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Mazda3: percibir lo que no está a la vista para eliminar el riesgo de accidente

El Mazda3, nacido en 2003, inaugura la nueva generación de la marca japonesa.

Jorge Castro

En artículos anteriores describíamos la particular atención que los equipos de desarrollo del nuevo Mazda3 han prestado a la posición e interacción del conductor con los elementos del interior, pero lo cierto es que, sin conectarlos con el mundo exterior, este esfuerzo no hubiera servido de nada.

Por tal motivo, la marca japonesa ha dedicado muchos esfuerzos a pensar en cómo el conductor percibe su posición sobre la carretera y respecto al tráfico circundante. No en vano, el Mazda3 embarca a sus pasajeros dentro de un entorno contundente, fácil de comprender, cálido y seguro. Pero también los pone en conexión con lo que sucede más allá de la chapa o el cristal. Tenerlo en consideración permite centrar la atención en un mejor guiado del coche, anticipar situaciones comprometidas (peatones, animales, súbitos cambios meteorológicos, etc.), y abundar así en los valores de respeto a la conducción que defiende el nuevo modelo.

Siempre a la vista

La preocupación por descargar de trabajo mental al conductor optimizando al máximo el sentido de la vista se ha concretado en el Mazda3 en el tratamiento de tres elementos a los que normalmente tienen una consideración secundaria.

Hacia adelante y con el coche parado, se observa con facilidad cómo el diseño del pilar “A” ha cambiado completamente para reducir al mínimo el tiempo que entorpece, por ejemplo, la percepción de que algo o alguien, invaden el carril. Que ocupe menos espacio cuando se mira hacia los lados y, sobre todo, cuando se calcula de cabeza cuándo va a cruzarse por delante ese peatón despistado o aquel animal que ha echado a correr desde la cuneta, es fundamental y en el Mazda3 se agradece la inexistencia de ángulos muertos hacia la calzada.

Los limpiaparabrisas, por su parte, tampoco entorpecen esa visión completa de la carretera. Como norma general, se encuentran escondidos bajo el capó, donde además se minimiza el ruido y las vibraciones que aparecen a alta velocidad. Cuando se activan, se nota que es un elemento completamente nuevo. Los surtidores de agua se han incorporado directamente sobre los brazos, proyectando el líquido a escasos milímetros de las escobillas de manera que no hay momentos de “ceguera” o limpieza poco uniforme.

Además, se ha rediseñado por completo su trayectoria y los límites máximos de su barrido, llegando ahora por completo hacia el mismo borde izquierdo del pilar “A” y reduciendo a la mitad el semicírculo que se venía describiendo en la parte más baja del parabrisas.

Faros LED inteligentes

Para concluir, la visibilidad en cualquier situación es óptima gracias a los faros Smart Full LED adaptativos. Basados en una matriz de 20 ledes, 12 de ellos se ocupan de los haces anti-deslumbramiento de cruce y carretera, con ocho más para reforzar la profundidad a larga distancia, y gran velocidad. En la práctica, los elementos dibujan siluetas de luz distintas sobre la carretera, más anchas y cortas a baja y moderada velocidad (40-42 metros por 160-170 metros, respectivamente), más estrechas y largas a gran velocidad con hasta 235 metros de cobertura.

Giran en seis etapas acompañando a la dirección. Y lo hacen con total independencia del conductor que, aunque mantiene el selector de haces en su posición, no tiene por qué utilizarlo jamás en condiciones normales de uso.

Del cuerpo hacia el contacto con el interior, y de los ojos hacia la visión clara del máximo espacio circundante. Así es como Mazda concibe al conductor del Mazda3: seguro y confiado en lo que ve, y en lo que supone que está, pero que pudiera quedar oculto.

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