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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Es posible el cambio

El presidente electo de Andalucía, Juanma Moreno (i) recibe las felicitaciones de los asistentes durante la Junta Directiva Nacional del PP en Madrid celebrada el pasado martes. EFE/ Emilio Naranjo

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Las elecciones andaluzas nos muestran algo a los murcianos, que el cambio es posible, que por muchos años que gobierne un partido es viable cambiar las cosas y ganar las elecciones con mayoría absoluta. Nada es eterno. Hace falta voluntad creerse la realidad, tapar los huecos y salir a jugar: es decir, ser capaz de gestionar un proyecto y una candidatura que ilusione para recuperar esta comunidad autónoma. Una comunidad cada día más empobrecida en la que el Gobierno frankestein oculta su incapacidad en una serie de guerras culturales, por ejemplo, el nombre del aeropuerto para tapar su desastrosa gestión.

Ha pasado tanto tiempo que apenas recordamos cuando Ciudadanos iba a convertirse en un partido bisagra. Lo fue en Andalucía donde su apoyo al Partido Popular que había perdido las elecciones, adelantadas por una Susana Díaz que buscaba mantenerse en el poder, les aseguró el Gobierno. Algo que no fue posible en Murcia, donde el Partido Socialista había ganado las elecciones, pues Ciudadanos decidió seguir apoyando al Partido Popular. No era extraño, para entonces Ciudadanos había dejado de ser un partido de militantes, gente bregada con la que he compartido calle que debería haber llegado a las instituciones y que han ido abandonando desencantados, sino un partido de limpia chaquetas elegidos desde Madrid que en nada se debían ni al partido, ni a sus votantes, que , en cuanto tuvieron oportunidad, en la moción de censura, no dudaron en incumplir las promesas a los murcianos durante el proceso electoral para constituir un gobierno Frankenstein  con los restos de Vox en la moción de censura. El resultado a la vista lo tenemos, un desastre.

Habrá quien lea en las elecciones andaluzas el reinicio del bipartidismo y el fin del ciclo del 15M. Aquel que comenzó con la crisis política-económica de 2008 y que permitió el nacimiento de un pluripartidismo para cambiar las cosas. Mientras el nacionalismo catalán huía hacia la independencia para tapar su pasión recortadora que acabó explotando en la declaración de independencia.  El disparo de retórica futurista, como señaló Machado en su Juan de Mairena, no calculó el retroceso de la culata, más violenta que el tiro: la galvanización y el crecimiento de Vox que usa descaradamente retóricas del nacionalcatolicismo franquista.

Sin embargo, el pluripartidismo, que tenía que dar solución a los problemas del país acabó naufragando, en parte porque los dos partidos compartían un fuerte culto al líder carismático que hace difícil su continuidad tras su desaparición y una estructura vertical que no permitía que determinados grupos se vieran representados. Esto abrió el camino a los partidos provinciales, como pudimos ver en Castilla y León y lo hemos visto en Andalucía donde Teresa Rodríguez ha recuperado el sueño como concejal de su padre, un partido andalucista que llegue al Congreso. En este momento difícil, pues su representación parece solo ligada a la Andalucía occidental: Sevilla y Cádiz.

España tiene dos pulsiones, una centrípeta con un marcado carácter francés, centralista, y una centrífuga que no termina de constituirse en un federalismo simétrico por falta de reflexión. Entre ambas, un perenne miedo al cambio de una élite que no solo es económica, como demuestra el caso Villarejo, y que no duda en usar los resortes de la economía, del Estado y los medios para defender sus intereses.

Todo ello es un problema. Desde el inicio de la legislatura se viene desarrollando una oposición ideológica, en ocasiones, esquizofrénica que ha construido una potente opinión pero que no ha logrado evitar una excelente gestión durante y posteriormente a la pandemia que ha colaborado en el crecimiento de la economía. Un crecimiento coadyuvado por un proceso relocalizador que tiene como cara b una importante inflación de costes derivada de las tensiones geopolíticas (la guerra de Ucrania) que afecta a todos los países de nuestro entorno. La subida de precios y la crisis cripto está generando una vuelta a la inversión en el ladrillo de los ahorros pandémicos ante la pérdida del valor del dinero lo que tira de un sector clave.

Sin embargo, la inflación de costes hace imposible la vida de la gente y se traga los sueldos del crecimiento económico. La gente ve cada día más difícil llegar a fin de mes, mientras los medios de comunicación dan explicaciones sesgadas, convirtiendo una situación internacional en un problema nacional sin que el Gobierno logre comunicar fluidamente. Esto puede tener su impacto en la Región de Murcia, no hay quien dude, si la oposición no logra situar en el centro del debate los problemas regionales, que tenemos y muchos. Ojalá llegue ese día, porque Andalucía nos muestra el camino: es posible cambiar las mayorías.

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