“La estafa de la franquicia DIA me ha hecho perder 48.000 euros y dos años de mi vida”

"La estafa de la franquicia DIA me ha hecho perder 48.000 euros y dos años de mi vida"

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“Abrí la tienda en octubre de 2013 y desde el primer momento empecé a ver cosas raras”, cuenta Bárbara García. Su caso es uno más de los cerca de 80 que han acudido de forma conjunta a los tribunales. Son los franquiciados de distintos puntos de España que han denunciado a la empresa de supermercados DIA acusándole de “estafa, falsedad documental, apropiación indebida, delito inofrmático, coacciones, amenazas y maltrato psicológico”. Una querella que fue admitida a trámite hace poco más de un año y que, a día de hoy, sigue su recorrido en los juzgados.

García es la única riojana. “Hay muchos más casos como el mío en La Rioja pero el resto, por lo que sea, no ha querido denunciar, algunos han preferido dar carpetazo a este asunto y olvidarse, lo que está claro es que ninguna franquicia de DIA dura más de cinco años porque cuanto más tiempo estás, más dinero pierdes”, asegura.

Ella se hizo cargo del supermercado DIA del número 32 de la calle Murrieta en octubre de 2003. Su franquicia no duró ni dos años. En julio de 2015 decidió cerrar, cansada de acumular pérdidas, engaños y mucha presión. “Para abrir invertí 90.000 euros, lo que tenía que pagar por el contenido del almacén según el inventario que me presentó la empresa”, relata, “¿cómo no iba a fiarme de una multinacional de estas dimensiones? Pero pronto me di cuenta de no había tanto género como me habían vendido”.

“Cada camión de mercancía había que pagarlo al día siguiente”, continúa, “el primero me costó 17.000 euros y ni siquiera te traen lo que has pedido, te traen lo que quieren ellos. Llegaban a veces cosas caducadas y, cuando reclamabas, tenías problemas para cobrarlo. Muchas veces tuve que tirar fruta porque llegaba podrida, y ese dinero lo perdía. Además, si el camión llegaba con un bulto menos, no te lo reintegraban entero, sólo te pagaban la mitad”.

En definitiva, según García y el resto de afectados (todas sus declaraciones coinciden), “no llevas el negocio para nada, es la empresa la que controla todo y la que obtiene beneficios. Una vez incluso vino una supervisora e hizo para mi tienda un pedido que, afortunadamente pude anular, porque si no me hubiera arruinado del todo”.

A estas malas prácticas se suma la “presión” a la que se veía sometida. “Te obligan a hacer pedidos, a tener la tienda siempre llena con los productos que ellos quieren, te meten presión para que compres más e incluso te facilitan el pago mediante préstamos”, cuenta la franquiciada riojana, “menos mal que yo por ahí no pasé”.

Cuando por fin decidió sumarse a la plataforma de afectados y cerrar el supermercado, realizó un inventario de lo que dejaba, de la mano del propio abogado. “Entre mi inventario y el que realizó la empresa había 17.000 euros de diferencia”.

Bárbara García ha perdido 48.000 y “dos años de mi vida que los pasé trabajando sin parar y soportando una presión terrible”. Ahora trata de dar a conocer su situación a otros posibles afectados. “Otros pobrecitos se hicieron cargo de la tienda cuando yo cerré. Avisé a todo el mundo que tenía otras franquicias, quiero que nadie pase por lo que yo he pasado”, concluye.

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