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CRÓNICA

Dinero en lugar de guerra: así negocia Trump la paz en Ucrania con Zelenski y Putin

Donald Trump con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca.

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Donald Trump disfruta con el ruido de las excavadoras. Lo ha confesado en más de una vez. “Es el ruido del progreso”, decía esta semana en la Casa Blanca, donde las obras del nuevo salón de gala de 300 millones de dólares que está construyendo causan molestias a su esposa, Melania Trump.

Y cuando Trump llegó a la Casa Blanca su primera reacción ante el genocidio en Gaza fue hablar de la “riviera del Middle East” y de hacer “resorts” en un territorio arrasado por las tropas israelíes y con 2 millones de personas desplazadas. Su reacción fue la de un promotor inmobiliario, un constructor, alguien que piensa en terrenos, recalificaciones, grúas, planos y plusvalías.

Por eso los negociadores de Trump no son diplomáticos, sino personas de negocios y de confianza del presidente de EEUU, como el enviado especial Steve Witkoff y su yerno, Jared Kushner. Y no es casualidad: Trump afronta las negociaciones de los conflictos armados como transacciones comerciales que se pueden resolver en un contrato con una veintena de puntos.

Y eso se denota en el lenguaje que están pronunciando en los últimos días los negociadores, incluido el secretario de Estado, Marco Rubio.

Del mismo modo que Trump usa los aranceles para ganar penetración en otros mercados y ventajas geopolíticas o diplomáticas en otros aspectos, la negociación para acabar con la guerra de Ucrania tiene mucho de problema comercial para la Casa Blanca. Y, hasta ahora, Trump ha conseguido dos elementos muy importantes.

La primera es que Europa le pague las armas para Ucrania en lugar de ser concebidas como ayuda estadounidense para la defensa de Kiev. Es decir, en estos momentos EEUU y sus empresas armamentísticas están ganando mucho dinero con la guerra en Ucrania.

En segundo lugar, EEUU no empezó a empatizar con Ucrania hasta que consiguió un generoso contrato para explotar las tierras raras ucranianas.

Y ahora se está en la fase de intentar convencer a Ucrania de que renuncie a parte de su territorio en beneficio de Rusia a cambio de una “prosperidad” futura. Es decir, paz por territorios, y territorios por garantías de prosperidad –¿y de seguridad?–.

En un documento conocido este viernes por la mañana sobre la estrategia de seguridad nacional de EEUU de la Casa Blanca, se decía: “Es fundamental para Estados Unidos negociar un rápido cese de las hostilidades en Ucrania, con el fin de estabilizar las economías europeas, evitar una escalada o expansión involuntaria de la guerra y restablecer la estabilidad estratégica con Rusia, así como permitir la reconstrucción de Ucrania tras las hostilidades para que pueda sobrevivir como un Estado viable”.

Es decir, “estabilizar economías”, “evitar una expansión de la guerra”, “estabilidad estratégica con Rusia” y “reconstrucción de Ucrania como Estado viable”. Eso sí, no se habla de derechos humanos, democracia, crímenes de guerra, derecho internacional, soberanía territorial, etc... Porque, para la Casa Blanca, eso es accesorio: lo importante es la economía, aprovechar la reconstrucción de Ucrania y despejar el camino a los negocios Rusia.

En efecto, para EEUU, “lo que están disputando literalmente ahora es un espacio de entre 30 y 50 kilómetros”, decía el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, este martes por la noche: “Por eso, lo que hemos intentado hacer es averiguar con qué podrían conformarse los ucranianos que les diera garantías de seguridad para el futuro, que nunca más fueran invadidos, que les permitiera no solo reconstruir su economía, sino también prosperar como país, ser un país con una economía en crecimiento. En teoría, si se hacen las cosas bien, en 10 años el PIB de Ucrania podría ser mayor que el de Rusia”.

Y añadía: “Se trata de detener la guerra; asegurarse de que nunca vuelvan a ser invadidos o atacados; proteger la soberanía y la independencia duraderas y a largo plazo de Ucrania para que no se convierta en un Estado títere, sino que sea realmente independiente y soberano; y permitir que su economía no solo se recupere, sino que prospere y se convierta en una historia de prosperidad. Eso es lo que estamos tratando de lograr aquí”.

Ucrania como “historia de prosperidad” frente a la disputa de “30-50 kilómetros”. Eso es lo que está poniendo EEUU encima de la mesa. Y lo hace porque es su manual. Este jueves, decía Rubio sobre el conflicto entre Ruanda y el Congo: “Queremos contribuir a la construcción de la seguridad y la estabilidad a largo plazo, y queremos participar en la consecución de la prosperidad mutua. Queremos que la República Democrática del Congo sea un país rico y próspero, y queremos hacerlo en colaboración con ellos de una manera que sea mutuamente beneficiosa, y eso es lo que esperamos construir hoy”.

“No solo queremos poner fin a la guerra, también queremos ayudar a Ucrania a ser segura en el futuro, para que nunca más se enfrente a otra invasión y, lo que es igualmente importante, queremos que entre en una era de verdadera prosperidad”, decía Rubio este domingo después de reunirse con la delegación ucraniana en Florida: “No se trata solo de los términos que pongan fin a los combates, sino también de los términos que preparen a Ucrania para una prosperidad a largo plazo. Seguimos siendo realistas sobre lo difícil que es esto, pero también optimistas, sobre todo a medida que avanzamos y hay una visión compartida de que no se trata solo de poner fin a la guerra, sino de asegurar el futuro de Ucrania, un futuro que esperamos sea más próspero que nunca”.

Lisa Yasko, miembro del Parlamento ucraniano del mismo partido que el presidente del país, Volodímir Zelenski, en una entrevista con la CBS News después de que las conversaciones en Moscú entre Putin y el enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, decía “El presidente Trump puede ser muy transaccional, pero no se puede lograr la paz solo con acuerdos económicos. No se puede llegar tan lejos como para complacer a un agresor. Creo que hay ciertos límites”.

Sacar a Rusia del aislamiento

Steve Witkoff, Jared Kushner y Kirill Dmitriev, tres poderosos hombres de negocios —dos estadounidenses y un ruso— llevan semanas negociando un plan que pusiera fin a la guerra entre Rusia y Ucrania pero, también, para sacar del aislamiento a la economía rusa, valorada en 2 billones de dólares, con las empresas estadounidenses al frente para adelantarse a sus competidores europeos, publica The Wall Street Journal.

Dmitriev impulsa un plan para que las empresas estadounidenses aprovechen los aproximadamente 300 000 millones de dólares de activos del banco central ruso, congelados en Europa, para proyectos de inversión entre Estados Unidos y Rusia y una reconstrucción de Ucrania liderada por Estados Unidos.

Las empresas estadounidenses y rusas podrían unirse para explotar la vasta riqueza mineral del Ártico, dice WSJ. No hay límites para lo que dos adversarios históricos podían lograr, había argumentado Dmitriev durante meses: sus industrias espaciales rivales, que compitieron entre sí durante la Guerra Fría, podrían incluso llevar a cabo una misión conjunta a Marte con SpaceX, de Elon Musk.

El Kremlin intenta así convencer a la Administración Trump de considerar a Rusia no como una amenaza militar, sino como una tierra de abundantes oportunidades, según WSJ. Al ofrecer acuerdos multimillonarios en materia de tierras raras y energía, Moscú podría remodelar el mapa económico de Europa, al tiempo que abriría una brecha entre EEUU y sus aliados tradicionales.

En el fondo, el pensamiento de Trump, explica WSJ, es: las fronteras importan menos que los negocios. “Rusia tiene muchos recursos, muchas extensiones de tierra”, declaró Witkoff al Wall Street Journal, describiendo sus esperanzas de que Rusia, Ucrania y Estados Unidos se convirtieran en socios comerciales: “Si hacemos todo eso, y todo el mundo prospera y forma parte de ello, y hay ventajas para todos, será naturalmente un baluarte contra futuros conflictos allí. Porque todo el mundo prospera”.

Europa ve venir una traición de Trump

Líderes europeos, entre ellos el canciller alemán, Friedrich Merz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, advirtieron en una llamada telefónica el lunes pasado que EEUU podría traicionar a Ucrania y a Europa en las negociaciones para un acuerdo de paz, mostrando su desconfianza hacia Washington, según una transcripción de la conversación obtenida por Der Spiegel.

Según esta fuente, en la llamada también participaron el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, el presidente finlandés, Alexander Stubb, uno de los pocos líderes europeos que tiene una muy buena conexión con el presidente de EEUU, Donald Trump, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, entre otros, que también tiene buena relación con el mandatario estadounidense.

“Existe la posibilidad de que Estados Unidos traicione a Ucrania en el tema territorial, sin claridad sobre garantías de seguridad”, dijo Macron en la llamada según una transcripción en inglés que cita el semanario germano, que dijo haber confirmado su contenido por dos participantes en la conferencia telefónica. Para Zelenski habría “un gran peligro”, advirtió, supuestamente.

Las exigencias rusas de cesiones territoriales son uno de los puntos más delicados de las negociaciones.

Merz a su vez dijo, según el documento, que Zelenski debía ser “extremadamente cuidadoso en los próximos días”. “Están jugando juegos, tanto con vosotros como con nosotros”, habría afirmado el canciller alemán, probablemente refiriéndose a los dos negociadores estadounidenses Steve Witkoff, un magnate inmobiliario, y Jared Kushner, yerno de Trump, señala el medio.

También Stubb advirtió contra el dúo negociador: “No debemos dejar sola a Ucrania y a Volodímir con estos tíos”, dijo en un momento de la conversación, de acuerdo con el semanario alemán. Rutte coincidió con el finlandés, según la transcripción. “Estoy de acuerdo con Alexander, debemos proteger a Volodímir”.

Jared Kushner y Steve Witkoff no tienen formación diplomática, pero tienen en sus manos mediar para conseguir el fin de la guerra en Ucrania, que va para cuatro años. Ninguno tiene más experiencia negociadora que la que dan sus empresas, con intereses en muchos de los asuntos de los que tratan como representantes de la Administración estadounidense. Vienen de cerrar un acuerdo entre Hamás e Israel para un alto el fuego que Trump considera una paz histórica “después de 3.000 años”, pero que se ha violado medio millar de veces desde que se firmó y lleva casi 400 palestinos muertos en estas semanas. Un acuerdo en una zona en la que, sobre todo Kushner, el marido de Ivanka Trump, y Winkoff tienen poderosos intereses económicos privados.

Witkoff tiene el logro de haber mantenido una primera reunión privada con Putin en febrero de más de tres horas. Los detalles de la reunión y lo que se discutió nunca se han revelado, y solo estuvieron presentes los traductores.

Witkoff también ha sido protagonista por afirmar que la “causa principal” de la guerra tenía que ver con que Ucrania era un “país falso”, en la línea argumental de Moscú. Y en el podcast de Tucker Carlson en marzo, dijo que Rusia consideraba cinco regiones de Ucrania como “legítimamente suyas”.

“¿Reconocerá el mundo que esos son territorios rusos? ¿Podrá Zelenski sobrevivir políticamente si lo reconoce? Esta es la cuestión central del conflicto”, dijo.

La última polémica sobre la connivencia con Rusia son las conversaciones reveladas por Bloomberg, en que se le ve asesorando a Rusia sobre la mejor manera de abordar a Trump sobre el plan de paz para Ucrania.

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