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¿Por qué nuestra provincia se llamó Logroño y no La Rioja?

¿Por qué nuestra provincia se llamó Logroño y no La Rioja?

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La provincia de Logroño nació por primera vez en 1822 y es en ese momento cuando se logra dotar de un marco administrativo provincial, de los que se estaban creando en la época, a una región que ya existía anteriormente y era llamada La Rioja ¿Pero entonces porque la provincia no se llamó La Rioja como habría sido lo lógico y sin embargo se denominó como su capital?

Conseguir una provincia para La Rioja no fue en absoluto una tarea sencilla, sino que, como explica Divulgación de Historia Riojana, requirió más de medio siglo de reivindicaciones. Los riojanos de aquella época lucharon, trabajaron y finalmente lo consiguieron. Fue un proceso complejo, el cual es imprescindible conocer para poder comprender adecuadamente el marco actual de la región, así como el posterior proceso autonómico. Quien conozca bien ambos hechos históricos se sorprenderá además de ver que tienen más cosas en común que diferencias, a pesar de haber transcurrido tanto tiempo entre ellos.

Los diputados reunidos en Madrid acordaron en octubre de 1821 dividir España en 52 circunscripciones, lo cual se llevó a cabo finalmente el 27 de enero de 1822, momento en el que nace la provincia riojana. Llegado el momento de poner nombre a cada circunscripción, la primera en hablar fue la actual provincia de Zaragoza, que demandó denominarse Aragón. Esto provocó un enorme rechazo en las provincias de Huesca y Teruel por ser ellas también aragonesas. La solución al conflicto fue declarar obligatorio que a excepción de unas pocas todas llevaran el nombre de su capital. Así nuestra provincia, que se iba a denominar obviamente La Rioja, se quedó con la denominación de Logroño.

En un oficio de la época llegado a Logroño desde Madrid dando cuenta de la aprobación de la provincia puede leerse: “En la sesión de cortes celebrada este día se ha declarado a la Rioja por provincia independiente bajo la denominación de provincia de Logroño y por capital a esta ciudad”.

Sin embargo, a pesar de esto, el nombre de Rioja nunca se llegaría a perder. Sus habitantes se llamaban riojanos, no logroñeses, y medios de comunicación e instituciones serían de La Rioja y no de Logroño como el Ateneo Riojano (1922), el diario La Rioja (1889), el Instituto de Estudios Riojanos (1946), el periódico conservador ya desaparecido Diario de La Rioja (1900), Radio Rioja (1933) etc…

La conservación del nombre durante tanto tiempo es un hecho llamativo cuando menos. Aquel proceso provincialista riojano había desaparecido de la memoria colectiva con el paso del tiempo, pero el nombre se mantenía vivo a pesar de carecer de oficialidad, sus habitantes continuaban llamándose riojanos.

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El sociólogo Sergio Andrés Cabello en uno de sus trabajos sobre la identidad riojana lo describe así: “el hecho más relevante en términos de identidad fue la permanencia del nombre Rioja durante todo este periodo. La provincia era de Logroño, su capital, no de Rioja, pero sus habitantes se denominaban riojanos y llamaban a su territorio Rioja, pese a no ser un nombre oficial. (…) El valor performativo e identitario del mantenimiento del nombre es vital ya que define, recoge y mantiene una realidad que será riojana y no logroñesa”.

Llegados a este punto puede que surja en el lector una nueva pregunta ¿Entonces porque no hubo nadie que reivindicara el nombre Rioja hasta la llegada de la transición? Realmente si hubo momentos históricos en los que se reivindicó este nombre y se intentó dotar de oficialidad. Uno de ellos se da en 1929 por parte de Diego Ochagavía, entonces secretario de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de Logroño.

Este recibió el apoyo de la diputación y los ayuntamientos más importantes de la región. Otro tuvo lugar durante la segunda república, de la mano del partido político Acción Riojana. No obstante, lo cierto es que como consecuencia de los acontecimientos históricos que se fueron produciendo en España a partir de 1822 no hay muchas oportunidades de cambiar el nombre.

Posteriormente, terminado el franquismo llega la transición española y en ese momento se vuelve nuevamente a reivindicar el nombre de Rioja. Una demanda esta que partió de la propia sociedad civil riojana. Los políticos se pondrían a ello e intentarían satisfacer las peticiones del pueblo.

Para el cambio de nombre de la provincia, el Gobierno Civil, a instancias del Ministerio del Interior, solicitó un informe y dictamen de cuatro instituciones. Estas fueron el Servicio Provincial de Inspección y Asesoramiento de Corporaciones Locales, el Instituto de Estudios Riojanos (IER), la Real Academia de la Historia y la Sociedad Geográfica.

Ante la lentitud del proceso, el senador socialista Félix Palomo preguntó el 12 de mayo de 1979 por la razón de esta tardanza en realizar el cambio de nombre. La respuesta que el ministro de relaciones con las cortes da, es que están pendientes del dictamen de la Real Academia de la Historia que finalmente sería positivo, no así el de la Sociedad Geográfica, que quedó en tablas al solicitar la constitución de una comisión científica que nunca llegó a formarse.

El Servicio Provincial de Inspección y Asesoramiento de Corporaciones Locales y el Instituto de Estudios Riojanos (IER) ya habían dado con anterioridad su visto bueno. Finalmente, el 18 de septiembre de 1980 el cambio fue aprobado por el pleno del congreso.

(En la foto la página del Becerro Galicano donde aparece la primera mención documentada al nombre de La Rioja. Esta escrito como rivo de ogga y data del año 1082, aunque tradicionalmente también se ha considerado como la primera la que aparece en el fuero de Miranda de Ebro, escrito como Rioga y Riogam en el año 1099)

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