Una víctima de malos tratos critica que su agresor esté en libertad

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Una mujer que ha sufrido malos tratos durante años, Eva Velasco denunció hoy que pese a que una sentencia de la Audiencia Provincial de Logroño condenaba a 18 meses de prisión a su ex marido, otro auto del 8 de noviembre sustituye la cárcel por una multa de 6.480 euros y deja en libertad a su agresor.

Su calvario particular comenzó en 2001, cuando conoció a su pareja, R.A., “un chico bastante atractivo y educado”, del que se enamoró y con el que salió siete meses antes de casarse ya embarazada. “Me quedé embarazada porque quise, a lo mejor con premura, sin demasiada cabeza, pero de una forma sana, además tenía fecha de boda antes quedarme embarazada”, recalcó a Europa Press.

Tal y como comentó, ya el día de la boda se mostró “cómo es realmente” porque se comportó con ella de una forma “agresiva y posesiva”, y en la luna de miel la forzó para que mantuviera relaciones sexuales con él.

Tras la tortuosa luna de miel, ya de regreso en Logroño ella se negó rotundamente, por no dañar al feto, a practicar relaciones sexuales, por lo que su marido “empezó a dejar de ir a comer a casa, a cenar, y no avisaba” de sus ausencias.

Fue entonces cuando empezaron a tener problemas para pagar el alquiler del piso y cuando empezaron también las palizas. “Me pegaba, me tiraba en la cama, me daba con manojos de llaves, me humillaba, me decía que estaba gorda, que se había casado con un cuerpo y que yo ya no era nada, a mi padre le decía que era un puto jubilado”, explicó.

Pero el maltrato no sólo fue físico sino que además le amenazaba con desaparecer junto al niño cuando naciera. “En la habitación del niño colocó unos mapas mundi y pinchaba chinchetas en países lejanos diciendo que si no era buena se llevaría lo que yo llevaba dentro a Suramérica o a Irlanda”, contó.

En junio de 2002, a los cuatro meses de la boda, decidió abandonar el domicilio conyugal y regresó con su familia. Pero la dependencia hizo que una vez más quedara con su agresor para acompañarle al bautizo de un familiar, y esa vez la dejó abandonada en una carretera a tan solo diez días de dar a luz.

SÍNDROME DE ESTOCOLMO.

Para el parto, de nuevo la víctima llamó a su agresor “porque tenía miedo” de las represalias legales que podía tener de no avisar a su pareja de que ya habían sido padres. “Después me dijo que quería volver a vivir conmigo, que quería mucho al niño, que me quería y que no podía vivir sin mi, yo nunca volví a vivir con él, pero me torturaba”, comentó.

Ante su negativa de vivir con él, las palizas y agresiones fueron a más hasta que un día en la localidad de Nájera le agredió en una zona de copas. “Me tiró contra un pivote de forja, yo no llegué a perder el conocimiento pero no podía hablar; me llevaron al centro de salud, fui a la comisaria a denunciar y cuando bajé a Logroño fui de nuevo al médico y allí me dijeron que iban a mandar el parte médico al juzgado, y yo por miedo les pedí que no lo mandaran porque cuando vi que las lesiones eran graves sentí pena por él, porque yo tenía el síndrome de estocolmo”, relató.

Según prosiguió Eva, a los pocos días Rubén volvió a amenazarla diciéndole que retirara la denuncia porque de lo contrario “mataría al niño” y le aseguró que “no iba a conseguir nada en los juzgados” porque tenía familiares “de mucho poder”. Ante esto, Eva decidió retirar la denuncia.

Tras el altercado de Nájera, las agresiones se repitieron una vez más pero en una localidad perteneciente a la provincia de Vitoria. Allí mismo Eva decidió denunciar de nuevo y “le condenaron por un delito de violencia familiar habitual”, pena que sustituyó “por 40 días de trabajo limpiando una perrera en Vitoria”.

Ya por entonces viendo que las amenazas no cesaban buscó abogado fuera de Logroño, en Madrid; y esto no le gustó nada al agresor porque “se puso más violento y más agresivo”.

PROCEDIMIENTO JUDICIAL “ETERNO”.

Pero Eva por fin se recuperó de su dependencia emocional y pudo comenzar un proceso judicial “eterno” que acabó con la condena a 18 meses de prisión por las lesiones sufridas“. Él pidió la suspensión, y la audiencia consideró que era ”muy peligroso“ para suspender la pena.

“Ahora ha pedido un cambio y sólo tiene que pagar 6.000 euros, por 6.000 euros se le puede hacer en este país a una mujer todo esto; nos dicen que denunciemos para esto, con lo mal que se pasa”, comentó furiosa exigiendo a la vez que los tribunales “hagan justicia” porque necesita vivir tranquila con su hijo. “Necesito andar por la calle sin mirar a todos los lados, necesito curarme; pero cuando vas a denunciar te dan todos los derechos del mundo, y cuando van a sentenciar sólo tienen derechos los maltratadotes”, concluyó.

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