Nuevo Audi Q5 Sportback: más deportivo y con etiquetas ecológicas en toda la gama
Desde los tiempos remotos en que Henry Ford ofrecía a los estadounidenses el Model T en cualquier color siempre que fuera negro, las posibilidades de personalización de los coches han alcanzado un punto difícilmente concebible hace un siglo. Hoy, el ideal de cualquier fabricante es poner a la venta un vehículo casi hecho a la medida de cada comprador, y las marcas premium se afanan en crear tantas declinaciones de un solo modelo como sea posible.
A Audi, la estrategia le ha funcionado especialmente bien desde del momento -no remoto, pero ya lejano- en que comercializó la carrocería Sportback del A3 allá por 2004, una solución que ha explotado con más intensidad posteriormente en su gama SUV.
De hecho, el 57% de los clientes del Q3 elige ya la versión Sportback, de aire más cupé y deportivo, y más de la mitad de los del e-tron hace lo propio. Durante el periodo de preventa del nuevo Q5 Sportback, el 43% también ha mostrado inclinación por esta carrocería en vez de la convencional, y todo hace prever que la demanda del próximo Q4 e-tron -que se presentará en fechas próximas- se comportará de la misma manera.
En el caso del Q5 Sportback, además, uno de cada cinco interesados opta por las dos versiones híbridas enchufables del modelo, de 299 y 367 caballos y ambas con 62 kilómetros de autonomía eléctrica, lo cual habla de otra tendencia ascendente, la de la lenta pero creciente popularización de los modelos electrificados.
Toda la gama del nuevo modelo, que hemos podido conducir ya por carreteras de la Comunidad de Madrid, cuenta con uno de los dos distintivos ambientales considerados ecológicos por parte de la DGT. Los enchufables disponen del sello 0 emisiones y las demás versiones (incluido el deportivo SQ5), del Eco, gracias a la incorporación de tecnología de hibridación ligera.
Comparado con su hermano de silueta estándar, el Q5 Sportback se distingue sobre todo por una mayor caída del techo en el tramo final de la carrocería que le confiere su especial carácter deportivo. También el frontal luce un aspecto levemente distinto, con la parrilla Singleframe flanqueada por grandes entradas de aire cuyas inserciones pueden estar rematadas en aluminio, y por unos faros led de serie, o matriciales de forma opcional.
En la trasera destacan el spoiler de mayor tamaño y un difusor específico, además del listón trasero en color negro o cromado, según versiones, y unas ópticas que pueden ser OLED como opción. Quienes paguen por esta última tecnología pueden escoger entre tres firmas luminosas diferentes, más un modo Dynamic común que se activa al seleccionar el programa de conducción del mismo nombre.
Cada una de las firmas presenta un patrón de iluminación dinámico para las funciones de apertura (coming-home) y cierre (leaving-home) del vehículo. Si otro coche se aproxima por la parte trasera a menos de dos metros cuando estamos detenidos, todos los segmentos OLED se iluminan a modo de alerta de proximidad.
En cuestión de cotas, el Q5 Sportback es 7 milímetros más largo (mide 4,689 metros), pero solo debido al spoiler trasero, y 2 mm más bajo, aunque ello no afecta a la habitabilidad de las plazas posteriores. El maletero cubica 510 litros con los cinco asientos en su posición y 1.480 con los traseros plegados, cifras que aumentan 60 litros si se incorpora la banqueta posterior Plus, que permite un desplazamiento longitudinal de 12 centímetros.
Hibridaciones ligera y enchufable
Como apuntábamos, todas las versiones de la gama son acreedoras de distintivos 0 emisiones o Eco. Tanto la de gasolina de 265 CV como las diésel de 163 y 204 CV incorporan un sistema mild hybrid de 12V, mientras que el potente SQ5, con motor V6 TDI de 341 CV, se vale de una tecnología, también microhíbrida, de 48V.
Por lo que hace a los modelos enchufables, se dispone de dos variantes: un 50 TFSIe que entrega 229 CV y un más prestacional 55 TFSIe que alcanza los 367 CV. El primero acelera de 0 a 100 km/h en 6,1 segundos, registro que baja hasta los 5,3 segundos en la versión más potente. Ambos tienen la velocidad máxima limitada electrónicamente a 239 km/h.
El sistema de propulsión lo conforma el motor 2.0 TFSI de cuatro cilindros de gasolina turboalimentado que equipa el Audi Q5 45 TFSI, con una potencia de 265 CV, combinado con un motor eléctrico síncrono integrado en la caja de cambios S tronic de siete velocidades. De transmitir la potencia al asfalto se encarga la eficiente tecnología quattro ultra. La batería, de 14,4 kWh netos de capacidad (17,9 kWh brutos), permite a las dos versiones TFSIe alcanzar los 62 km en ciclo WLTP.
Los usuarios pueden cargar el Q5 Sportback TFSIe durante la noche en una toma de corriente doméstica, operación que se completa en poco más de seis horas. Con el cable de serie, y utilizando una toma industrial monofásica de 32 A, el tiempo de carga se reduce a 2,5 horas.
Consciente del perfil de cliente que aspira a un modelo como este, Audi ha eliminado la versión básica y lo ofrece desde un acabado Advanced -a partir de 55.810 euros- que lleva ya pantalla central con navegador de 10,1 pulgadas, Virtual Cockpit Plus de 12,3“, climatizador de tres zonas, llantas de 18” y portón eléctrico, entre otros muchos elementos.
El acabado S Line, de corte deportivo, cuesta 2.500 euros más, y para acceder al aún más exclusivo Black Line hay que desembolsar 3.200 euros adicionales. Por 2.190 está disponible el Pack Confort, que incluye reglaje lumbar eléctrico, banqueta trasera Plus, paquete portaobjetos, cámara trasera, iluminación ambiente y llave de confort.
Por último, los sistemas de asistencia a la conducción se agrupan en dos paquetes combinables, uno pensado para un uso eminentemente urbano (City) y otro enfocado a la conducción por carretera y llamado Tour.
