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Luca de Meo: “Europa regula mientras EEUU incentiva y China planifica”

El máximo dirigente de Renault denuncia las ventajas competitivas de que disfrutan en su opinión las marcas chinas.

P. U.

Luca de Meo, CEO de Renault Group y presidente de la asociación de fabricantes europeos ACEA, acaba de publicar su Carta a Europa, un exhaustivo análisis de la situación de la industria del automóvil en nuestro continente, que ha sido remitida a los principales responsables de la toma de decisiones y partes interesadas de toda Europa.

A pocas semanas de las elecciones europeas, el documento dirigido a todos los actores de la vida política llama a constituir una industria “sostenible, inclusiva y competitiva” capaz, sobre todo, de hacer frente a la creciente oleada de modelos chinos.

De Meo afirma que, “en una economía abierta, la competitividad se mide por las ventajas comparativas de los diferentes actores. Una cosa está clara: producir en Europa es más caro. El coste de producción de un coche del segmento C made in China es entre 6.000 y 7.000 euros inferior (alrededor del 25% del precio total) al de un modelo europeo equivalente”.

El coste de producción de un coche del segmento C 'made in China' es entre 6.000 y 7.000 euros inferior (alrededor del 25% del precio total) al de un modelo europeo equivalente

La disparidad se extiende al campo de la financiación. Según describe el máximo responsable de Renault, China estaría concediendo más subvenciones, y de modo más ágil, a sus fabricantes. Según un informe de la universidad Polytechnique, aquellas representarían entre 110.000 y 160.000 millones de euros hasta 2022.

Entre tanto, el programa IRA (Inflation Reduction Act) promulgado en agosto de 2022 ha permitido a Estados Unidos inyectar en su economía 387.000 millones de euros, principalmente en forma de créditos fiscales. En este contexto, se han concedido créditos fiscales por valor de 40.000 millones de dólares para desarrollar tecnologías de fabricación verdes. “Europa no dispone de un sistema de este tipo”, puntualiza De Meo.

En relación con la cuenta de explotación, los costes energéticos son dos veces inferiores en China y tres veces inferiores en Estados Unidos respecto a Europa. “En cuanto a los costes salariales, son un 40% más altos en Europa que en China”.

El CEO de Renault reprocha a Europa que, por su parte, se esté limitando a acumular “normas y reglas”. Ello provoca a su juicio “una situación muy desfavorable para las empresas, que a menudo se ven obligadas a adaptarse a calendarios muy ajustados de aplicación de estos nuevos reglamentos y que deben movilizar importantes recursos de ingeniería (hasta el 25% del gasto de I+D) para estudiar su aplicación”.

El directivo admite que “el objetivo de esta carga normativa es que Europa sea un referente en protección medioambiental, con la esperanza de que sea un factor de progreso social para todos los habitantes del planeta”. El problema consiguiente, dice, es que “los demás bloques están tardando en seguir este ejemplo, lo que penaliza la competitividad de las empresas europeas”.

Un territorio que se queda atrás

El Viejo Continente está haciendo honor a su apelativo a la vista de cómo ha evolucionado la industria del automóvil en los últimos años. Como bien desgrana De Meo, “debería proteger su mercado, pero depende de China para los suministros de litio, níquel y cobalto, y de Taiwán para los semiconductores. Además, tiene interés en aprender de los fabricantes chinos, que van una generación por delante en cuanto al desempeño y los costes del vehículo eléctrico (autonomía, tiempo de carga, red de puntos carga…), el software y la velocidad de desarrollo de nuevos modelos (1,5-2 años frente a 3-5 años)”.

Los fabricantes chinos van una generación por delante en cuanto al desempeño y los costes del vehículo eléctrico (autonomía, tiempo de carga, red de puntos carga…), el 'software' y la velocidad de desarrollo de nuevos modelos

En estas circunstancias, recalca el ejecutivo, “conviene gestionar lo mejor posible las relaciones con China. Cerrarles la puerta por completo sería la peor estrategia”.

Para revertir en lo posible la situación, De Meo formula una batería de recomendaciones y medidas para desarrollar una auténtica política industrial europea, competitiva y descarbonizada: “Europa debe inventar un modelo híbrido”, que implique por ejemplo a las 200 mayores ciudades de Europa en la estrategia de descarbonización y dé lugar a una “Liga de Campeones de la Industria”.

También propone recompensar a los actores más comprometidos con la transición, así como establecer “zonas económicas verdes” que concentren las inversiones y subvenciones para la transición energética.

Aboga, además, por poner en marcha 10 grandes proyectos europeos en ámbitos estratégicos que van mucho más allá del sector del automóvil: “promover los coches pequeños europeos, por supuesto”, pero también revolucionar el reparto de última milla, desarrollar las infraestructuras de recarga y la tecnología V2G (del vehículo a la red) y aumentar la competitividad de Europa en semiconductores, entre otras iniciativas.

Luca de Meo advierte en la complicada situación actual la oportunidad de iniciar una renovación industrial en Europa, “desarrollando la cooperación intersectorial y liderando proyectos a gran escala entre los sectores público y privado”. Menciona incluso el caso de Airbus, en el que Europa ha demostrado a su parecer todo lo que puede hacer cuando se lo propone firmemente. “Intensificando las iniciativas de cooperación, pondremos a nuestra industria en el camino de la reactivación”.

Convencido de que “la transición ecológica es un deporte de equipo” y de que “la industria automovilística europea podría erigirse rápidamente en la solución a los retos a los que se enfrenta el continente”, la Carta a Europa hace un llamamiento a responsables políticos, concejales, ciudadanos europeos, ONGs y agentes de los sectores de la energía, el software y lo digital para que se movilicen y colaboren en la creación de lo que De Meo define como un nuevo ecosistema de movilidad en Europa.

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