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Retirada estratégica: la solución que apuntan los geólogos para evitar los daños de las riadas

Vista aérea de los alrededores de la localidad navarra de Funes el pasado sábado. EFE/ Jesús Diges

Rodrigo Saiz

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Multitud de localidades de Navarra, Euskadi y Aragón sufrieron en la última semana las consecuencias de una de las mayores riadas registradas en las últimas dos décadas, llegando a alcanzar el Ebro a su paso por Tudela un caudal superior a los 2.500 metros cúbicos por segundo. Mientras todavía se analizan los estragos ocasionados por las inundaciones (se calcula que más de 12.000 hectáreas han quedado anegadas solo en territorio navarro) que han provocado la muerte de dos personas, afectados y expertos analizan las posibles soluciones para evitar futuros daños ocasionados por el desbordamiento de los ríos.

A este respecto, el Ayuntamiento de Pamplona ya ha anunciado que va a encargar a una empresa de ingeniería un análisis “detallado” de las posibles actuaciones “a acometer” contra las crecidas del río Arga, que atraviesa la capital navarra, y que inundó hace unos días el barrio de la Rochapea. Desde el consistorio pamplonés asumen que serán necesarias “algunas intervenciones en vía pública y la revisión del protocolo de actuación”, según han detallado.

“Las inundaciones son inevitables”, apuntan los especialistas, que añaden que sería necesario revisar los retornos de inundabilidad -tiempo en el que los ríos vuelven a pasar por una llanura aluvial. Estos retornos se tratan de forma probabilística, y en el caso del Ebro a su paso por la comunidad foral está estimado que las inundaciones se producirán, en algunas zonas de las afectadas esta semana, en un periodo de entre 50 y 100 años, según el IDENA (Infraestructura de Datos Espaciales de Navarra), cuando en lo que va de siglo XXI ya se han registrado siete, de las que destacan tres especialmente (2003, 2015 y 2021). “Que el periodo de retorno sea ahora más corto podría deberse al cambio climático”, señala el geólogo e investigador de la Universidad de Zaragoza, Antonio Aretxabala, aunque añade que “todavía hacen falta estudios para corroborarlo”.

Para evitar los daños de estas crecidas, que como muestran los datos son cada vez más habituales, durante la última semana distintas agrupaciones de agricultores e incluso políticos como el alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, han exigido a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) “la limpieza del río”, refiriéndose no a la retirada de neumáticos, chatarra, etc, sino al dragado de fondos y vegetación de ribera, que según indican, “reduciría los daños”. No coinciden con esta afirmación los especialistas, que señalan que se trata de una “medida placebo”, tal y como apunta Alfredo Ollero, profesor de Geografía y Ordenación del Territorio en la Universidad de Zaragoza y uno de los mayores expertos en dinámica fluvial y cauces del mundo, especialmente del Ebro.

“Retirar electrodomésticos y basura que los humanos vertemos a los ríos está bien y puede ayudar en algo, pero excavar en el río, como piden, para bajar el fondo, no sirve de nada y además dañas el ecosistema y el curso fluvial”, asegura Aretxabala. “Esto ya se ha investigado en el tramo medio del Ebro: con solo que el caudal aumente un 2% ya desaparece”, añade.

Abandonar las llanuras de inundación

Descartada la limpieza de los ríos, los geólogos apuntan dos medidas “más radicales” para evitar daños humanos y materiales en futuros desbordamientos. La primera de ellas pasaría por alejar las motas o diques del curso fluvial y dar más espacio al cauce del río. La segunda, y la que defiende el geólogo Antonio Aretxabala, pasa por una “retirada estratégica” de las llanuras de inundación.

Esta postura, recogida en el estudio 'El caso del retiro climático estratégico y gestionado' elaborado por un grupo de investigadores encabezados por la profesora de la Universidad de Harvard A. R. Siders y publicado en la revista 'Science', aboga por que las poblaciones se retiren de las áreas cercanas al río que fueron ocupadas de manera irreflexiva con el boom inmobiliario. De esta forma, se insta a las comunidades y gobiernos “a reconceptualizar el retiro como parte del conjunto de herramientas utilizadas para lograr los objetivos sociales deseados y el bienestar de las comunidades”, explica Aretxabala, autor del capítulo que desarrolla esta perspectiva en el libro “Hasta aquí llegó la penúltima riada. Las enseñanzas del Zidacos” (2019) escrito por varios expertos y afectados de diferentes sectores profesionales y económicos, de la academia y de las administraciones.

El geólogo e investigador asevera que el ser humano ha cometido el error de ocupar las llanuras de inundación de los ríos sin tener en cuenta que son una parte del propio río “aunque no sea visible”. “Nos hemos metido en casa del río y ahora nos quejamos de que pase por ahí, pero de ello ya advertíamos en su momento y nadie quería escucharlo”.

Para esta solución, que requiere de un proceso largo, Aretxabala reclama la implicación de los políticos para cambiar la planificación urbanística y hacerla más “armónica con la naturaleza y sin echarle un pulso, pues esto no es una guerra”. Todo un cambio de actitud.

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