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Medio Ambiente despreció la afección paisajística a la hora de elegir el proyecto para estabilizar la playa de La Magdalena

Los espigones de La Magdalena alcanzarán una altura de seis metros. | ANDRÉS HERMOSA

Rubén Vivar

Entre los distintos proyectos técnicos que se plantearon para estabilizar la arena de las playas de La Magdalena, Bikinis y Peligros, el Ministerio de Medio Ambiente se decantó por la construcción de dos espigones de seis metros de altura, fundamentalmente, porque era la opción más económica, sin tener apenas en cuenta otros aspectos como la afección paisajística.

En concreto, la integración en el entorno solo tuvo un peso en la decisión final de la alternativa a elegir de “tan solo un 12 por ciento” frente a otras cuestiones como el coste económico y el volumen de aportación de arena que sumaron una puntuación “del 40 por ciento”.

Así se recoge en un informe del Servicio de Urbanismo del Ayuntamiento de Santander fechado en agosto de 2013 que ha sido dado a conocer este miércoles por el consejero de Medio Rural del Gobierno de Cantabria, Jesús Oria, y el director general, Antonio Lucio, quienes han lamentado que se “ignorara” el impacto paisajístico del proyecto. 

Según han puesto de manifiesto, la construcción de los espigones se escogió en función de su coste económico, pese a que el propio estudio de impacto medioambiental señala que es “la alternativa de mayor impacto paisajístico”, una cuestión que ya advirtió el Instituto Oceanográfico de Santander en las alegaciones presentadas al proyecto.

Aunque no han querido profundizar en las críticas hacia el Ministerio de Medio Ambiente y el Ayuntamiento de Santander, promotores de la intervención, los responsables de Medio Natural del Ejecutivo cántabro han puesto de manifiesto que “no parece razonable” que en un contexto (ámbito geográfico) tan extraordinario como en el que se está actuando -la Península de la Magdalena- los valores medioambientales hayan sido “infravalorados” a la hora de seleccionar el tipo de obra a acometer.

Finalmente, han defendido su actuación recordando al respecto que su gestión se ha “ceñido” a sus competencias en esta actuación, que tienen que ver con la conservación de la naturaleza, en este caso en LIC (Lugar de Interés Comunitario) del estuario del Miera y las dunas del Puntal de Somo, dentro de la Red Natura 2000, por lo que una vez que se aportó un informe que aseguraba que no habría afecciones en este área, decidieron retirar el recurso contencioso-administrativo que habían interpuesto.

A Revilla no le gusta “nada”

También se ha pronunciado sobre este proyecto, que conlleva una inversión de 2,1 millones de euros sufragados por el Gobierno central y que ha despertado las críticas de los vecinos y de la oposición, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien ha reconocido que no le gusta “nada” porque es “de mucho impacto”.

Igualmente, se ha defendido de las críticas de partidos como Izquierda Unida o Ciudadanos que habían reprochado a los regionalistas su “hipocresía” para llevar al Parlamento y al Ayuntamiento una iniciativa para paralizar las obras cuando su Gobierno había dado marcha atrás en el recurso presentado ante la Audiencia Nacional.

“Lo que hace un gobierno sensato es retirar el recurso porque se ha cumplido la condición que antes no se cumplía”, se ha defendido Revilla, quien ha puntualizado que eso “no tiene nada que ver con la opinión que yo como ciudadano, y veo que también mi partido, tienen de la obra que se está haciendo” desde el punto de vista “estético”.

Proceso participativo

Por su parte, el diputado de Podemos, José Ramón Blanco, ha anunciado que solicitará en el pleno del 2 de abril que el Parlamento cántabro inste al Ejecutivo central a “buscar una solución efectiva no agresiva, sin impacto visual ni medioambiental”, así como que “se someta a un proceso participativo para que la ciudadanía de Santander enriquezca el proyecto”.

De este modo, la formación morada se suma a las reclamaciones de colectivos sociales, ciudadanos y otros grupos políticos, “ante el rechazo y alarma generalizada entre la población de la capital por el impacto paisajístico que se está ocasionando a una singular playa natural urbana”.

“Este proyecto no sólo va a suponer la mutilación del icónico paisaje de la bahía si no también el emparedamiento de la emblemática playa de La Magdalena sin necesidad alguna, puesto que existen informes y opiniones avaladas por expertos que así lo manifiestan”, ha señalado el diputado.

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