No se oyen las voces de 'Cierra mi Barrio' con la zona azul. Sus clientes la pagarán igual, pero lo notarán menos. Te tienes que reír, pero no puedes. Costará un siglo hacer entender que primero deberían llegar los disuasorios y mejorar el transporte público. Pero los disuasorios no están, la reforma es inexistente, el tranvía es solo una promesa electoral, las ZBE están perdidas y, como estamos arruinados de pagar convenios, primero te meten la ORA. Y cuidado con quejarte, que no toca, que ya pagas una barbaridad por la mala gestión acumulada. ¿Aburrido? No. Entretenido.
Mientras tanto, sin disuasorios, sin tranvía, sin transporte público y, además, sin poder cruzar la calle. Los peatones, penalizados, hacen cola para cruzar un semáforo. Algo inaudito. Peor aún: si quieres cruzar el del Rollo o el de la iglesia de San Pío, tienes que esperar y rezar para no ser atropellado. La diferencia entre el centro y los barrios olvidados es el ámbar intermitente. El “ámbar de la muerte”, lo llaman. Ojalá se equivoquen. La Policía Local lo sabe. Un agente me dijo que ya han informado, pero Ballesta calla; está de celebración. Esperemos que no ocurra una desgracia, porque ningún coche ni ningún atasco lo justifican. Así funciona la prioridad del coche: reduce los atascos, pero no la contaminación. Si no mueres atropellado, lo harás por otra causa. Pero oye, lo que antes era un problema ahora es solo cansancio. Al final, el barrio pobre siempre vota lo mismo. Mejor ignorarlo. Es lo que hay, es lo que tenemos.
Hay gente a la que le gusta el pasado, a otros el presente. Los primeros son anticuarios, los segundos, historiadores. Pero los primeros suenan más fuertes y confunden los términos. Son cosas que pasan. El tema de la Cárcel Vieja lleva coleando desde 1989 cuando se proyecto un museo, una biblioteca y un archivo, no se hizo. Ahora vienen las madres mías. Menos mal que tenemos a Ginés al quite desde la oposición municipal, aunque no se lo reconozcan. Veremos que solución adoptan, entre tanto los de siempre acudirán apuntarse el tanto.
El pobre no vota, el rico no cambia de voto, salvo si es de izquierdas o de centro. El primero, cuando se arrepiente, deja de votar. El segundo, cuando lo hace, o se tira al monte o vota a la derecha. La masa sigue al de siempre, y en la Región llevamos treinta años con lo mismo. Ahora parece que quieren reeditar Ciudadanos 2 con descaro. El Ibex, siempre al rescate.
Tenemos un árbol: un árbol que abrazar, un árbol que festejar y una cola que hacer. Mi abuelo contaba, con sorna y gracia, la historia del divisionario que regresaba para que le dieran unas botas. Las botas no las vio, pero qué bien organizado estaba todo decía a quien le quisiera oir no fuera ser que terminase en la cárcel. Las cosas no funcionan, pero ¿y lo bien que lo pasamos esperando un pastel, una marinera o una cerveza? Lo de las colas es atávico, es murciano, lo hemos aprendido de los romanos. Ya lo dicen los politólogos: las fiestas son votos. No hay nada nuevo. Un pastel de carne, en el café de la Cárcel ieja. Ya no hay fantasmas como los de antes, que asusten.
Los del PSOE votan un ejercicio de democracia; el PP, a dedo, y el problema es de los primeros. Cosas veredes. Al final, el problema no es que la oposición no entusiasme, que nunca lo hace, sino que no lo hace a quienes no lo votan. El marco no hace el cuadro, pero sí asienta la perspectiva, y aquí el marco es siempre el mismo. El PP municipal lleva meses apuñalándose por ver quién sucede a Ballesta. López Miras parece más perdido que un pulpo en un garaje. Feijóo es un desastre. Tanto hablar de Real Decreto y, al final, votan por un palacete, perdiendo las entregas a cuenta de esta comunidad tan necesitada, el rídiculo de López Miras es espectacular. Espera, que lo mismo te llega un artículo crítico completo sin palos a los otros. Porque oye, los de Vox no trabajan, pero qué bien se lo pasan. Pero ni una queja, monotonía de lluvia tras los cristales. Si al menos estudiasen, pero tampoco.
Lo del Senado, unas risas. Le copian la ley al PSOE y al PNV, la presentan allí, pero no la aprueban en el Congreso. Muchas mociones en el Senado, pero ninguna con miga suficiente. Con ChatGPT se puede hacer de todo, en el senado y en Murcia, menos abrir la Asamblea en enero, aunque luego lo hagamos en febrero, también con unas risas. Van a cambiar una ley que aprobaron ellos mismos en su anterior gestión porque se parece demasiado a la que quiere aprobar la ministra de Sanidad. Son indigentes intelectuales, pero cuela. Al final, con esto, perderemos los ciudadanos. Mis felicitaciones al corporativismo médico, que solo mira por sus sueldos y no por el funcionamiento de la sanidad que es más que su profesión. Habría que empezar a explicar esto.
Seamos sinceros: al PNV le debemos más en el soterramiento que al PP de Murcia, que votó en contra del cambio de la Ley de Contratos del Sector Público, convalidado en tiempo de descuento. El PNV no jugaba por Murcia, sino por sus tres capitales vascas. Pero es lo que tiene ser de centro. Hay nudos que se atan lejos; otros, ni para su tierra valen.
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