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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Un estudio al suspenso en Dependencia

Una persona con problemas de movilidad.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

Un 4,6. Un suspenso cercano al aprobado. Pero, para una comunidad como la Navarra acostumbrada a liderar los rankings de calidad asistencial, no se puede decir que progrese adecuadamente en la aplicación de la Ley de Dependencia. Porque, en realidad, el Observatorio, que estudia cuestiones como la incorporación de nuevos dependientes o el equilibrio entre prestaciones y servicios, ha rebajado la calificación de la Comunidad Foral, que desciende de un 5 en 2013 a ese 4,6 actual. Navarra pasa así a estar entre las once comunidades que no aprueban esta materia.

“Hay varias cuestiones que sorprenden de ese informe. Como la cifra muy alta que dan a Castilla y León (recibe un 9,6, convirtiéndola en la comunidad española donde mejor se presta la Ley de Dependencia) y sí, el dato de Navarra. Nos descoloca, es verdad, porque veníamos de un nivel alto de cobertura y prestaciones, así que habrá que mirar al detalle alguno de los parámetros estudiados”, cuenta Francisco Fernández Nistal, gerente de la asociación de daño cerebral en Navarra y miembro del Comité Ejecutivo de Cormin, el Comité de Representantes de Personas con Discapacidad de Navarra.

¿Era previsible esa nota? ¿Qué pasa en Navarra con la aplicación de la ley? Los datos, conocidos el martes, tuvieron respuesta en la Comunidad Foral. Preguntado sobre esta cuestión el miércoles, durante la habitual conferencia de prensa semanal del Gobierno de Navarra, el portavoz consejero Juan Luis Sánchez de Muniáin mostró su disconformidad con los resultados, anunció que los técnicos los estudiarán y defendió el modelo navarro: “Navarra realiza unas prestaciones superiores a las del Estado. Aquí se otorga una por cada 50 personas, y en el Estado son cada 257. En conjunto, el entramado de cobertura aquí es más solidario y, pese a las dificultades de la crisis, esa cobertura está respondiendo”.

Sin embargo, ese mismo día, el PSN anunció una iniciativa para que el consejero de Políticas Sociales, Iñigo Alli, explique ante el Parlamento de Navarra por qué el Observatorio sitúa esas cifras por debajo de las estatales. Porque, según insistió la parlamentaria Mª Victoria Arraiza a través de un comunicado, “el XIII Observatorio de la Dependencia, elaborado por la Asociación Estatal de Directores y Gerentes en Servicios Sociales, deja unos resultados nada positivos para Navarra”.

Fernández Nistal, por su parte, reconoce que hay materias en las que la Comunidad Foral destaca, como en las prestaciones garantizadas para residencias de la tercera edad o centros de día. Otro problema es qué pasa con los dependientes moderados, aún no reconocidos por una ley que, en cualquier caso, nació “semiestrangulada”, sin garantizar su financiación, y que ha generado dudas en algunas comunidades en su puesta en marcha.

Más dependencia, menos autonomía personal

Por ejemplo, según destacan desde la Asociación de Síndrome de Down de Navarra, aún está por resolver cómo se valora la dependencia en aquellos casos de menos dependencia física, reconocidos únicamente como moderados leves y que, por tanto, no tienen acceso a recursos. Esta es una de las claves en una legislación que busca más reconocer la dependencia que promover, como dice su nombre, la autonomía personal. Desde Anfas, la asociación navarra en favor de las personas con discapacidad intelectual, se manifiestan de la misma forma. Su director gerente, Gerardo Posada, afirma que “invertir en promoción de la autonomía es invertir y no gastar, porque con ella se retrasa la entrada en residencias o centros de día, que es a donde se destinan más recursos públicos”.

Fernández Nistal recuerda la importancia de este debate sobre cómo atender a las personas dependientes porque “todos acabaremos siendo dependientes”. La clave está en si se apuesta por la prestación de servicios dentro de las familias, como tradicionalmente se ha hecho, o bien por un mercado profesional. “A menudo se piensa que el dinero invertido en políticas sociales es dinero perdido, pero no es así. También se genera empleo”, defiende. Quizá este es un asunto espinoso ahora que los presupuestos siguen a la baja, pero, tarde o temprano, tendrá que producirse. De lo contrario, Navarra puede seguir perdiendo nota en un tema en el que, tradicionalmente, siempre aspiraba al sobresaliente.

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