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Zumico de naranja y rabos de pasas

Óscar Urralburu (Podemos), Diego Conesa (PSOE) e Isabel Franco (Ciudadanos), durante el debate organizado por la Cadena SER de Murcia

Manuel Segura Verdú

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Hay una frase, a lo largo del debate organizado este viernes por la Cadena SER entre los candidatos a la presidencia de la Comunidad Autónoma, especialmente redonda. Se trata de un deseo que le formuló Óscar Urralburu, de Podemos, a Isabel Franco, de Ciudadanos, quien le había recomendado bebida y comida durante el mismo: “Sí, yo me bebo el zumo de naranja y me como los rabos de pasas que me recomienda, si usted se compromete a no investir otra vez al PP”, le dijo Urralburu. La respuesta de Franco fue un tanto elíptica: que Ciudadanos sale a ganar.

Este primer debate de campaña, organizado por una emisora de radio que supera los cien mil oyentes en esta Región, fue una mesa con tres patas. Estaban convocados los cuatro candidatos de los principales partidos -los que han tenido representación en la cámara legislativa que ahora se disolverá- pero el del PP se descolgó con un argumento más que cuestionable, peregrino: problemas de agenda.

En toda democracia que se precie, este tipo de convocatorias deberían de ser de obligado cumplimiento por respeto al sistema y, por ende, a la ciudadanía. Por lo tanto, no asistir a ellos, y en especial a uno como este, con la repercusión se le presuponía iba a tener, es sencillamente un error. Contemplar durante más de hora y media la silla vacía de Fernando López Miras, en el salón del hotel Nelva que albergó el debate, es un fracaso democrático difícil de entender en otras latitudes.

Isabel Franco sorprendió en su pugna dialéctica, pues era la novata. No se achantó en ningún momento ante sus rivales, bastante más duchos en estas lides. Habló de “abrir ventanas y puertas para que entre la brisa del sentido común” en la política regional. Poco tiempo transcurrió para que Urralburu le reprochara su colaboracionismo con el PP en la legislatura que agoniza, a lo que esta le espetó que creía que ahora se iba a hablar de futuro y no del pasado.

Tanto el candidato socialista Diego Conesa como Urralburu coincidieron en calificar de “cuento” lo de la supresión del Impuesto de Sucesiones, asunto que esgrimió Franco. Por ir más allá, Conesa se comprometió a destinar el 1,5% del PIB regional a eso que se de en llamar I+D+i. Cuando el moderador, el periodista Javier Ruiz, les pidió que en una palabra sintetizaran su visión del empleo, en la antena resonaron estas: libertad (Cs), confianza (PSOE) y salarios (Podemos).

Entrados en harina, un Conesa en lucha contra la afonía y espoleado por el último CIS, sugirió a sus dos acompañantes la de cosas que podrían hacer desde el ejecutivo autonómico. Fue cuando Urralburu le conminó a que no se viera ya como presidente, instalado en San Esteban, y que esperara a los resultados del 26-A y a lo que dictaminen los votantes en las urnas.

Luego Conesa calificó de “mantra” de los sucesivos gobiernos del PP ese mensaje de que con el PSOE peligra el Trasvase Tajo-Segura y avanzó que peleará  porque el agua desalada tenga un precio razonable. Franco argumentó que, con todo, la desalación solo puede ser una medida complementaria y después detalló de manera doméstica cómo hace ella para ahorrar agua en su casa. Urralburu, el más dialéctico con diferencia, le reprochó a la candidata naranja lo antiguo que sonaba su discurso hídrico, añadiendo que si López Miras no estaba allí era por culpa de Ciudadanos, que le dieron su respaldo para ser presidente en su día. Ante ello Franco reivindicó que, tras “45 días de vergüenza”, fue gracias a ellos cuando dimitió el anterior jefe del ejecutivo, Pedro Antonio Sánchez, al tiempo que se reivindicó como cabeza de cartel del partido de la regeneración y el cambio. Conesa abogó por un cambio de gobierno “porque estamos por debajo de la media en la mayoría de indicadores en esta Región”. Y Urralburu pronosticó que con él cambiarían muchas cosas, pero de verdad.

Al concluir el debate, saliendo del gélido salón del hotel en el que se desarrolló, recordé una frase que solía decir el eterno senador por Massachusetts,Ted Kennedy, según la cual la política es como las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal.

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