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Sobre este blog

'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.

No queremos machismo. Y no queremos muro.

Rosa Mª Egea

Mañana se cumplen ya dos semanas desde que celebramos el 8 de marzo. Mañana harán ya dos semanas de esa huelga que paralizó al país. Fue una jornada preciosa. Fue un día de reivindicación festiva, de lucha y alegría. Fue un día violeta, con todo lo que eso conlleva. Muchos “por qué”, muchos “para qué”, muchos hombres diciéndonos lo que teníamos que hacer, sentir, reivindicar, muchos hombres apoyándonos desde la segunda línea. Pero sobre todo, muchas mujeres. Millones de mujeres de todas las edades. Abuelas con sus nietas, hijas con sus madres, sobrinas con sus tías, amigas, parejas, vecinas. Mujeres alegres, mujeres trabajadoras, mujeres que cuidan, mujeres combativas. Mujeres. Sujetos activos. Muchas voces feministas pidiendo una gran cosa de sentido común: IGUALDAD. YA. Fue un día especial en toda España. En todo el mundo. Pero, sobre todo, fue un día especial en Murcia.

Fueron,  y siguen siendo, muchas la voces que no entendieron que la manifestación acabara en las vías. Que eso para qué. Que había mucha gente que quería pedir la igualdad salarial, pero lo del soterramiento ya no le interesaba tanto. Lo que pasa, es que, aunque Inés Arrimada no quiera verlo, y  lo niegue ante cualquier micrófono, la lucha feminista si es ideológica. Ta-chán.

El feminismo va de que nos queremos vivas, de que queremos tener los mimos salarios que nuestros compañeros. Claro. Pero también va de apostar por un modelo económico más circular, de respetar los Derechos Humanos o de transformar las relaciones de poder. Es aquí cuando la lucha por el soterramiento entra en juego. El feminismo lucha por transformar la manera que tenemos de relacionarnos, por poner los cuidados en el centro, por favorecer el encuentro y el diálogo entre iguales.

Pensemos en las ciudades actuales: los centros históricos están, o bien descuidados, o bien diseñados para atraer al turista. Son espacios sin personalidad. Espacios escaparate. Starbucks, Zara, Tiger, Hym. Todos igual. La mayoría de las plazas apenas tienen espacios verdes o bancos, el cemento y las terracicas reinan. Los comercios de toda la vida están echando el cierre porque preferimos ir a los centros comerciales de las afueras para poder comprar todo de una, cargar el coche y a casa otra vez.

No sabemos cómo se llama nuestro vecino, si la mujer que nos atiende en el macrosupermercado donde compramos tiene hijos o es feliz. La calle es agresiva porque hay más coches que personas caminando o bicis. Hay pasos de peatones que no tienen ni siquiera cuestecita para los carricoches o las sillas de las personas con diversidad funcional (pasen si no por calle Sagasta y compruébenlo).

El diseño de las actuales ciudades promueve el individualismo. Aunque no nos demos cuenta. Ya no hay espacio para los cuidados, para reunirte con las y los vecinos en un parque sin tener que consumir (quién no pueda consumir hoy en día parece que no tiene derecho a disfrutar de según que plazas). La ciudad como lugar de paso y no de reposo. El feminismo critica esto. Critica el individualismo. El feminismo parte del encuentro, de la puesta en común, del consenso, de la unión entre personas que, aunque diferentes, tienen una lucha común: la igualdad. Por eso, pedir que se soterren las vías del tren es, en cierta manera, pedir que se apueste por diseñar una ciudad más feminista.

La pasarela que han levantado, con nocturnidad, en Santiago el Mayor es un horror. Es alta, altísima. Imaginaros cuando pase un tren por debajo la sensación que tiene que dar. Es estrecha. Es una locura. Espero que transitoria. Centenares de niños y niñas van a tener que hacer cola por las mañanas para subir a esa pasarela y poder llegar al colegio. Centenares de personas mayores, personas en sillas de ruedas, madres con sus bebés, señoras con el carro de la compra tendrán miedo al principio, tensión durante los minutos de espera para coger el ascensor.

Al final, si esa pasarela perdura, es inevitable que las relaciones entre un lado y otro de las vías se deterioren. Porque hay un obstáculo que permite el encuentro. Y no solo es la pasarela. Es también el muro, o las pantallas como las llaman los señores que viven en urbanizaciones a las afueras de la ciudad. El muro arrasará la huerta, las acequias, nuestro patrimonio. El muro se ha construido a escasos centímetros de las casas. Abres la puerta y te encuentras un muro. Para que llegue el progreso. Tú retrocedes en derechos para que llegue el progreso. Qué cosas. Todo esto es indigno. Personas con poder echan un pulso a personas que no tienen tanto poder. Les imponen que esto va a ser así. Porque sí. No hay diálogo, no hay escucha, no hay encentro, no hay cuidados. No hay feminismo.

Por eso, es tan importante y simbólico que las manifestación feminista del pasado 8 de marzo acabara en las vías. Porque, como ya pasó en la Inglaterra de Thatcher, dos luchas se juntaron para hacer historia. Allí fueron mineros y gays los que se unieron para frenar las políticas de asfixia económica de la dama de hierro. Aquí fueron las feministas y los y las vecinas de las vías los que se unieron para pedir una ciudad de Murcia unida, una estación soterrada, una vida digna para lxs vecinos del sur de la ciudad. El pueblo, unido, jamás será vencido. Ni partido por la mitad. Cuando avanzamos juntas, el miedo se despeja, y los opresores retroceden. No queremos machismo. Y no queremos muro.

Sobre este blog

'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.

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