La comunidad gitana: una historia de persecución y dolor, pero también de resistencia y aportación

Samara Santiago Fernández

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Un 8 de abril de 1971 se celebró en Londres el I Congreso Internacional Gitano, conformado por gitanos y gitanas de 29 países. Y en 1990 fue declarado oficialmente como día Internacional durante el IV Congreso Mundial Romaní celebrado en Serock, Polonia, en recuerdo de aquel primer Congreso. En este se logró el reconocimiento de las Naciones Unidas como minoría cultural no gubernamental. También se establecería una comisión de estandarización de la lengua gitana hablada por más de 12 millones de personas en todo el mundo. La institución de la bandera formada por una franja superior azul y la otra verde, simbolizando el cielo y el campo, con una rueda de carro roja en el centro, que emula el camino desde la India a la libertad. También se adoptó el himno internacional gitano Gelem Gelem, “anduve, anduve” compuesta por el compositor gitano Jarko Jovanoic, letra que narra los años de asesinatos de personas gitanas gaseadas en la mayoría de los casos en Auschwitz, campo de concentración nazi, pero también de esperanza, de luz que se ve al final del largo camino.

Aquel 8 de abril, muchos gitanos y gitanas iniciaron un proceso imparable en la organización para la defensa de sus derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales; un proceso de defensa de su lengua, de su historia y de su cultura; de rechazo de la discriminación y de propuesta de instituciones que defiendan la igualdad de la comunidad gitana.

Hoy día, la comunidad gitana quiere recordar una historia de persecución y dolor, pero también de resistencia y aportación y por supuesto resaltar el incalculable legado cultural que aportado el Pueblo Gitano al patrimonio social y cultural común. El recuerdo, la memoria y el conocimiento pone las bases para el respeto y la convivencia en una sociedad común pero diversa. Para ello cada 8 de abril se realiza la celebración del día internacional del pueblo gitano marcado por la lectura del manifiesto, el izado de la bandera, la reproducción del himno internacional y una ofrenda floral en conmemoración a todas las personas fallecidas durante el genocidio.

En la actualidad nos encontramos que, pese a los importantes avances y esfuerzos de la comunidad gitana, siguen teniendo lugar situaciones de desigualdad y discriminación, basado e incrementado por el desconocimiento que la sociedad mayoritaria tiene de la historia del pueblo gitano, los estereotipos y los prejuicios que pesan sobre la comunidad gitana.

Somos una población muy joven, con más de dos tercios de personas menores de treinta años, donde la pobreza y la exclusión afecta a más del 80% del total de la población gitana y el 46% es extremadamente pobre (algo con gran impacto en los menores). La tasa de pobreza infantil se sitúa en un 89% frente a un 30,7% en la población general.

Todavía hoy es baja la presencia que tiene la población gitana en el mercado laboral, marcada por la precariedad y la débil protección, con una tasa de paro que alcanza el 52% (lo que supone más de 3 veces la de la población general), y donde las mujeres gitanas padecen una clara desventaja en todos los ámbitos debido a su doble condición, como mujeres y gitanas, con una tasa de empleo que solo llega al 16%.

El nivel educativo es, con diferencia, el principal determinante para el empleo y, por tanto, de la desigualdad socioeconómica de la población gitana. Tan solo el 17% de la población gitana mayor de 16 años tiene completados estudios de ESO o superiores, frente al casi 80% de la población general. Este es el factor responsable de la mayor parte de la brecha de desigualdad que separa a hombres y mujeres gitanas de los estándares del resto de la población.

Este año con la nueva situación provocada por la COVID-19, que ha golpeado tan duramente a toda la sociedad, podemos observar cómo se han incrementado las desigualdades de la comunidad gitana en el ámbito económico  y educativo, donde se ha puesto de manifiesto la precariedad, las dificultades de una población -especialmente femenina y juvenil- afectada por unas insoportables tasas de pobreza y desempleo, así como la escasez de recursos de las familias y de los menores para hacer frente a una educación desarrollada en las casas, pero sin medios informáticos, sin conexiones y con falta de experiencia, competencias digitales y conocimiento -brecha digital-. Los casos de discriminación hacia personas gitanas que se han convertido en algunas ocasiones en focos directos de discriminación y mensajes de odio, también se han incrementado.

La situación económica y laboral de la población gitana difiere sustancialmente de la situación de la población general, que se ha visto empeorada gravemente por la crisis sanitaria que estamos sufriendo y que ha impedido la venta ambulante en mercadillos, donde se mueven muchas personas y familias gitanas, y por el confinamiento, que ha impedido que muchas personas mantuvieran su actividad más informal (chatarra, por ejemplo), para sobrevivir. Pero si el empleo es un vehículo fundamental para transformar la vida de las personas y garantizar la materialización de la igualdad de trato, la discriminación sigue siendo una de las trabas que impiden que muchas personas gitanas accedan al mercado de trabajo debido a la mala imagen social, el rechazo y los estereotipos que siguen marcándonos cada día.

Hoy escribimos estas palabras para reivindicar la plena ciudadanía de las personas gitanas, alzando la voz a todas las instituciones y todos los ámbitos de la sociedad como ciudadanos de pleno derecho. Juntos y juntas tenemos que derribar las barreras existentes y hacer posible el ejercicio real y efectivo de los derechos de toda la ciudadanía, especialmente de la más vulnerable. No avanzaremos en el camino de la incorporación social mejorando solamente las condiciones de vida, sino haciendo frente a las situaciones de antigitanismo, discriminación y a los factores que la hacen posible.

Porque juntas y juntos, como en aquel 8 de abril de 1971, conseguiremos dejar un legado para las próximas generaciones del que puedan sentir orgullo, respeto y reconocimiento.

 Que todos los días sean 8 de abril.

 Sastipen thaj mestipen - Salud y Libertad

Opre Roma!

Samara Santiago Fernández es intermediadora laboral y responsable de equipo de los programas desarrollados en los municipios de San Javier y San Pedro del Pinatar de la Fundación Secretariado Gitano