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Cuando un empleo es “la luz al final del túnel”

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“La luz al final del túnel”: así se expresaba mi compañera Rocío hace unos días al describir lo que había supuesto conseguir un empleo en Atelier El Costurerico. Nos conocimos hace un año y medio, cuando lanzamos una oferta de empleo y las profesionales del CAVI (Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género) de la ciudad de Murcia le informaron y derivaron.

Ella venía convencida (y equivocada) de lo poco que sabía de costura, y su objetivo era formarse en ello. Comenzamos a conocernos con su participación en la formación de costura del proyecto de empleabilidad 'Camina entre Telas' que lleva a cabo la asociación sin ánimo de lucro Proyecto Abraham, una de las 42 entidades que forman parte de la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia (EAPN-RM). Un par de semanas después se confirmaron mis sospechas, Rocío sabía mucho más de lo que creía saber, y comenzó a trabajar en el taller de confección donde ha seguido formándose durante un año.

Rocío es una mujer luchadora, optimista, perfeccionista y con ganas de aprender y trabajar. Pero cuando nos conocimos, la mochila que cargaba era demasiado pesada para llevarla sola. Emigrar de su país, alejarse de su familia, sufrir malos tratos y ser responsable de un menor no es sencillo, y hay días en los que ese túnel se hace insuperable. Pero para eso estamos las organizaciones sociales y las instituciones, para dar la mejor respuesta de forma coordinada cuando detectamos problemáticas como la suya.

En un año, Rocío ha aprendido y enseñado mucho. Creo que aún no es consciente de cuánto nos ha enseñado a todas sus compañeras. Ha crecido como profesional y también como persona, y nosotras con ella; ha avanzado en la gestión de documentación administrativa y sanitaria tanto propia como de su hijo; ha iniciado su proyecto de emprendimiento y ha activado su búsqueda de empleo. Se ha formado para poder mejorar en sus próximos empleos, y finalmente termina su paso por el proyecto de inserción con una nueva oferta de empleo y con la convicción de que es una gran profesional.

A esto es a lo que nos dedicamos las empresas sociales. Por un lado, a crear empleo digno y, por otro, a acompañar a personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, que están en un pozo (o túnel como dice Rocío) en el que solo necesitan alguien que les acompañe y una voz que les diga: “Tú puedes, no decaigas”.

Las empresas sociales ya sean Empresas de Inserción o Centros Especiales de Empleo, tenemos la máxima de crear espacios seguros donde las personas insertadas puedan formarse y avanzar para que, en la mayoría de los casos, puedan seguir trabajando en las empresas normalizadas. Pero esto no podemos hacerlo solas, porque una empresa social necesita del apoyo de la ciudadanía, de la persona que consume y que decide con sus actos dónde invierte sus ingresos. Cada uno de nuestros actos tiene consecuencias, y qué decir tiene de las que tienen estos actos cuando consumimos. Es importante que nos preguntemos de dónde viene aquello que consumimos o quién proporciona el servicio que se nos presta, y en qué condiciones trabaja. En demasiadas ocasiones, alguien está pagando los céntimos que tú te ahorras. Que algo sea barato o caro, no siempre es tan fácil de percibir, pero si observamos, se puede.

Para la EAPN Región de Murcia, este tipo de iniciativas son de gran importancia. De hecho, el II Pacto de Lucha contra la pobreza y exclusión social elaborado de la Región de Murcia incluye, dentro de las propuestas para la recuperación y transformación social, medidas para “fomentar la contratación y calidad en el empleo” y para que las administraciones públicas “apoyen económicamente el desarrollo de empresas de economía social, de inserción y de empleo protegido, que empleen a las personas vulnerables, más alejadas del mercado de trabajo, estableciendo un compromiso de consolidar y aumentar el número de empresas de inserción”.

Medidas como las anteriores son positivas para la economía regional, para la común, y para la economía individual. Por desgracia, hay muchas “Rocíos” que están necesitando de nuestra ayuda y de tu apoyo. Tengamos conciencia crítica y actuemos con sinceridad, no quieras para nadie lo que no quieres para ti. Los derechos laborales tienen que ser para todos y todas, en igualdad.

“La luz al final del túnel”: así se expresaba mi compañera Rocío hace unos días al describir lo que había supuesto conseguir un empleo en Atelier El Costurerico. Nos conocimos hace un año y medio, cuando lanzamos una oferta de empleo y las profesionales del CAVI (Centro de Atención a Víctimas de Violencia de Género) de la ciudad de Murcia le informaron y derivaron.

Ella venía convencida (y equivocada) de lo poco que sabía de costura, y su objetivo era formarse en ello. Comenzamos a conocernos con su participación en la formación de costura del proyecto de empleabilidad 'Camina entre Telas' que lleva a cabo la asociación sin ánimo de lucro Proyecto Abraham, una de las 42 entidades que forman parte de la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia (EAPN-RM). Un par de semanas después se confirmaron mis sospechas, Rocío sabía mucho más de lo que creía saber, y comenzó a trabajar en el taller de confección donde ha seguido formándose durante un año.