Esperanza Aguirre prescinde de Granados, uno de sus hombres de confianza
El Ejecutivo madrileño reduce consejerías y carteras aglutinando en distintas áreas algunas competencias como la de Empleo. En total, serán ocho las consejerías con cinco hombres y tres mujeres. Tras la salida de Granados queda Ignacio González como peso pesado del Gobierno, que de nuevo será vicepresidente regional, portavoz y quedará al frente de Cultura y Deportes. Se mantiene Lucía Figar, que había llevado hasta ahora la cartera de Educación, competencia a la que se suma la de Empleo, que deja vacante Paloma Adrados, nueva alcaldesa del PP en Pozuelo de Alarcón (Madrid). La presidenta de la Comunidad de Madrid decide, por tanto, prescindir de un área propia de Empleo y vincularla a Educación. Sigue al frente de Sanidad, otro peso pesado del Ejecutivo madrileño como es Javier Lasquetty. Y, una de las grandes novedades, es la irrupción en el gobierno de Aguirre de Percival Manglano al frente de Economía y procedente de FAES. Será el único de los consejeros que no es diputado, quien sí lo es es Antonio Beteta, que hereda Transportes, ya que su anterior responsable será el presidente de la Asamblea de Madrid, Echevarría.
Sin duda, González gana peso con este cambio ejecutado personalmente por Esperanza Aguirre y Granados se queda como diputado raso. La anterior legislatura ocupa la todopoderosa cartera de Presidencia, Justicia e Interior, cargos que quedan en manos de Regina Plañiol. Así pues, aunque Francisco Granados seguirá siendo el secretario general del Partido Popular en Madrid, pierde cuota de poder en la Asamblea y, en general, en la formación. A cambio, Esperanza Aguirre le ofrece un puesto en el Senado. Fue en una reunión que mantuvo con la hasta hace poco consejero de Interior cuando le planteó abandonar su cargo para quedar como portavoz y ocupar uno de los cinco escaños que correspondan a Madrid por designación autonómica en la Cámara Alta.
Aguirre termina así también con el pulso constante que han mantenido en la Asamblea los dos hombres fuertes del partido en Madrid, quedando el poder interno ahora en manos de Ignacio González. Pero, sobre Granados pesa también la acusación del espionaje político, ya que la Audiencia Nacional reabrió el caso de los seguimientos a cargos del PP hace dos meses, una orden que podría haber enturbiado la tercera legislatura consecutiva de la presidenta madrileña. Según la trama, Francisco Granados habría sido el cabecilla de los supuestos espías a quienes se les acusa de malversación de fondos. Con su salida del Ejecutivo, sólo González se salva del primer gobierno que formó Aguirre en el año 2003. Por otra parte, además de confirmarse como persona de confianza de la presidenta, ve recompensado el varapalo que sufrió cuando quedó excluido de la presidencia de Caja Madrid trastocando los planes de Aguirre, que no apoyó a Rato, candidato de Mariano Rajoy.
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