ribera, Juan José Ossa y Hernán Larraín, este último también senador durante 24 años. A las elecciones de consejeros, por otro lado, se presentarán el democratacristiano Andrés Zaldívar, quien fue el senador que más tiempo ha estado en el Parlamento, con casi 25 años ininterrumpidos (además de exministro en dos ocasiones); Carmen Frei, también democratacristiana (actualmente preside el partido) y senadora (1990-2006); o el exdiputado socialista (2008-2022) Marcelo Schilling.

Cuando pensaban que ya tenían un pie fuera de la política institucional –algunos, directamente, ya lo estaban–, los más veteranos retoman el protagonismo en el camino que Chile empezó en 2019, tras un estallido social de meses. 

“Se ha buscado a gente muy experimentada en política, capaz de negociar y que no sea tan moralista como lo fueron los miembros de la Convención Constitucional y grupos de independientes del proceso anterior”, asegura la integrante de la Red de Politólogas Javiera Arce. En su opinión, son rostros que “reivindican la política, el valor de la conversación, de tomar café, algunas con altos niveles de conocimiento y que podrían sacar muy buena votación”. 

El sociólogo de la Universidad de Santiago de Chile Alberto Mayol coincide en que “hay una apelación a la experiencia”, pero considera que “se está haciendo por el camino equivocado”. A su juicio, “algunos de los nombres que han resurgido están completamente quemados, sin posibilidad alguna de arraigo en la sociedad chilena actual”.

“Un error de interpretación desde el principio”

Con el renacer de personajes representativos de la política tradicional, como los expresidentes socialistas Michelle Bachelet y Ricardo Lagos, quienes se espera que participen en la campaña electoral de su sector, se pone en entredicho la fuerte crítica que la ciudadanía lanzó durante las protestas de hace cuatro años a los partidos políticos de la derecha y centro-izquierda que gobernaron el país desde el retorno a la democracia. 

“El resultado del plebiscito de septiembre [en el que se rechazó la primera propuesta de nueva Constitución] significó reconocer que estas críticas siempre procedieron de un sector vociferante, pero no necesariamente mayoritario”, indica el politólogo de la Universidad de Chile Robert Funk.

“Hay un error desde el principio”, añade Mayol. Para él, existe una lectura equivocada de los escenarios que han conducido a Chile a la situación actual. “La izquierda interpretó que el estallido fue una respuesta de la propia izquierda y entonces se pusieron ‘superizquierdistas’ y construyeron un proyecto de país que chocó directamente con Chile; ahora la derecha cree que el triunfo del rechazo es suyo y regresan quienes estuvieron antes”.  

“Un funeral político con honores”

Hay otros elementos que, según expertos, han traído de vuelta a la vieja guardia. Uno de ellos es la veda electoral, es decir, quienes sean elegidos consejeros en las elecciones de mayo o han sido designados expertos, ahora tienen que renunciar a competir en las próximas elecciones presidenciales, legislativas, de gobernadores o municipales. “Una persona con vida útil y con aspiración política no se va a meter ahí y por eso se miran figuras old fashinoned [pasadas de moda], para ellas es como un funeral político con honores”, opina Javiera Arce. 

Además, Robert Funk apunta a la falta de cuadros políticos en los partidos para presentar candidaturas nuevas después de que Chile haya celebrado ocho elecciones a distintos cargos en los últimos tres años. “Parte de la crisis de los partidos políticos en todo el mundo pasa por una caída de la militancia y como consecuencia cuesta crear nuevos liderazgos, mientras que los dirigentes históricos mantienen sus espacios y perfiles, dificultando la irrupción de caras nuevas”, sostiene el académico.

Los partidos del Gobiernos, por separado

El primer proceso constituyente fue liderado por una Convención Constitucional formada por una mayoría progresista, con muchos candidatos jóvenes, sin militancia política y vinculados a movimientos sociales. Ahora, el segundo lo administrarán una comisión de expertos designados por el Congreso y un Consejo Constitucional en el que los independientes no podrán participar –excepto si van en pacto con partidos–. Se mantendrán las listas paritarias entre hombres y mujeres, pero se reducirá de forma notable la representación de pueblos indígenas.

Las elecciones de consejeros constitucionales se celebrarán el 7 de mayo. Tras varias semanas de negociaciones, los partidos gubernamentales decidieron competir divididos, en dos listas separadas. En una concurrirá el centro-izquierda tradicional que por primera vez rompe sus alianzas históricas desde el fin de la dictadura, al quedar fuera de este bloque el Partido Socialista, que se sumará al bloque que está más a su izquierda y que agrupa el Frente Amplio –conglomerado del presidente Gabriel Boric– y el Partido Comunista. A pesar de los perseverantes intentos de los socialistas por lograr la unidad –incluyendo una propuesta de la propia Bachelet de encabezar una lista de todas las fuerzas progresistas–, el acuerdo transversal no prosperó.

La oposición, por su parte, también se presentará por separado: por un lado, la derecha tradicional de la coalición Chile Vamos y, por otros dos caminos distintos, la ultraderecha y la nueva derecha populista.

Desde su elección, los consejeros tendrán un plazo de cinco meses para definir el articulado de la nueva carta magna, que será sometida a plebiscito el 17 de diciembre. Si el proceso es exitoso, la actual Constitución, que instauró la dictadura de Augusto Pinochet, se sustituirá justo el año en que se conmemora el 50º aniversario del golpe de Estado.

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