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Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.

Hiperprecario en hipermercado laboral

Félix Taberna

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Hiperprecario, ése fue el palabro usado recientemente por el Gobierno de Navarra en la rueda de prensa de presentación del “Informe sobre el Empleo en Navarra”. En primer lugar, sorprende la claridad expresiva, sin tapujos, de un gobierno ante la realidad laboral de su entorno. Cualquier otro, hubiese edulcorado el panorama. Es de agradecer la asunción de este principio de realidad.

Los datos que se exponen en el informe son contundentes. La contratación laboral de duración de una semana o menos supone el 43% de los contratos habidos el año pasado. Una tercera parte de las mujeres ocupadas en Navarra lo hacen a tiempo parcial. La siniestralidad laboral ha sufrido un severo repunte. Los salarios más altos son los que han experimentando una mejoría frente a los salarios más bajos que apenas han subido. En definitiva, el informe gubernativo nos alerta, de un crecimiento del empleo hiperprecario.

La causa principal de esta situación la achacan a las reformas laborales. Que han sido aprovechadas por el empresariado en tiempos de crisis de empleo. Es decir, se rebajaron las garantías sociales del empleo porque éste escaseaba pero una vez que crece las garantías no se recuperan.

Pero más allá de esta causa coyuntural, existe una causa más profunda. Cuál es la concepción del trabajo como mercancía. Incluso en dicho informe se habla del mercado laboral, tal como hacen otras instituciones. Pero el trabajo no es una mercancía que se ponga a la venta en un mercado. El trabajo es una relación social, con base económica, que determina un modelo de sociedad. Por ello, es preciso atajar esta mercantilización. Si apostamos por una sociedad cohesionada no podemos dejar el trabajo al socaire de la oferta y demanda. El trabajo principalmente es un proceso de socialización, de normalidad social. Su actividad debe tener la calidad necesaria que le queramos dar a nuestra sociedad.

No es sostenible que los nuevos ingresos laborales tengan unas remuneraciones y garantías globalmente menores a las de las personas egresadas (pensionistas) o a las de los que trabajan en lo público. Básicamente, porque el nutriente remunerativo de pensionistas y funcionarios se obtiene principalmente mediante impuestos provenientes de las rentas de trabajo y de las cotizaciones laborales.

En definitiva, tenemos un serio problema de sostenibilidad. Las personas jóvenes son las que, en este momento, sufren en sus carnes esta realidad laboral. Pero a largo plazo afectará al conjunto de la sociedad.

A la profunda desregulación y precarización laboral se le une la transformación del empleo que se está produciendo en todo el mundo fruto de la robotización y digitalización. El trabajo se convierte en evanescente y a veces en innecesario, productivamente hablando. Pero que las máquinas puedan hacer el trabajo nunca debe ser un riesgo sino una oportunidad.

Estamos ante en el advenimiento de una crisis social de magnitudes importantes. Crisis como tránsito a otro estadio social. Ante ello, hay que volver a los clásicos. Carlos Marx en su Crítica al Programa de Gotha afirmaba que “cuando la esclavizadora división entre trabajo mental y físico haya desaparecido; cuando el trabajo se haya convertido no sólo en medio de vida, sino en la primera necesidad vital; cuando hayan aumentado las fuerzas productivas y los manantiales de la riqueza colectiva fluyan más abundantemente, sólo entonces podrá la sociedad recabar de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”

Quizás la profecía de Marx haya llegado. Quizás sea tiempo de pensar en un Salario Ciudadano que asegure la normalización y la inclusión en base a derechos y deberes. Quizás también sea tiempo de repensar en una nueva distribución de la riqueza. Lo que no tiene quizás es que las cosas sigan así.

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