Prueba del Mazda CX-30, una apuesta por la pureza del diseño japonés con un motor revolucionario
De la conjunción del lenguaje de diseño Kodo, la más avanzada tecnología de motores y el máximo placer de conducción, ha nacido el Mazda CX-30, el nuevo SUV que, junto con el Mazda3, inaugura la última generación de modelos de la marca japonesa, además de adentrarse en un segmento no explorado hasta el momento.
Situado por tamaño entre el Mazda CX-5, demandado sobre todo por clientes con notables necesidades de espacio, y el Mazda CX-3, un vehículo más enfocado al tráfico en ciudad, el CX-30 mide 4,39 metros de longitud y dispone de una distancia entre ejes de 2,65 metros. Se adapta, por tanto, a los requerimientos de quienes precisan de la funcionalidad del CX-5, pero con las dimensiones compactas y el carácter urbano de su hermano pequeño.
Desde el punto de vista del diseño, este nuevo todocamino mediano conjuga la elegancia y fluidez de líneas de un cupé con la fuerza y el atrevimiento de un SUV. Sus líneas están basadas en el minimalismo estético japonés, en las que se elimina cualquier elemento superfluo con el fin de crear un conjunto de superficies limpias que le diferencian claramente del resto de competidores. El resultado es un diseño entendido como arte, ya que pretende generar el movimiento de la carrocería jugando con el sutil contraste entre luces y sombras en lugar de recurrir a las líneas de carácter convencionales.
En el Mazda CX-30 coinciden tanto la novedad en sí del modelo, recién puesto a la venta, como la incorporación de la revolucionaria tecnología Skyactiv-X, que aúna las prestaciones, la suavidad y el resto de las sensaciones asociadas tradicionalmente a un motor de gasolina (de 180 CV) con los consumos de un diésel: 5,9 litros cada 100 kilómetros de media según el último ciclo de homologación WLTP (más realista que el anterior).
Un motor único
El primer desarrollo, hasta el momento, de esta tecnología es un motor de cuatro cilindros y dos litros que cuenta con 180 caballos. Se trata del primero producido en serie en el mundo que emplea el encendido por bujía propio de los coches de gasolina, combinado con el encendido por compresión de los diésel. Su secreto estriba en el sistema SPCCI, que permite que el coche funcione con mezcla pobre; es decir, con casi tres veces más de partes de aire por cada una de carburante de lo que es habitual, lo que se traduce en una menor necesidad de gasolina para funcionar.
Las sensaciones dominantes a los mandos del CX-30 Skyactiv-X son una extraordinaria suavidad de marcha y una entrega muy progresiva de potencia, aunque más contundente de lo que parece dado el poco ruido que se filtra en el habitáculo. Nada tiene que ver este propulsor con los motores de gasolina tradicionales que daban lo mejor de sí cuando eran potentes, en la parte alta del cuentarrevoluciones, pues aquí la “chicha” está en el régimen intermedio, donde podemos obtener la eficiencia que se persigue con una mecánica desarrollada exactamente con este fin.
Un coche muy agradable para la vida diaria
De hecho, el sistema SPCCI no solo muestra su mejor cara a revoluciones medias y bajas, donde más reduce las emisiones de CO2 y NOx además del gasto de combustible, sino que sencillamente no actúa en las aceleraciones fuertes, como tampoco lo hace en los arranques en frío ni en las fases iniciales de calentamiento, circunstancias todas en las que el Mazda pasa a funcionar como los modelos de gasolina convencionales. En consecuencia, el Mazda CX-30 ofrece su mejor respuesta y consumo en un uso normal, si bien por estabilidad y precisión de guiado soporta una conducción mucho más “agresiva”.
En la suavidad y el silencio que se disfrutan a bordo tiene su buena parte de responsabilidad el sistema híbrido (Mazda M Hybrid), compuesto por un motor eléctrico y una batería de 24 voltios, con que está equipado el coche. Esta tecnología ayuda a recuperar energía en las deceleraciones y reduce el consumo de combustible, además de asegurar el distintivo ECO de la DGT, con las ventajas fiscales, de circulación y de aparcamiento que ello representa.
Yendo a los consumos reales, podemos afirmar que el CX-30 no se aleja mucho de los registros obtenidos en las pruebas oficiales. En nuestro recorrido habitual y haciendo un uso del coche tranquilo con el fin de sacar el máximo partido posible de la tecnología Skyactiv-X, hemos obtenido un promedio que oscila entre los 6,5 litros/100 km, cuando abunda algo más la utilización en carretera, y los 7 litros/100 km en el caso de circular mayoritariamente en ciudad. Son cifras muy razonables, sobre todo teniendo en cuenta sus 180 CV de potencia, y se pueden corresponder con las de un modelo de parecidas características con motor diésel, pero con las ventajas de la gasolina y la hibridación
Por lo demás, el nuevo SUV de Mazda resulta un vehículo amplio tanto en las plazas delanteras como en las traseras, estas dotadas de sus propias salidas de aire, y dispone de un maletero de formas regulares y gran amplitud: 430 litros que se acercan más a los 477 del CX-5 que a los 350 del CX-3.
En su interior, este modelo destaca por ofrecer una ergonomía excelente, además de un refinamiento, unos materiales y una calidad de acabados artesanales hasta ahora nunca vistos en la marca de Hiroshima. Se ha aplicado aquí la filosofía japonesa Ma, o espacio vacío, al objeto de crear una atmósfera acogedora y, al mismo tiempo, abierta al exterior en la que los elementos centrales son el cuadro de mandos digital de 7 pulgadas y la pantalla central de 8,8 pulgadas.
Es importante subrayar que son de serie, desde el acabado básico (Origin), dispositivos tan destacados como la información del head-up display proyectada en el parabrisas, el control de crucero adaptativo por radar, los sensores de aparcamiento traseros y la pantalla central de 8,8 pulgadas con navegador integrado. El vehículo incorpora asimismo reconocimiento de señales, aviso de cambio involuntario de carril y detector de fatiga, que en algunas versiones incluye cámara de infrarrojos.
El Mazda CX-30, disponible también en variante de gasolina de 122 CV y diésel de 116, está a la venta con el innovador motor Skyactiv-X desde 29.975 euros en el ya mencionado y bien equipado acabado Origin. Según versiones, puede disponer de tracción a las cuatro ruedas i-Activ AWD y cambio automático de seis velocidades En todos los casos cuenta el sistema G-Vectoring, un control de vectorización del par motor para garantizar el control del vehículo sobre firme deslizante y en cualquier situación en que se vea comprometida su estabilidad. Con esta suma de diseño, tecnología y calidad de acabados, el Mazda CX-30 se convierte una apuesta diferenciadora y muy completa.
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