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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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La violencia obstétrica

Fotografía del proyecto 'Vulnerables' de Silvia Marte

Ángel Sánchez Bahíllo

20 de junio de 2023 06:00 h

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elDiario.es, en su edición de Murcia, publicó el 5 de marzo de 2023 el artículo titulado 'Vulnerables', la violencia obstétrica al desnudo: “Es una liberación, una verdad, una red de apoyo”. En él aborda el trabajo de la fotógrafa Silvia Marte, quien en su proyecto 'Vulnerables' denuncia la violencia obstétrica, reclama más orientación sanitaria y la implementación del plan de parto. También denuncia la discriminación hacia la mujer por parte de los médicos, su falta de humanidad y sensibilidad, la falta de apoyo psicológico en la sanidad pública y relata la experiencia traumática de una cesárea no deseada. Aunque achaca la violencia obstétrica a la falta de inversión y formación de los profesionales sanitarios, transmite una visión crítica, incluso se puede decir que hostil, de éstos.

Aunque coincido en la gravedad del problema, discrepo en algunos puntos y me gustaría reflexionar sobre la cuestión.

La falta de “humanidad y sensibilidad” de los médicos es un problema del que he hablado en otras ocasiones. Estos profesionales son seleccionados en las facultades de Medicina por su capacidad competitiva en el ambiente académico y sometidos a un duro proceso formativo que induce la disociación de su mundo emocional para promover su “excelencia” y cientificidad. Los resultados los sufren los pacientes y los propios médicos, expuestos al “burn out”, divorcios, adicciones y suicidios. El maltrato laboral que sufren los profesionales sanitarios en general acaba dañando a todos los implicados, incluidos los pacientes.

Creo que la sociedad no es suficientemente consciente de la situación que sufren los médicos (y otros profesionales sanitarios), ni de su fuga a otros países. Reconociendo que los médicos tienen muchas cosas que corregir, los veo más como víctimas que como agresores y me temo que la crítica social a la que se los somete no hace más que provocar reacciones defensivas que empeoran la situación. Los problemas sistémicos requieren soluciones sistémicas.

En cuanto a la discriminación a la mujer en el acto médico, creo que hay que distinguir situaciones. Todos los seres humanos tienen que ser tratados con dignidad y no ser discriminados injustamente. Sin embargo, hay situaciones que requieren discriminar entre realidades diferentes. En obstetricia, en los partos, no tiene sentido criticar la discriminación por sexo. Es obvio que es una situación en la que el trato a la mujer y al hombre (que no pare) ha de ser diferente. Otra cosa diferente es denunciar la inadecuación de determinadas prácticas obstétricas y tratar de mejorarlas.

Coincido con Silvia Marte en la importancia de algún tipo de apoyo psicológico a las madres. Con la destrucción de la familia convencional, la desarticulación de las redes sociales tradicionales y la difusión de la anomia en el mundo moderno, podemos observar serios problemas en la crianza de los ciudadanos del mañana. Como decía antes en relación a los médicos, veo a las madres (y a los padres) más como víctimas que como culpables y tenemos que hacer algo al respecto. Sin embargo, los psicólogos sanitarios no dan abasto para ofrecer una atención adecuada a los enfermos mentales, por lo que difícilmente van a poder contribuir significativamente a la maternidad y la crianza. La solución ha de ser social, no sanitaria.

En cuanto a la violencia de una cesárea de urgencia, no deseada por la madre, ésta supone una situación lamentable. Tenemos que entender que estamos hablando de profesionales sanitarios que hacen turnos de 24 horas luchando para evitar muertes, desgarros genitales, hemorragias y daños cerebrales; que están crónicamente cansados, sin dormir y en ocasiones tienen que saltarse comidas para atender crisis ante la sobrecarga de trabajo y la falta de personal suficiente para afrontarlo. En estas circunstancias no es esperable que se saquen el cuchillo de entre los dientes para atender las necesidades emocionales de las pacientes.

Más allá de esto, aunque el principio de autonomía de la paciente que quiere un parto natural prima sobre el de beneficencia del médico que pretende evitar un riesgo recurriendo a una cesárea, resultaría negligente por parte del profesional participar en una intervención previsiblemente dañina para la madre y el feto. El encaje de la acción médica en el marco legal es a veces complicado. La sensación de inseguridad jurídica de los profesionales (acompañada de denuncias y condenas que van más allá de las sensaciones) complica la tarea hasta tal punto que constituye un elemento clave en la elección de especialidad, y en la huida de la Ginecología y Obstetricia por parte de algunos médicos.

El sistema sanitario necesita una revisión a fondo (y previsiblemente se va a hacer, pero para empeorarlo aún más o para desmontarlo).

Coincido con la autora en la importancia de medidas como la información previa al parto, el plan de parto individualizado y el empoderamiento de las madres, pero requieren una inversión económica y de personal, y frecuentemente van a saltar por los aires al chocar con la picadora de carne humana que es el hospital en momentos de crisis.

Creo que es importante señalar el problema de la violencia obstétrica, pero no culpo a los profesionales sanitarios que, como último eslabón de la cadena, la ejercen. Necesitamos soluciones para ayudar a las madres, a los recién nacidos, a los padres, y a los profesionales que tratan de ayudarlos, con las herramientas que tienen, en circunstancias muy complicadas. Estas soluciones requieren cambios profundos, y no me parece que vayamos en esa dirección. 

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