Los vecinos de una calle de Madrid limpian la basura que no retira el Ayuntamiento: “Es una auténtica vergüenza”

Guillermo Hormigo

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La paciencia tiene un límite y la de un grupo de vecinos de la calle Díez, en Ciudad Pegaso (colonia urbana ubicada en el distrito de San Blas-Canillejas), ha llegado al suyo. Cansados de la falta de respuesta del Ayuntamiento a las peticiones para retirar la basura de la vía pública, estos residentes se han organizado para llevarla a cabo por su cuenta.

Así lo publicaba el domingo en redes sociales Pablo Iturriaga, vecino del barrio que relataba en un hilo de Twitter cómo han llegado a esta situación dirigiéndose, no sin sorna, al consistorio de José Luis Martínez-Almeida: “Nos hemos hartado. No hace falta que resolváis las decenas de avisos que hemos puesto. Podéis venir directamente a buscar las bolsas porque nosotros hemos recogido la basura que se llevaba acumulando un año. Muchas gracias por nada”.

“Es una auténtica vergüenza que los ciudadanos tengamos que limpiar la calle. Pedimos máxima difusión y animamos a los vecinos y vecinas a denunciar este abandono por parte del ayuntamiento”, añade Iturriaga, que adjunta fotografías del proceso en las que puede verse la labor de limpieza realizada por varios residentes. Unos trabajos que no se han limitado a la retirada de residuos, ya que también han vaciado las alcantarillas en previsión de que las lluvias venideras provoquen nuevas balsas de agua y suciedad.

Este improvisado equipo de saneamiento dejó las bolsas de basura delante de uno de los portales de la vía. Al final del hilo, Iturriaga insta al Ayuntamiento a enviar personal a este emplazamiento “si os viene bien”, aunque dice que “nos buscaremos la vida” si el olvido de estos vecinos se prolongaba.

Por fortuna, esta vez no ha sido así y los residentes se han levantado con las bolsas ya retiradas. “Fin del primer asalto, pero no será el último”, ha escrito Iturriaga, no del todo confiado en que más allá de esta intervención el Ayuntamiento refuerce las medidas de salubridad en Ciudad Pegaso.

En conversación con Somos Madrid, Iturriaga expone las razones de este recelo: “Aunque el camión, que ya sabemos que cabe en la calle, ha venido a llevarse las bolsas, no han limpiado. Todavía hay partes de la vía por las que no pasamos la escoba que siguen igual, así que parece que si de aquí a unos meses no cambia la Ordenanza o se mete a esta calle en el programa de limpieza vamos a tener el mismo problema”.

Este miércoles, después de la publicación de esta noticia, la alegría de Pablo fue completa al comprobar cómo el servicio de limpieza municipal llegaba por la mañana para limpiar toda la calle: “El Ayuntamiento incluye la calle en el mapa de limpieza según confirman sus responsables. Tras esta intervención, tendremos un mantenimiento periódico”, aseguraba con un vídeo de los trabajadores municipales. “Gracias de parte de toda la calle Diez”.

Una calle fantasma para el servicio municipal de limpieza

Pablo se mudó con su familia a Ciudad Pegaso hace un año. Ya entonces, les pareció que había demasiada basura en la calle. No tanto restos acumulados en los contenedores, sino más bien “basura del día a día”: hojarasca, papeles, mascarillas o algún paquete de tabaco. Empezaron a poner avisos en el apartado reservado a ello de la aplicación Madrid Móvil, dependiente del Ayuntamiento. “Nos dimos cuenta de que los avisos se marcaban como resueltos sin que por aquí pasara nadie”, cuenta. Iturriaga se percató de que para el servicio municipal de limpieza eran invisibles, inexistentes.

Otros residentes se lo confirmaron, así que este vecindario “fantasma” decidió tomar cartas en el asunto. El presidente del edificio preguntó qué estaba sucediendo en la Junta Municipal del Distrito de San Blas-Canillejas. Y ahí recibieron una explicación que no les dejó mucho más tranquilos: “Cuando la normativa de limpieza se trasladó a Madrid 360, nuestra calle y otras de la ciudad pasaron a quedar fuera del servicio de limpieza”.

Todo hace indicar que la vía se incluyó entre las 284 que pasaron a ser consideradas espacios interbloque y a quedar fuera del nuevo contrato de limpieza. Iturriaga no encuentra motivos, teniendo en cuenta que además de contar con tres portales la calle bordea un parque en el que vive una colonia municipal de gatos, algo que intensifica aún más los residuos.

Si dejas de prestar un mínimo servicio durante un año, la calle se convierte en un estercolero

Desde el consistorio les prometieron que la situación mejoraría a partir de julio con la llegada de una nueva Ordenanza de Limpieza, pero su aprobación continúa en alegaciones. “Nada cambió, salvo que con el calor la mierda acumulada empezó a ser todavía más evidente”, asegura Iturriaga. “Llamamos al 010, a los bomberos y seguimos poniendo avisos, pero nada. Cuando volvimos de vacaciones, viendo que caminar por nuestro barrio se había vuelto insano, decidimos que algo había que hacer”, dice. Compraron unos cepillos en una famosa tienda de bricolaje, cogieron unas cuantas bolsas de basura, agarraron una pala para la suciedad incrustada y se pusieron manos a la obra.

Multas estratosféricas por dejar residuos fuera de los contenedores

Este olvido del consistorio madrileño contrasta con la firmeza de su nueva campaña para atajar la suciedad de las calles con un considerable endurecimiento de las sanciones. En el barrio de Aravaca, una mujer ha sido multada con 2.001€ por dejar una caja del contenedor fuera del contenedor, según informa El País. Lo mismo ha sucedido con otra ciudadana en Barajas.

Además de las críticas a la cantidad por desproporcionada, esta sanciones plantean dudas en tanto en cuanto solo pueden afectar a quienes dejen algún residuo que incluya datos identificativos, información que además puede no corresponderse a la persona que deposita esos residuos en la vía pública.

Para Pablo Iturriaga, sin embargo, el problema de la limpieza en Madrid no se soluciona con multas: “No me parece mal que se penalicen los comportamientos incívicos, pero hay que empezar por lo básico. No es mucho pedir que en cualquier vía como la nuestra pase un barrendero una vez a la semana. Si dejas de prestar este mínimo servicio durante un año, la calle se convierte en un estercolero”.