Hay partidos en los que sobran los colores, en los que no importa cuánto haya en juego. Hay días en los que sólo con estar presente, ya has conseguido el mayor éxito posible y la rivalidad queda relegada a un último plano. En el deporte, como en la vida, hay etapas buenas y otras malísimas, en las que nos encontramos obstáculos del tamaño de montañas. Los más difíciles de superar son, sin duda, los que atañen a la salud porque sin eso, no hay victoria posible.
Hace una semana, el Barça se proclamó campeón de la Supercopa de fútbol femenino goleando al Atlético de Madrid. Sin embargo, las portadas de la prensa deportiva al día siguiente no reflejaron a las jugadoras del Barcelona levantando el trofeo. Había algo mucho más importante que ese título y era el regreso de una compañera (rival ese día), después del peor bache de su vida. Por eso, la foto de todos los periódicos fue el manteo que las jugadoras del Barça le hicieron a Virginia Torrecilla, futbolista del Atlético. Ese día, Virginia volvía a jugar un partido dos años después de que le detectaran un tumor cerebral. Por entonces, tenía 25 años y estaba en el mejor momento de su carrera deportiva tras haber hecho un Mundial increíble con la selección española. Pero ni los deportistas de élite, que muchas veces tendemos a idealizar, ni el común de los mortales estamos preparados para que nos digan “estás enfermo y es grave”. Tras la operación, Virginia hacía pública su enfermedad mediante un vídeo en redes sociales para evitar hacer de ésta un tabú y ayudar a otras personas que pudiesen estar en su situación. Durante estos dos últimos años, sesiones de radioterapia y quimioterapia incluidas, sólo soñaba con volver. “El deporte ha sido mi salvación”, reconocía la jugadora.
Recientemente, también se ha estrenado el documental ‘Vivir valELA pena’, que narra la vida del exfutbolista y ex entrenador Juan Carlos Unzué desde que anunció que padece ELA. A través de él, el navarro quiere dar a conocer la enfermedad con la que convive. Nos transmite unas ganas de vivir fascinantes y nos enseña a ser valientes y atrevidos para que cuando echemos la vista atrás, estemos tranquilos al saber que hemos intentado lo que nos propusimos. También nos anima a que cuando tengamos un problema, se lo contemos a alguien, pidamos ayuda.
Virginia Torrecilla y Juan Carlos Unzué son dos ejemplos de personas que han convivido con una enfermedad que te cambia la vida. A ti y a los que tienes cerca. Ambos son conocidos gracias al fútbol y utilizan este altavoz para visibilizar el transcurso de esa lucha.
En la Región de Murcia también hay un futbolista que ha superado un cáncer y que ha hecho un documental en el que cuenta el proceso de su enfermedad (se puede encontrar en youtube). Se llama Titi Sanz, nació en Los Alcázares hace 28 años y en noviembre de 2018 le diagnosticaron cáncer testicular. Ese día, cuando un médico en Italia (país en el que estaba jugando en ese momento) le dijo que tenía un tumor, lejos de sentir miedo o de venirse abajo, sintió alivio: “Por fin me decían lo que tenía. Siempre he sido muy intuitivo y sabía que algo no iba bien”. Él lo percibía, había acudido a consulta hasta tres veces con anterioridad y en todas le habían dicho que no había ningún problema. Pero él se había visto un año antes, cuando jugaba en Ourense, un bulto en un testículo que poco a poco iba creciendo más y que le molestaba. Lo sabía. Recibió la noticia del tumor solo, sin compañía, en un país extranjero y tuvo que comunicárselo a su familia por teléfono. Pero no se derrumbó. Seguramente influyó a la hora de no tomarse ese diagnóstico como un mazazo descomunal el hecho de estar familiarizado ya con la enfermedad. Años antes, su madre superó un cáncer de mama y de ahí, parte de su entereza.
A los dos días cogió desde Roma un avión rumbo a España para hacerse una biopsia. Inmediatamente, el médico le comunicó que fuese o no benigno el tumor, había que pasar por el quirófano para extirparlo. Lo hizo en el hospital Los Arcos, en San Javier. “Estaba muy tranquilo, no sabía que después todo se iba a complicar tanto”, reconoce. Y es que, la operación salió perfectamente, no necesitaba quimioterapia y al mes, Titi ya estaba de regreso a Italia para terminar la temporada con el Spoltore Calcio. En el primer partido que jugó, marcó un golazo que celebró como una liberación descomunal. Lo había conseguido, le habían quitado un tumor y estaba haciendo lo que más le gustaba. Sin embargo, la vida le puso otro obstáculo en el camino en la revisión de los seis meses de la operación. “En mayo me dicen que algo no va bien, que el tumor se ha expandido a otra zona y que tendría que recibir quimioterapia. Fue un jarro de agua fría porque no me lo esperaba, pero el mejor ejemplo de superación lo tenía en casa con mi madre. Ella siempre ha sido un modelo a seguir y mi referente”, dice orgulloso.
Recibió la quimio en tres ciclos de tres semanas cada uno. En esas sesiones, siempre estuvo acompañado de familiares y amigos, con los que se rapó el pelo. También lo hizo su hermano desde Inglaterra. Pero sobre todo, su máximo apoyo siempre ha sido su perro. Fue un proceso muy duro porque, además de la quimio, sufrió una infección en el estómago por una bacteria que le tuvo aislado en el hospital durante unos días. En febrero de 2021 por fin acabó.
Titi estaba curado y quería recuperar una de sus pasiones, el fútbol. Por eso nunca olvidará el 6 de marzo de 2021, día en el que volvió a jugar después de superar el cáncer vistiendo la camiseta de Los Alcázares. En ese partido marcó dos goles que ahí sí le hicieron emocionarse muchísimo “grité con rabia, lo había vuelto a conseguir y tenía a toda mi gente viéndome volver”, recuerda.
El fútbol desapareció por un tiempo de las vidas de Virginia y Titi, pero ellos estaban en el día a día del fútbol español y regional. En su ausencia, muchos les recordaban, les dedicaban goles y mostraban sus camisetas para homenajear su lucha. Por encima de cualquier título, han vuelto y eso es lo más importante. Porque volver es ganar.
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