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Verano con niños o el 'sálvese quien pueda' de la conciliación cuando llegan las vacaciones escolares

Un campamento de verano en Toledo.

Ana M. Longo

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Cristina Domínguez es madre de un niño de 6 años, trabaja en un supermercado de cajera y tiene un turno fijo de tarde. Durante las vacaciones escolares podrá atender a su hijo por la mañana, pero las tardes se complican. El cuidado dependerá del turno de trabajo de su marido y de los abuelos. “Mis padres viven muy cerca de nuestra casa, se hacen cargo del niño durante todo el curso por las tardes y en verano tiene que seguir siendo así por mi horario fijo y el trabajo de mi marido. Les estoy muy agradecida; sin ellos sería un caos terrible y sé que muchas familias lo viven ya así. Desde las empresas habría que tener esto en cuenta”, dice.

Carlos Rodríguez tampoco lo tiene fácil. Separado, trabaja de fontanero y tiene un horario laboral partido de ocho horas. Sus padres no viven en su misma ciudad y este año no ha conseguido plaza de bajo coste para inscribir a su hija, de 7 años, en un campamento de verano. Así que el tiempo que le corresponda tener a la niña este verano mientras él trabaje la dejará al cuidado de una amiga vecina que lleva a su hijo al mismo colegio.

Y es que el remate del curso escolar hace que padres y madres piensen y busquen todo tipo de opciones para que los niños estén atendidos mientras ellos siguen trabajando. Una situación que se repite año tras año y que no por eso deja de causar nerviosismo. En lugar de entender el verano como una época para rebajar los niveles de estrés y ansiedad, trabajar y criar parece lo complica y parece hacerlo imposible. ¿Qué sería necesario para que esto cambiara?

Lola Pavón, psicóloga y psicoterapeuta, entiende que el modelo asistencialista hacia la infancia no es conciliar y solo pone un parche al gran problema que es la falta de interés en colocar los cuidados por encima de los modelos productivos: “El mercado no para, pase lo que pase. Si tú no puedes seguir el ritmo, te penalizan. Cuidar, criar y acompañar a niños no se entiende como la labor esencial que es y que debería estar facilitada y promovida desde todos los sectores sociales”. Esta experta en crianza y familia explica que el gran problema de la conciliación es la falta de ayudas y de políticas sociales y laborales que realmente amparen a las familias.

Para Pavón, en verano, con todas estas carencias sobre la mesa, muchos progenitores se encuentran sin casi opciones. La experta prosigue: “Si la sociedad no tiene en cuenta la necesidad e importancia de los cuidados, está condenada a una salud en riesgo y a un futuro incierto”. A esto añade la falta de flexibilidad en las empresas y la inexistente sensibilidad hacia las necesidades de las familias de estar presentes en la crianza de sus hijos: “Con esto no me refiero solo a 'tiempo de calidad', sino tiempo, sin más”.

Coger vacaciones para cuidar

Tania Camon es fundadora de Madresmind, coach y consultora experta en conciliación. Para ella, la problemática del verano es un reflejo de lo ya acontecido durante todo el curso escolar, aunque en este momento las brechas son más llamativas: “No todos los padres pueden hacer frente al pago de un campamento de verano, más si tienen varios hijos, o sus horarios no resuelven sus problemas para la asistencia del niño. También, en algunas familias de dos miembros, uno de ellos (en un porcentaje altísimo, la mujer, en parejas heterosexuales) ha de solicitar en su empresa más vacaciones, reducción de jornada... y pierde dinero, para poder hacer frente a las vacaciones escolares”.

La autora de No es magia, es conciliación: Claves para unirte a la revolución de las empresas felices (Editorial Culbuks) argumenta que no todo el mundo tiene una cobertura familiar para cuidar a los niños en verano: “A los padres y madres trabajadores se nos obliga de alguna manera a invertir o gastar nuestros días de vacaciones en poder atender o cuidar a nuestros hijos. El padre y la madre intentarán hacer coincidir sus días de vacaciones para estar algunos días todos en familia, aunque como mucho disfrutarán de una semana”.

Lo ideal sería que el tiempo en verano se utilizase para el reposo, el ocio y hacer planes en familia o individuales. “El estrés que supone hacer la cobertura de cuidados en verano hace que no se sientan los días de vacaciones como tal, sino como el dejar de atender unas responsabilidades profesionales para atender las familiares”, agrega. Esta profesional asegura que todo este trabajo no remunerado supone una carga tan fuerte que añade una sensación de agotamiento y de constante atención de responsabilidades.

Recargar los vínculos

Beatriz Cazurro, psicoterapeuta y escritora de Los niños que fuimos, los padres que somos (Editorial Planeta), relata que los niños necesitan la mirada de sus padres y su acompañamiento para sentirse bien y para su correcto desarrollo. “Las vacaciones de los niños no son solo un descanso del colegio, también importantísimo, sino un tiempo destinado a 'recargarse' en sus vínculos más importantes”, dice.

Cazurro indica que trabajar y criar en el mismo espacio y tiempo implica pagar un serio precio ya que, o bien no se llega con la misma calidad y rapidez al trabajo que se desempeñe, o se daña el bienestar emocional de los hijos o el propio: “Es imposible que un niño se porte bien o no dé síntomas si no se siente bien. De igual modo, los adultos no podemos esperar no tener ansiedad o enfermar si el contexto no entiende la importancia de nuestro rol ni nuestros límites”.

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