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Rezos antiabortistas en Madrid horas antes de la prohibición del acoso ante las clínicas de interrupción del embarazo

El local está en la confluencia de las calles Pensamiento y Hermano Gárate, enfrente de la clínica Dator

Víctor Honorato

7 de abril de 2022 23:35 h

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Ni ambulancias ni altavoces, ni grandes concentraciones de personas, sino apenas tres mujeres hacían guardia este mediodía en la acera de enfrente de la clínica Dator de Madrid, el día siguiente a la aprobación definitiva en el Senado de la reforma del Código Penal para castigar el acoso a las mujeres que vayan a abortar. La reforma entrará en vigor este fin de semana, tras la aprobación de la norma en el BOE, con penas de hasta un año de cárcel para quien “para obstaculizar el ejercicio del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo acosare a una mujer mediante actos molestos, ofensivos, intimidatorios o coactivos que menoscaben su libertad”. 

Las tres señoras estaban “al corriente” de la novedad legislativa, según señalaba una de ellas, que llevaba un cartel con el mensaje “Rezamos por ti y por tú bebé”. “No queremos hablar, solo queremos rezar”, apostilló la segunda mientras la tercera, para zanjar el breve intercambio, elevó la voz una octava, enunciando “Dios te salve María, llena eres de gracia”, para volver a continuación al murmullo.

Había otras dos mujeres a las puertas de la clínica, con sendos carritos de bebé. “Yo solo estoy acompañando a mi hermana”, se excusó una, que dijo no estar al tanto de los cambios legales. “Por mí, la gente que haga lo que quiera”, afirmó. Ambas se fueron a los 10 minutos. Más aparente que la protesta silenciosa de hoy sigue siendo el rosa intenso de la fachada del local que continúa abierto en la esquina de enfrente al centro médico, inaugurado recientemente por el grupo ultracatólico Hazte Oír. “El aborto no es la única opción”, dicen las letras impresas sobre la puerta corredera, flanqueada por la fotografía de un bebé en tamaño maxi y la pregunta “¿Te vas a perder mi sonrisa?”.

Las vigilias, rezos y admoniciones varias vienen repitiéndose ya desde hace tres décadas en esta acera, últimamente en grupos relativamente numerosos y con presencia de jóvenes, se entiende que de comunión frecuente, pendientes de la salvación de almas ajenas. El incordio se remonta prácticamente a la propia inauguración de la clínica, en 1986, tras la primera despenalización del aborto, entonces todavía parcial. Pero el acompañamiento impertinente ha ido subiendo de volumen. Al ocasional reparto de folletos para amedrentar a las mujeres que se acercasen a la clínica con las supuestas consecuencias funestas de poner fin al embarazo, se le han ido sumando técnicas cada vez más teatrales, como la “ambulancia vida” que ofrecía ecografías gratis. Patrocinada, de nuevo, por Hazte Oír, a través de la plataforma Derecho a Vivir.

A las puertas de Semana Santa, falta por ver si el enjambre ultracatólico desaparece o crece a la entrada en vigor de la nueva ley y, en tal caso, el celo policial en su vigilancia: la reforma convierte al delito en público, de forma que no sería necesario denunciar el acoso para perseguirlo. El texto de la Ley protege también a los trabajadores de las clínicas que, en el caso de la Dator, han tenido que manifestarse a su vez para que cesase el hostigamiento. La reforma ha sido aprobada con el voto favorable de todos los grupos menos PP y Vox, que se posicionaron en contra.   

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