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“Inma es el faro del cole”: las familias de un centro madrileño se movilizan contra la decisión de apartar a su profesora de Educación especial

Estracto de la carta de Sami difundida en redes sociales

Aurora Santos-Olmo

“Yo quiero demostrar que no importa como seas. Tener discapacidad no tiene que impedirte lograr cosas. Sino que lo importante es que todos podemos dar lo mejor de uno mismo, e Inma me ha ayudado a cumplir con esto”. Sami, con Transtorno del Espectro Autista (TEA), tiene once años y estudia en el Colegio Alejandro Rubio de Guadalix de la Sierra, en Madrid. Ha escrito esta carta al director del centro para evitar que Inma, su profesora, no sea renovada.

Inma es funcionaria y tiene su plaza de profesora en otro colegio. Pero hace nueve años, decidió ir a este centro en un pueblo de Madrid para instalar un aula destinada a Transtornos Generalizados del Desarrollo (TGD). “Estos profesores como Inma, por ley están en comisión de servicios. Los renuevan cada año y el director recomendó a la consejería que no lo hicieran ya”. eldiario.es ha hablado con el padre de uno de sus alumnos actuales. Tanto él como el resto de familias llevan años luchando por lograr una estabilidad para sus hijos.

Precisamente para lograrlo, es básica la continuidad de los profesores que tratan con ellos. Así lo ha argumentado en su cuenta de Twitter la Confederación de Asociaciones de Autismo: “Estabilidad de recursos, formación, especialización y atención integral son esenciales para el desarrollo educativo de los alumnos con TEA”. Por eso insiste este padre en que este cambio sería “una pérdida no solo para nuestros hijos, sino para los que vendrán”.

“Se dice que el autismo es el Everest de la educación. Pues si hay una persona que lo ha escalado tantas veces durante nueve años... ¿para qué cambiarlo?”, se pregunta en conversación con eldiario.es.

Esta misma fuente asegura que el caso de Sami es una prueba más que sólida de la importancia que tiene Inma para los niños y para el centro. “Cuando llegó al cole, Sami, que es compañero de mi hijo, tenía muchas dificultades para bañarse porque no le gustaba el agua. En ocho años va a natación, estudia piano, estudia francés, tiene sus amigos... Creo que es una muestra más que suficiente del trabajo que hace esta mujer”. De hecho, asegura, son varias las familias que se han mudado al pueblo para poder coincidir con ella.

La propia profesora ha dicho a Educación que quiere quedarse en este centro y ha declarado que no le han dado explicaciones sobre la decisión de apartarla. Además, el director, según los padres afectados, les argumentó “que quería cambiar de localización el aula, pero que no tenía presupuesto para ello”. Su intención, explican las familias, era convertir ese espacio en una zona de despachos para los directivos y también de secretaría.

Los padres afectados por la no renovación de Inma declaran que la inspectora de zona les dijo que “nosotros nos ligábamos emocionalmente y que es normal que haya cambios. Que no se trata de un puesto vitalicio”. Pero su opinión es totalmente contraria a este argumento: “Esta mujer lleva un tiempo con los niños y le da una posición privilegiada para saber qué le ocurre a cada uno”. “Con una nueva, con el tiempo que necesita para conocerlos, se perderá la mitad de curso”.

En su carta, Sami enumera la cantidad de cosas que es capaz de hacer gracias a su profesora: “Aprender muchas cosas”, “Saber qué puedo hacer en una situación”, “Comprender los sentimientos de los demás”, “Respetar a los mayores y atenderlos”.

“Piénsalo bien, Inma ha ayudado a un montón de niños. Así que, ¿qué van a hacer todos los que vamos a girasoles sin Inma? Si viene otra profesora, ¿de qué nos va a conocer?” Sami termina su carta pidiendo que piensen en los demás y dejen a Inma en el cole.

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