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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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El guantazo de Will Smith

El actor estadounidense Will Smith recibe el Óscar a mejor actor en la 94 edición de los premios de la Academia de Hollywood. EFE/EPA/ETIENNE LAURENT

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El 27 de marzo de 2022 ha quedado marcado como la fecha en la que Will Smith le dio un guantazo a Chris Rock en la gala de los premios Óscar. En un momento en el que las tropas rusas continuaban matando civiles en suelo ucraniano, seguía muriendo gente a causa del coronavirus, la inflación tendía a desestabilizar la economía, los paros en el transporte provocaban desabastecimiento y el modelo de estado de nuestro país estaba en discusión, el foco público se situó en la mencionada torta, con múltiples opiniones a favor y en contra.

Aunque creo que hay cuestiones de más calado sobre las que centrar la atención, me parece interesante la efervescencia de ideas que se han movilizado. Un evento de este tipo, que activa un caleidoscopio de opiniones en la sociedad, sirve para tomar el pulso a la conciencia colectiva.

Si nos centramos en el hecho en sí, las opiniones en contra de la bofetada muestran su repulsa a un acto agresivo, violento, que consideran injustificable. La censura pública a Will Smith ha llegado a proponer medidas punitivas, como la retirada del Óscar que recibió esa noche. 

Por el contrario, las opiniones que apoyan la agresión consideran que ésta está justificada para defender a la esposa agraviada. Hay palabras que duelen más que los golpes y cuando Chris Rock hizo objeto de mofa la calvicie de Jada Pinkett Smith, el rostro de ella mostró su malestar con la broma. Ante la agresión verbal por parte de alguien con un micrófono subido a un escenario, todos estamos indefensos (salvo que tengamos un abogado a mano, pero esta opción no ha mejorado mucho desde que Aristófanes escribió Los Pájaros). Esta indefensión supone una injusticia, que invoca la aparición de un Don Quijote que la “desenfaga”.   

Personalmente, coincido con que hay que confrontar la impunidad de determinadas agresiones verbales y con que la agresión física no es necesariamente más grave que la afrenta moral. Sin embargo, la preservación de la barrera, del tabú, que censura la violencia física me parece útil. Si dejamos caer esa barrera, dado que cada uno mide las ofensas con su propia vara idiosincrática, podemos acabar como en el salón de un western, a puñetazos, o directamente, a tiros. 

Más allá del hecho y sus participantes individuales, otros han pretendido sacar conclusiones generales acerca de colectivos relacionados con el evento. Se ha sugerido que de la agresión perpetrada por un actor negro se puede inferir que son más violentos que los caucásicos. Desde el punto de vista lógico, la inducción a partir de un único caso resulta disparatada. Cuando una parte de la población está segregada (y la población “afroamericana” de los EEUU lo está en una cierta medida), puede desarrollar características culturales diferenciales. Se puede plantear la hipótesis de que la población afroamericana se comporta de forma más violenta que los WASPs (blancos, anglosajones y protestantes), pero esta hipótesis tendría que ser testada con métodos antropológicos. Confirmarla con un único caso particular no es más que justificar un prejuicio de forma voluntarista, en una maniobra que dice más acerca de quienes la formulan que de aquellos a los que se refiere.  

También se ha propuesto que al ser Will Smith un varón, ha demostrado que los hombres son agresivos. Que las nuevas masculinidades son como la tradicional bajo una nueva fachada, violentas. Que tanto el actor como los hombres en general no han renunciado ni a la propiedad del cuerpo de la mujer ni a la guerra permanente con los otros hombres. Que se justifica la violencia de género bajo el paraguas del amor y que hace falta que los hombres se autorregulen. Los errores lógicos en esta argumentación son aún más patentes que los mencionados en el párrafo anterior. 

Respecto a que el hombre defienda a su mujer, entiendo que la familia es una estructura de apoyo mutuo (y no es la única). Que tiene sentido que si una confrontación llega al terreno físico, sea el miembro más fuerte de esa estructura el que luche, y que ese lugar suele ocuparlo el hombre. En el caso que nos ocupa, el actor de 'Alí' ciertamente parece más fornido que su señora. 

No veo violencia de género en este caso. Veo un guantazo de un hombre a otro, no un puñetazo destinado a resolver el enfrentamiento por la fuerza, sino una bofetada como forma ritualizada de retar a un duelo. De haber respondido Chris Rock en el registro que se le propuso, creo que Will Smith hubiera podido sostener el enfrentamiento. ¿Podemos decir lo mismo de Jada Pinkett? Más allá de mis objeciones a llevar el enfrentamiento al terreno físico, no creo que evitarle a una mujer el liarse a mamporros suponga oprimirla. 

En definitiva, este evento nos muestra que las opiniones son como los traseros, todo el mundo tiene uno. Celebro el aquelarre de libertad de expresión, aunque frente a tanto monólogo echo en falta diálogo, contestaciones a las afirmaciones que se publican, y depuración de las ideas sensatas separándolas de las disparatadas.

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